Muchas de las
comunicaciones oficiales que el Pontevedra CF ha llevado a cabo en los últimos
tiempos rozan verdaderamente el esperpento.
No me refiero ya al
contenido mismo de la noticia que la entidad quiere transmitir a su masa social
sino a la forma en la que el club anuncia a su gente circunstancias de vital
importancia para la trayectoria deportiva del equipo.
Siguiendo esa línea
estrambótica de comunicación que no hace sino acentuar la separación de la
institución con buena parte de sus aficionados, en el día de ayer se comunicó
vía twitter y con foto adjunta de los protagonistas la continuidad de Luismi
Areda y sus ayudantes al frente del primer equipo granate.
El porqué de haber
esperado dieciocho días desde el último partido de Liga y sobre todo las
razones por las que el propio “Director Deportivo” no lo anunció en la
comparecencia de prensa que había convocado y protagonizado tan solo seis días
antes es una incógnita imposible de despejar por lo menos utilizando el sentido
común.
Lo normal, lo lógico,
quizá lo más razonable habría sido aprovechar la rueda de prensa del “Director
Deportivo” para comunicar a los medios de comunicación la decisión de continuar
con Luismi como entrenador la temporada que viene.
Incluso, podría haberse
aprovechado la circunstancia para que el propio técnico compareciera con su
superior para trasladar a los periodistas (y a través de ellos a la afición)
sus sensaciones una vez asegurada su renovación y entre los dos (entrenador y “director
deportivo”) hubieran por lo menos esbozado cual es el objetivo que el
Pontevedra va a tener la Liga que viene, objetivo que a día de hoy sigue siendo
desconocido por todos.
El caso es que no se
optó por esa manera de hacer las cosas (quizá el “Director Deportivo” estuviese
persiguiendo todavía a algún otro entrenador tratando de convencerle sin éxito para
hacerse cargo de la nave granate) y a día de hoy seguimos sin un acto de
presentación oficial como Dios manda y como un equipo que se pretende serio debería
realizar con su entrenador a pesar de que el técnico vigués lleva en el cargo
desde finales de Diciembre del año pasado.
Que Luismi Areda cogió
el equipo en un momento complicado para el Pontevedra es algo indudable.
Con un equipo en los
puestos bajos de la tabla, siendo un auténtico desastre fuera de casa y con una
plantilla dividida en gran parte por las formas de un entrenador anterior que
había perdido completamente el rumbo dos meses antes de su destitución, el
panorama no era en absoluto alentador para él hasta ese momento entrenador de
los juveniles.
La misión ineludible
que tenía Luismi era clara y meridiana: salvar al equipo de un descenso
traumático.
Con altibajos. Con
algunos momentos en lo que parecía que se podía salir sin sufrir hasta el
límite y otros en los que esa pérdida de categoría se antojaba como algo irremediable,
lo cierto es que al final se consiguió aquello para lo que realmente se produjo
el cambio de entrenador, salvarnos de la quema y no convertir una mala temporada
en una campaña patética.
Entre partidos ligueros
de vital importancia apareció también la Copa Federación (bautizada por este
bloguero como copa “garrafón”) que despistó, agotó y distrajo a la entidad del
verdadero objetivo pero que el equipo acabó ganando y según varios jugadores contribuyendo
a que el grupo cogiera confianza sobre todo fuera de casa.
Fueron unos meses
complicados y preñados de nervios. Meses en los que jugadores que habían
acumulado mucho protagonismo con Luisito cedieron su puesto en Liga a otros que
apenas “tocaban bola” hasta ese momento y en los que constantes rumores sobre
el compromiso de varios de los futbolistas de la plantilla salían a la
palestra.
A pesar de todo ello y
de tener que llegar a un dramático último partido pudo evitarse el descenso y
se puede decir que el objetivo principal de Luismi Areda (aderezado con la “garrafón”)
se ha cumplido.
Otra cosa es que ese
cambio en la forma de jugar que se pretendía se haya plasmado verdaderamente
sobre el terreno de juego.
Es cierto que en
algunas ocasiones pareció apostarse un poco más por el juego combinativo pero esa intenciones acabaron por
diluirse entre el fragor de los partidos e incluso acabó por jugarse claramente
al “pelotazo” en varias ocasiones alcanzando el culmen de dicha circunstancia
en aquel infausto penúltimo partido ante el Adarve.
Es cierto también que
algunas decisiones tomadas sobre todo en los últimos partidos de Liga
resultaron especialmente extrañas.
La más llamativa llegó
precísamente ante el Atlético de Madrid B con la suplencia del que había venido
siendo el delantero titular en los últimos partidos y autor de goles claves, Eder
Díaz.
No solo chocó la
suplencia del vasco (se hallaba a un solo tanto de su renovación automática y
la salvación no estaba ni mucho menos atada) sino que su sustituto no fuera
Iván Martín (jugador que salió al campo como primera alternativa a Eder siete días
antes frente al Adarve como primer cambio) sino un Berrocal que apenas salía en Liga y
que apareció como titular en el partido más importante para el Pontevedra en
muchos años.
Sin embargo, si
mezclásemos todos los ingredientes del cocktail creo que se puede concluir que
la labor de Luismi Areda ha sido buena y ha ayudado al club en un momento de
mucha presión para que no se hundiese en la ciénaga de la Tercera División.
¿Es eso suficiente para
ofrecerle la continuidad al frente del equipo? Para el “Director Deportivo” es
evidente que sí y serán los mayores y más duros jueces que existen en el
fútbol, los resultados, quienes dictaminen si se ha acertado o no con esa
decisión.
Ahora bien, esos “Jueces”
serán más o menos estrictos; más o menos exigentes con Luismi una vez se
conozca (a día de hoy, insisto, no se sabe) cual es el objetivo con el que el
Consejo piensa salir a competir la campaña que viene.
¿Se saldrá con la
misión de luchar por el play off? ¿Será el objetivo no pasar apuros para
permanecer?
Una cosa es que el
mercado no haya hecho más que comenzar (aunque no es muy alentador que no se
haya renovado todavía a ninguno de los jugadores que realmente interesen) y
otra es que el Consejo no sepa ya (y si las sabe no las anuncie) cuáles serán
sus intenciones y ambiciones de cara al siguiente ejercicio.
Más de un jugador
referente de la plantilla ya ha dicho que quiere seguir pero con un proyecto
serio y en la medida que se pueda ambicioso.
Es posible que en breve
empecemos a salir de dudas sobre esta cuestión dependiendo de aquellos hombres que
digan sí y otros que prefieran cambiar de aires.