viernes, 30 de marzo de 2018

"Match ball" superado


Había que ganar para seguir vivos. 

Sin ambages. Sin matices de ningún tipo. 

O se sacaban los tres puntos en casa frente al Talavera o el descenso adquiriría ya el carácter de virtual.

Y la tarde decidió engalanarse para la ocasión con el traje adecuado para la cita. Ropajes compuestos por nubes negras, negrísimas; frío; viento fuerte y racheado, lluvia atemporalada y una oscuridad inquietante más propia de la previa de un funeral deportivo que de una fiesta futbolística.

En el once inicial granate nuevos cambios con respecto a la jornada anterior especialmente en el medio centro. Tanta variación en esa ubicación del terreno de juego hace pensar a veces en una bolita blanca girando en una ruleta hasta posarse lentamente en el dorsal del jugador agraciado con la titularidad.
En el día de ayer, Jesús Barbeito que había sido titular en los dos últimos partidos pasaba a formar parte de la grada sin pasar por el banquillo. Y Alex Fernández hacía el mismo recorrido en sentido inverso.
Junto al corajudo Fernández, Kevin completaría el medio campo con Añón a la derecha, Alex Glez a la izquierda y Mouriño por detrás de Eder.
En defensa, por el contrario, el equipo no presentaba novedades importantes y Flores, León, Juan y David Castro formaban en defensa de cuatro con el objetivo de no dar facilidad alguna a sus rivales.

Y el partido comenzó a juego con el paisaje tenebrista que coloreaba el ambiente y que habría firmado el mismísimo Caravaggio.

Los dos conjuntos se medían sin propinarse puñetazo alguno (al margen de los malos modos del delantero centro talaverano que trataba de aguar la fiesta a los centrales granates) hasta que poco después del minuto diez Adríán Mouriño comenzó fraguar el que sería su mejor partido en mucho tiempo con la camiseta pontevedresa.
El “barrilete” granate se hizo con una pelota en lateral derecho del área contraria para con habilidad ganar la posición del defensa que le encimaba y entrar en el área hasta caer al suelo por la acción del superado jugador blanquiazul.
¿Penalti claro? ¿Penalti Light? Eso era lo de menos. Lo importante es que fue señalado y lo todavía más esencial es que a David Añón no le temblaron las “meninges” a la hora de hacerse con el cuero, colocarlo en el punto fatídico y enviarlo al fondo de las mallas engañando por completo al meta rival.

Casi sin solución de continuidad y con el Talavera todavía afectado por el primero, un balón suelto es aprovechado otra vez por Mouriño para superar a una despistada y floja defensa visitante, penetrar por el mismo lado del área en la que se cometió el penalti y ceder un balón venenoso a Eder que sin portero enfrente sólo tuvo que empujar la pelota para hacer el segundo.

Todo habría resultado más poético y maravilloso si con ese 2-0 los cielos se hubieran abierto y los rayos de sol iluminado el ex vetusto Estadio de Pasarón para celebrar esa confortable ventaja que hacía pensar que el equipo iba a seguir vivo una jornada más.

Lo cierto es que no fue así. El viento siguió soplando, la lluvia siguió cayendo y las nubes negras se tiñeron de un negro todavía más oscuro pero la luz que no apareció en el firmamento si se hizo presente en las caras tanto de los jugadores locales como de los aficionados que respiraron aliviados ante el cariz que había tomado el partido.

Es cierto que a partir de ahí el Pontevedra apenas apareció en ataque en el resto de la primera parte y que el Talavera intentó estirarse penetrando como ya es habitual por el costado derecho de nuestra defensa, flanco por el que las ayudas defensivas volvían a brillar por su ausencia.
No obstante, la ocasión de oro para el equipo castellano llegó desde el otro lado y fue desbaratada por un Edu Sousa colosal que en un alarde de reflejos despejó con una pierna el remate a bocajarro de un atacante talaverano provocando los aplausos de un público que ya se lamentaba por lo que parecía un 2-1 irremediable.

Tras el descanso la primera sorpresa vino motivada por el primer cambio visitante. Su ariete, Espinar, que había demostrado pelea y capacidad para estorbar el trabajo de Darío Flores y León dejaba su puesto a un compañero menos tanque y con más capacidad de movimiento pero menos mala leche que el sustituido.

El Pontevedra empezó esa segunda parte tratando de mandar y con la defensa bastante adelantada dadas las circunstancias que en ese momento reinaban en el choque. Sin embargo, el Talavera pronto se hizo con la posesión de la pelota y trató de presionar más y mejor a los jugadores granates. Fueron minutos difíciles en los que el conjunto rival parecía crecer de la mano de su mediocentro Quaye que corría, recuperaba e incluso distribuía para hacer jugar a sus compañeros.
También es cierto que en esa fase del partido Adrián Mouriño (que a diferencia de otras ocasiones no decayó en su trabajo por cuestiones físicas) pudo hacer el tercero en una jugada maravillosa en la que se revolvió en la frontal con mucha clase y envió un gran zurdazo al larguero de la portería castellana.
Aún así el Talavera parecía mejorar y sin que realmente existiera un peligro real sobre el área de Edu sí daba la impresión que un gol visitante podría generar un auténtico estado de nervios en el Pontevedra.

En ese instante, mediada la segunda parte, llegó la segunda sorpresa y también por parte del Talavera. El entrenador decidía mover ficha y hacer el segundo cambio y el elegido para marcharse fue ese jugador de raza negra, Quaye, que estaba en ese momento siendo el mejor jugador de su equipo.

El primer cambio granate realizado poco después contenía igualmente su dosis de incredulidad al decidir Luismi sustituir a Alex Fernández por el “reaparecido” Jimy.
Ese cambio supuso de una tacada el cambio de posición de dos jugadores granates, Adríán León de la defensa al medio centro y David Castro del lateral al central.
 Ese cambio, además, dejaba en el campo a Kevin Presa que estaba amonestado.

Y ahí llegó una de las buenas noticias del partido (al margen evidentemente del resultado).
El de Ponteareas que había sido sustituido a petición propia las dos semanas anteriores por no encontrarse todavía con el ritmo físico adecuado, completó en el día de ayer uno de sus partidos que en él son habituales corriendo, presionando y empujando hasta el pitido final del colegiado.
Si en estos seis últimos encuentros necesitaremos sin lugar a dudas la mejor versión de cada jugador, ayer Kevin se pareció de nuevo a esa máquina de trabajar y tapar espacios de costumbre y es de esperar que su rendimiento en este tramo final le venga de perlas a sus compañeros.

Es verdad que todo pudo complicarse si el Talavera llega a transformar la única ocasión de gol de la que disfrutó en los segundos 45 minutos. En realidad, el que estuvo a punto de marcar en propia meta fue Darío Flores que en un intento de despeje envió la pelota a su propio larguero dando un susto considerable a todos los allí presentes.


Y así se llegó a los últimos diez minutos de juego. En ese punto Luismi decidió mover otra ficha y sustituir a un Alex Glez (más gris de lo habitual en ataque pero más disciplinado en el trabajo para el equipo al no desfondarse con ese sistema de carrileros largos de otras ocasiones) por Jorge Hernández.
Tengo que confesar que no ver a Jorge en el once inicial cuando está disponible siempre me llama la atención.
A pesar de su irregularidad, de sus “guadianescas” apariciones, considero a este jugador como uno de las pocas piezas ofensivas granates capaces de hacer algo diferente.
En honor a la verdad, en el  día de ayer el jugador que ocupó su puesto fue el mejor del partido pero a priori, insisto, cuando Jorge no juega siempre arqueo con escepticismo las cejas en un mohín de clara incomprensión.

Ayer el ex del Alcoyano nada más salir marcó el gol de la temporada. Se hizo con un balón en tres cuartos; se deshizo de dos jugadores contrarios con sendos regates preciosos para entrar en el área; se zafó por velocidad de un tercero ya en zona caliente y fusiló con clase en disparo cruzado al arquero logrando un tanto extraordinario que además proporcionaba la total tranquilidad y alivio a la familia granate que con ese 3-0 pudo empezar a pensar ya en el Navalcarnero.
Es una pena que este hombre “destape el tarro de las esencias” a cuentagotas porque cuando lo hace es una delicia verle jugar.

Poco minutos después también tuvo tiempo Jorge para coger otro balón en el área rival, girarse y meter un centro al primer palo aprovechado por un Eder más despierto y atento que los defensas manchegos que convirtió de cabeza su segundo gol de la tarde y tercero en Liga.

El primer paso absolutamente obligatorio para evitar el desastre se ha dado con autoridad en el día de ayer.
El segundo no va a ser por desgracia nada pero que nada fácil. El antipático campo del Navalcarnero (metido de lleno en la lucha por el play off de ascenso) nos espera en nueve días.
No estará (mal día para una ausencia de un jugador de su envergadura) David Castro que vio la quinta cartulina amarilla. Será un choque preñado de juego aéreo y segunda jugada en la que posiblemente echemos de menos el 1,90 de este jugador que sigue cumpliendo con creces desde que la discutible gestión deportiva de toda esta temporada le ha colocado con una responsabilidad que al igual que los Barbeito seguramente no esperaba.
Pero esa será otra batalla para la que habrá que armarse con uñas y dientes pues no se puede dejar de lado cualquier opción de lograr tres puntos que nos recubran el organismo de oxígeno y tranquilidad.

Ese objetivo, lograr tranquilidad y unión total para afrontar este tremendo reto que tenemos por delante, se dificulta muchísimo con actitudes que este atribulado bloguero ha podido ver en el campo de Pasarón.
Que una pequeña parte de aficionados del fondo Norte exhorten al Consejero Feans con un cántico con insulto incluido a abandonar Pasarón no beneficia en absoluto al Pontevedra CF y los insultos jamás pueden ni defenderse ni justificarse.
Ahora bien, que el destinatario del improperio no sepa cual es su lugar, no sea capaz de entender el cargo que ocupa en una entidad con casi ochenta años de historia y  no sepa estar a la altura de las circunstancias y opte por responder a este grupúsculo con saludos irónicos y cuasi burlescos calentando todavía más los ánimos pone bien a las claras que cuando un equipo como el nuestro está como está no es fruto de la casualidad y que muchas cosas se tienen que hacer muy mal para estar a un paso de la tercera división.

 Pedir unión en estos momentos tan complicados está muy bien y resulta obligado pero si desde dentro no se predica con el ejemplo es probable que nos siga yendo tan mal como hasta ahora.


    

   





lunes, 26 de marzo de 2018

Hasta donde habremos llegado...


No hay muestra más fidedigna de lo vergonzosa que está siendo la temporada del Pontevedra CF que los elogios que se han vertido hacia el mediocre y desesperante juego que el equipo volvió a desempeñar en el campo del Fabril Deportivo.

En el fondo es normal.

Han sido tantos los ridículos, tantos los esperpentos indignos que esta campaña hemos tenido que soportar, que ver al equipo jugar una primera parte correcta y más o menos seria el pasado Sábado nos parece ya algo digno de reseñar e incluso de destacar.
Lo cierto, no obstante,  es que el Pontevedra volvió a ser un conjunto completamente romo en ataque que disfrutó tan solo de una clara ocasión dilapidada por Marcos Alvarez en el minuto 3 de encuentro y que no volvió a aparecer con peligro real ante la portería rival hasta el minuto 89 en una acción aislada mandada al limbo incomprensiblemente por Adrián Mouriño.

¿Qué a lo largo de la primera mitad se contuvo en defensa a un Fabril por otra parte no demasiado agobiado sabedor de que su rival acabaría por equivocarse más pronto que tarde?. Pues sí.
 ¿Qué no se fue inferior? También.
¿Qué eso justifica una nueva segunda parte intolerable, humillante y más propia de un equipo ya sentenciado que de otro rebelde ante sus circunstancias y con ganas de evitar el desastre? Por supuesto que no.

El Pontevedra fue tras el descanso y particularmente tras encajar el gol en los primeros minutos del segundo tiempo una auténtica caricatura de equipo, una especie de “banda” en la que daba verdadera vergüenza observar como un par de juveniles sin experiencia y con muchas limitaciones achicaban agua por todas partes a base de continuas carreras mientras que los consagrados (sorprendentemente rehabilitados algunos de ellos para la causa en otro “bandazo” inexplicable del cuerpo técnico) pululaban por el césped como noqueados por el tanto deportivista e incapaces de justificar una vez más el privilegio de portar la camiseta granate.

Y a esa sensación de pérdida total de rumbo del equipo en la segunda mitad que ya se pudo apreciar desgraciadamente frente a la Ponferradina se unió un cuerpo técnico cada vez más desnortado, confuso y con menos capacidad de reacción.
Esa confusión de Luismi no sólo se manifiesta en los cambios de timón contradictorios que en estas dos últimas semanas ha experimentado con respecto a dos o tres jugadores (o están por la labor o no lo están pero lo que está claro es que si lo están lo estarán siempre o nunca) sino también por su nula capacidad de reacción enseñada el Sábado en A Coruña.
Resulta absolutamente incomprensible que encajando el gol en el 55 no se efectúe el primer cambio hasta más de un cuarto de hora después y por obligación debido a los problemas físicos de Kevin. Y más espeluznante resulta que los dos últimos cambios no se produzcan hasta el minuto 81 cuando el Pontevedra ya se manejaba a esas alturas más como un boxeador noqueado que como un competidor digno.

Si a estas alturas de competición Prosi o Añón están para competir 81 minutos y Alex González 9 y Alex Fernández 0 es que el único loco es el que esto escribe y el resto es el que está amparado por la cordura.

Que todos nuestros rivales a excepción de la Segoviana hayan ganado sus partidos (alguno de forma totalmente inesperada) no hace sino aumentar la sensación de que la “cosa” no tiene remedio y que uno de los descensos más humillantes (quizá el que más) de la historia de esta institución es solo cuestión de unas semanas.
Y ello no precisamente por esas victorias de los otros equipos sino por la penosa y lamentable singladura de nuestro Pontevedra CF que provoca que sea de auténtica ciencia ficción creer en la posibilidad de obtener la victoria en cinco de los siete encuentros restantes.

Eso sí.

Que nadie se preocupe. Que nadie se altere. Que nadie se disguste. Que nadie ose venirse abajo.

¿La razón?

SOMOS FINALISTAS DE LA COPA GARRAF… COPA FEDERACION

Estamos ante la oportunidad histórica de lograr nuestra segunda “orejona”  (¿CÓMO?, ¿no se acuerdan de que ya tenemos una?) que vendría acompañada de unos suculentos 90. 000 € que le servirán al Consejo de Administración (al que supongo emocionado y sin dormir ante la final con el Onteniente) entre otros menesteres para pagar los bocadillos del año que viene en los desplazamientos a jugar contra el Silva, el Villalbés, el Choco y quien sabe si contra el mítico Bande.

Como primer paso para preparar esta final histórica, el partido de Liga frente al Talavera se jugará el próximo Jueves Santo. Hay que descansar y mucho para afrontar el trascendental partido de ida y que menos que seis días para concentrarse y poner los cinco sentidos en esta cita que empalidece sin duda alguna el resto del palmarés acumulado por el club.

¿El Jueves? Pues nada. Si se gana bien y si no, no pasa nada. ¿Cree alguno de ustedes que si de verdad importara no se hubiera aceptado la dimisión del anterior técnico precisamente en Talavera, día en el que acusó a sus jugadores de falta de ganas y se declaró sin fuerzas para seguir? ¿Cree que si de verdad importara no se hubiera traído un entrenador que tratara de poner orden de verdad en ese vestuario y aportar sus conocimientos o por lo menos no se hubiera revestido de autoridad al técnico actual con un acto de presentación oficial en el club como Dios manda? ¿Cree que si de verdad importara no se hubiera completado un mercado de invierno a la altura de esta institución y no el disparate que realmente se efectuó?

Lo siento. Pero me imagino a gente celebrando dentro de dos semanas en Pasarón la consecución de este título cuando el descenso es posible que ya sea incluso virtual y no puedo sino volver a preguntarme hasta adónde habremos llegado para que la imagen y la exigencia de este Pontevedra pueda caer a límites tan lastimosamente bajos.


lunes, 19 de marzo de 2018

El agua por la barbilla


Recuerdo una escena de una película de Paul Newman que me impresionó bastante cuando era niño.
En ella un familiar del personaje de Newman (maderero como él) sufría un accidente a consecuencia del cual quedaba medio sumergido en el agua aprisionado por el peso de varios troncos que le impedían efectuar movimiento alguno.
A medida que la marea subía y subía el agua acababa por vencerle ante la impotencia del inolvidable actor de ojos azules que asistía impotente y desesperado a la muerte lenta por ahogamiento del otro sin que nadie pudiera acudir en su socorro.

El Pontevedra CF, por su parte, hace mucho tiempo que permanece metido en el agua atenazado por su propia impotencia e incapacidad mientras el agua lenta pero inexorablemente cubre todo su “organismo” amenazando con una muerte en forma de descenso tras esta agonía continua que padece semana tras semana.

Ayer tenía la posibilidad el club granate de mover un poco su cuerpo hacia arriba atenuando la presión de esos troncos que lo arrastran sin remedio en su partido en casa frente a la Ponferradina.
Los bercianos acudían a Pontevedra con el “honor” de ser el segundo peor equipo fuera de casa además de ostentar el último puesto de la tabla en lo que se refiere a goles a favor como visitante.

A pesar de esos datos que invitaban a pensar que se podría conseguir un triunfo crucial, el equipo no pudo pasar de un empate obtenido en los minutos finales y después de que el rival perdonara en un par de ocasiones la sentencia definitiva del choque.

Como debe estar la situación en el seno de nuestro Pontevedra para que Luismi optara a falta de nueve jornadas para el final por una alineación “mini revolucionaria” en la que tenían la oportunidad de debutar como titulares en Liga tanto Jesús Barbeito como Lezcano.
Novedoso resultó igualmente el sistema con el que el técnico decidió comenzar el partido con Jorge Hernández más atrasado de lo habitual y dos puntas claras.

El equipo en esa primera mitad estuvo excesivamente separado en sus líneas y generó todo su peligro en las internadas kilométricas de un Alex González que a la media hora de juego ya daba muestras evidentes de desfondamiento.
A pesar de todo ello y de que la Ponferradina encontró el gol en una de sus múltiples aproximaciones por la derecha de su ataque, el Pontevedra logró empatar muy poco después en una acción a balón parado y tras algún rechace que volvía a dar esperanzas de poder voltear definitivamente el resultado en la segunda parte.

Y esa sensación de mejoría encontró más argumentos en los primeros minutos del segundo tiempo. Con un cambio en el dibujo (se pasó a jugar 4-1-4-1 con David Castro de lateral clásico en la izquierda, Marcos en la derecha y Jesús Barbeito por detrás de Kevin y Jorge) el Pontevedra se hizo con el mando en los primeros diez o quince minutos de la segunda parte y si bien no creó ocasiones claras para marcar sí consiguió arrinconar un tanto a la Ponferradina que no podía salir de su campo ante un Pontevedra más junto y más ordenado.

Sin embargo, en la primera jugada en la que el rival pudo hacerse con la posesión y forzar un par de jugadas seguidas a balón parado, el Pontevedra volvió a defender de manera lamentable un corner y facilitó el segundo de los bercianos que sumió al equipo en un pozo del que sólo pudo escapar a medias muchos minutos después.

Fue esa fase del partido (la que siguió al 1-2 y hasta el empate del 85) realmente descorazonadora en la que el equipo navegó en la más absoluta de las derivas y sobrevivió al hundimiento total únicamente por el desacierto del contrario que desaprovechó dos ocasiones enormes para dar la puntilla.
En esos minutos saltaron al campo (no se si ese verbo “saltar” es el apropiado o quizá se debería utilizar algún otro mucho más descriptivo) los dos jugadores protagonistas de los dos primeros cambios del Pontevedra.
Primero lo hizo Añón en lugar de un Lezcano que no cuajó un buen partido y después Prosi para dar minutos de descanso a un Kevin que regresaba a la titularidad tras varias semanas de baja por lesión.
Ni uno ni otro hicieron notar su presencia sobre esa “cosa verde y marrón” que no sé si llamar césped de Pasarón.
Si Luismi Areda imaginó que con esos cambios el Pontevedra CF iba a mejorar dada la presunta importancia de los dos jugadores que se incorporaban desde el banquillo, lo cierto es que el signo del encuentro no cambió ni un ápice y ni el atacante ni el centrocampista aportaron absolutamente nada al juego de su equipo.

Por suerte la Ponferradina todavía tuvo tiempo de demostrar porque acumula esos números tan malos fuera del El Toralín y Darío Flores consiguió rematar a gol un saque de esquina en una acción en la que debería haber mandado sin discusión el portero berciano.
Los últimos minutos fueron de locura y la “Ponfe” todavía pudo ganar en un lanzamiento muy peligroso despejado por Edu mientras que el Pontevedra intentaba acercarse con más corazón que cabeza por el área visitante sin encontrar esa ocasión que podría haber proporcionado el milagro.

Este punto que en los minutos siguientes a la finalización del choque supuso una pequeña bocanada de aire ante una derrota que parecía irremediable, no es ni mucho menos un buen resultado dada la caótica situación que mantenemos en la tabla.
Ayer jugamos, insisto, con el segundo peor equipo de la Liga como visitante y era una ocasión pintiparada para sumar de a tres y aprovechar los resultados de dos enfrentamientos directos entre cuatro de nuestros rivales.
Con este triste empate el Pontevedra continúa en puestos de descenso directo y tiene como panorama más cercano un desplazamiento a A Coruña para disputar un derby dificilísimo contra un Fabril en play off y con una muy buena racha de resultados.
El agua ha subido tras el partido de ayer varios centímetros sobre el “cuerpo” de la entidad y alcanza ya la barbilla de este Pontevedra incapaz de salir de este maldito agujero en el que se ha metido.

Curiosamente, a finales de la semana pasada conocíamos que el próximo partido en casa frente al Talavera se jugará en Jueves Santo supongo que para preparar mejor la final de ese engendro denominado “Copa garrafón”.
Por tanto, el Pontevedra jugará el Sábado en Coruña y cinco días después otra final a vida o muerte en Liga en el Estadio de Pasarón en la que nos estaremos jugando sin tapujos y ambages de cualquier clase nuestra vida en la categoría.
Entiende este atribulado columnista que resulta más importante para el club preparar con “mimo” la final de este torneo que no le interesa a casi nadie que el partido trascendental frente al Talavera que tendremos que ganar sí o sí para no fenecer por ahogamiento en las aguas turbulentas de la tercera división.

¿De verdad que existe algún aficionado granate que está dispuesto a celebrar este título aún descendiendo el equipo de manera humillante e inexplicable al primer sótano del pozo del fútbol español?
Por lo menos espero que se publicite sin descanso que el partido frente al Talavera se disputará el Jueves Santo pues no sería la primera vez esta misma campaña que aficionados granates no se enteran de la fecha en la que juega su equipo.


lunes, 12 de marzo de 2018

Errores que nos siguen matando


El equipo estaba jugando la segunda parte que debía y que más convenía. Con 0-1 arriba lo suyo era soportar el arreón inicial del Coruxo y así lo hizo sin excesivos agobios, incluso Mouriño tuvo en una jugada aislada la opción de hacer el segundo pero su remate resultó demasiado centrado.

Luego, tras el ímpetu del rival, tocaba cortarle el ritmo y parar el choque las veces que fuera posible. Así también se hizo y no siempre por atenciones buscadas sino también por la dureza indudable de un Coruxo que se cansó de repartir estopa en varias fases de partido. En ese sentido, la no expulsión de Mateo resulta incomprensible. Si la entrada que este jugador realizó a León en la primera mitad era más naranja oscura que amarilla, el codazo propinado a David Goldar en los albores del segundo tiempo era merecedor sin discusión alguna de una segunda amarilla que nunca llegó.

Se adormeció, decía, el partido con ese oficio que tantas veces hemos echado en falta fuera de casa y se defendió con orden el balón parado del conjunto local que apenas hacía daño en esa faceta del juego. Quizá (o sin quizá) faltó más tranquilidad y tomar mejores decisiones en las opciones que se tuvo de salir a la contra en la que abusamos de conducciones absurdas sobre un césped henchido de agua y carecimos de concreción y practicidad a la hora de aprovechar esos contragolpes para sentenciar. Se llegó así al  tramo final de partido con un Coruxo sin ideas y en el que sólo un error individual podía tirarnos a la lona.

Y ese error que tanto temíamos llegó como tantas otras veces esta temporada. Un saque de esquina botado por el Coruxo hacia el segundo palo y un rechace deficiente de cabeza de Goldar permite a un jugador vigués controlar la pelota en el corazón del área, fusilar a Edu y apuñalar con una daga helada y cruel las ilusiones granates de conseguir una victoria crucial.

Antes se había jugado una primera parte en la que sufrimos mucho al principio y en la que volvió a aparecer “en grande” nuestro capitán para sacar un par de balones de mucho peligro y mantener a flote a sus compañeros.
Y en la que también cerca del descanso apareció Eder en una acción en la que estuvo más listo que nadie para conseguir meter el pie con inteligencia y rapidez tras un rebote y enviar la pelota lejos del alcance del guardameta vigués.
Era el primer gol importante (que en caso de victoria hubiera resultado trascendental) de Eder con el Pontevedra y ojalá no sea el último pues necesitamos la ayuda de todos y cada uno de los jugadores granates para librarnos de una posible condena que no merece ni esta institución ni esta afición, acostumbrada por desgracia a sufrir con su equipo y a recibir contadas alegrías en las últimas décadas.

Ese gol del delantero llegado en el mercado de invierno no fue suficiente por esa falta de contundencia puntual en esa maldita jugada que echó por tierra gran parte del trabajo de todo el equipo (incluido el propio Goldar que hasta ese momento había cumplido con eficacia su labor y del que me duele especialmente ese error pues su compromiso con la causa no ofrece duda alguna) y que nos sitúa en posición de descenso directo a falta de nueve estresantes jornadas para el final.

Como se esperaba tanto Valladolid como Racing de Ferrol ganaron sus encuentros en casa y como también era fácilmente deducible la Segoviana perdió el suyo fuera contra el R.Majadahonda.
Lo que nadie podría haber pronosticado ocurrió, sin embargo, en Toledo y el equipo local dilapidó un 2-0 frente al desahuciado Cerceda para acabar perdiendo por dos goles a tres en la última jugada del partido.

Así las cosas, nos encontramos un grupo de seis equipos en un auténtico pañuelo de tres puntos que induce a pensar que la fase final de la temporada resultará especialmente dramática para los conjuntos en liza.
Tres de ellos darán con sus huesos en tercera, un cuarto se verá abocado a disputar una promoción de altísimo riesgo y los dos restantes se salvarán de la quema y permanecerán en la categoría.

No puedo dejar de confesar que una vez terminado el partido de O Vao con ese gol a última hora que me dejó helado y con más cara de idiota de lo habitual, no encontraba muchas salidas para ser optimista y seguir creyendo en que se puede evitar este drama deportivo.
Sin embargo, un día después de que nos cayera un nuevo jarro de agua fría sobre la cabeza, prefiero observar la botella medio llena y no dejarme llevar por el pesimismo más descarnado de los que ahora sí se ven cerca del abismo pero se reían de aquellos que llevamos meses diciendo que esto podía acabar muy mal.

Es precisamente por eso (porque ya intuíamos que nuestro sino este año sería padecer hasta el final) por lo que me niego a arrojar la toalla y pensar que no hay solución para evitar el descalabro.
No es hora ya de recordar si los resultados fuera son calamitosos y los de casa más esperanzadores.

Lo que toca ahora es afrontar cada partido como una entidad independiente del resto y que el equipo dirija todos sus sentidos y esfuerzos al partido que toque cada fin de semana.
El que vendrá el Domingo en casa será el de la Ponferradina. Y de nuevo la copa Federación se inmiscuye en medio de la semana para provocar un desplazamiento a la otra punta de España y distraer al equipo del único objetivo real que deberíamos tener que no es otro que evitar el descenso y preparar con mimo esa nueva final con el equipo berciano.

El partido de Coruxo no solo deja la herida del empate a última hora sino también la sanción por amarillas de León, la lesión de Nacho López y el maltrecho estado físico de un capitán cuya presencia se me antoja imprescindible en estos nueve partidos que faltan.
A pesar de todo, el Domingo deberán salir al campo once hombres dispuestos a ponerse a los remos de esta galera para dejarse hasta el último gramo de su fuerza en el empeño de lograr los tres puntos.

No es tiempo de tibios, miedosos o “pasotas”.

Ahora hay que poner fútbol, entrega y vergüenza tal y como se hizo ante el Coruxo a pesar de ese dichoso error que tan caro nos costó.
Estamos a tiempo y la próxima jornada (como diría Diego de Alatriste) “no quedará sino batirnos”.
Yo estaré allí y volveré a sufrir como un perro arrinconado. No lo haré por los del césped ni por los de los despachos.
Lo haré por este escudo que tanto me ha dado y que tanto me sigue proporcionando y por ese sentimiento irracional y absurdo para muchos  pero maravilloso y especial para otros tantos entre los que me encuentro que se llama Pontevedra CF.

lunes, 5 de marzo de 2018

La pasarela saltó en mil pedazos


Aquellos que pensábamos que las opciones reales del Pontevedra para evitar el ridículo del descenso pasaban por no perder más puntos en casa nos quedamos ayer absolutamente desarmados.

El Majadahonda pasó como un rayo por Pontevedra y sin hacer nada del otro mundo goleó a un equipo granate que está más cerca que nunca de la tercera división del fútbol español.

Era el de Pasarón (junto al de Bouzas) el único encuentro de la jornada del grupo primero de la segunda B que coincidía al menos en parte con el horario del Barcelona- Atlético de Madrid que acaparaba toda la atención futbolística de nuestro país.
Y es que ya se sabe que nosotros somos “más chulos que un ocho”. Además, cada vez que la tvg retransmite nuestros partidos nos “pone de moda” (debe ser que nuestro equipo es poco conocido en Galicia e incluso en el resto de España) y que se “medio decida” la Liga de primera casi a la misma hora constituía un dato irrelevante a la hora de no variar ni un ápice las costumbres pontevedresas aún a riesgo de que el ambiente en el ex vetusto pudiera terminar siendo realmente desangelado en un partido tan importante para el equipo. 

No contentos con lo anterior, el Viernes nos enterábamos que por necesidades de programación de la propia televisión gallega el derby absolutamente trascendental que se disputará en O Vao entre Coruxo y Pontevedra se disputará el Sábado a las cinco de la tarde.
Ese dato no resultaría especialmente llamativo sino fuera por que los granates disputarán el miércoles a las ocho de la tarde el partido de ida de semifinales de la Copa Federación (ahora más garrafón que nunca) contra el AT. Saguntino y  en consecuencia ese adelanto complicará todavía más la preparación de un partido vital para no hundirnos ya irremediablemente en los puestos de abajo de la tabla.
No se trata, evidentemente, de incumplir los compromisos ya firmados con el ente público ni renegar de que la televisión gallega emita los partidos del Pontevedra pero sí se trata, en cambio, de decir alguna vez “esta boca es mía” y proclamar públicamente que el adelanto del partido al Sábado (si es cierto que este hecho se debe a la tvg) perjudica claramente los intereses granates y que no se puede jugar con el destino de un club histórico de Galicia de esta manera tan caprichosa y absurda.

¿De verdad justifican 47.000 € anuales situaciones tan aberrantes como las del próximo fin de semana? ¿No se puede compatibilizar ese dinero con el sentido común en ocasiones puntuales como las que se acaban de describir?

Sea como fuere, el encuentro de ayer se rompió a partir del enésimo error defensivo del Pontevedra esta temporada. Hasta tres veces dejamos rematar al rival en nuestro área tras un saque de esquina y a la tercera fue la vencida.
Antes, Jorge pudo abrir el marcador en buena jugada y después del 0-1 Alex Glez tuvo otra pintiparada para empatar. En ninguna de las dos ocasiones se encontraron las redes del Majadahonda que  bien es verdad que al margen de su tanto contó también con otras dos o tres ocasiones enormes para marcar antes del descanso.

La segunda parte fue un ejercicio de impotencia tremendo. En los primeros minutos el rival ya marró una oportunidad de las “infallables” dando vida al Pontevedra pero casi en ningún momento los granates dieron sensación de poder levantar el choque.
Tampoco estuvo demasiado certero Luismi en uno de sus cambios pues si hay algún jugador que por muy mal que lo esté haciendo no debe irse esta temporada antes a la ducha ese es Alex Glez y menos si el elegido para el relevo es un Marcos Alvarez absolutamente desesperante cuya presencia en el campo no volvió a aportar nada positivo.

Hubo tiempo también para ver las evoluciones durante un cuarto de hora de Eder.
Su presencia resultó completamente irrelevante y su presunto potencial no apareció por ninguna parte aunque las circunstancias en las que salió no eran las más favorables.

Con el paso de los minutos el Pontevedra se “moría” poco a poco en las proximidades del área madrileña hasta que en dos “contras” letales el Rayo Majadahonda asestó las definitivas puñaladas a un conjunto granate que ya no cuenta con la coartada de Pasarón para salvar el pescuezo y necesita irremediablemente ganar algún partido como visitante para no pasar por la humillación de un descenso del que se viene avisando desde hace meses.
Ayer fue un día triste, muy triste, para aquellos a los que esto nos importa y vivimos el Pontevedra CF con intensidad. Atendiendo al rendimiento del equipo fuera de casa la posibilidad de salvarse se asemeja cada vez más a un auténtico milagro.

La única esperanza que nos queda es apelar al compromiso de algunos jugadores cuya  entrega parece indudable y ayer aunque sin ningún acierto se dejaron la piel a tiras para tratar de darle la vuelta a la situación.
A modo de ejemplo, ver a un chaval que no vino para esto como David Castro con todas sus limitaciones y errores (que los tuvo) intentarlo hasta el final ya sea de central o como ayer de lateral debería provocar sonrojo en algunos otros que con más nombre y caché se están pasando toda la temporada “sin pegar un palo al agua”.
Llegados a este punto es la hora de Edu y aquellos que quieran salvar el barco. Si hay algún otro u otros que no lo tienen claro o incluso dudan en arremeter con un hacha contra el casco de la embarcación deberían optar por quedarse en casa viendo la tvg pues de esa forma resultarían bastante más útiles para la causa.

Antes de terminar esta columna me gustaría enviar un par de recomendaciones a la  comisión antiviolencia de nuestro fútbol que en días pasados ha vuelto a propinar un buen crochet al derecho fundamental a la libertad de expresión diseñado en esa nuestra Constitución Española con la que muchos se llenan la boca por las mañanas para luego soslayar por las tardes sus preceptos de una manera ciertamente intolerable.

Como quiera que para esta Comisión enseñar en un campo de fútbol la bandera “estreleria” es un hecho digno como mínimo para que se abra un procedimiento sancionador por la agitación sufrida en la afición rival, propongo mediante este escrito abrir otro expediente de esa naturaleza a los tres jugadores visitantes que ayer cometieron la osadía de perforar la meta de Edu hasta en tres ocasiones provocando en la escasa pero entregada afición granate un desasosiego y “enfervorizamiento” de espíritu notable. ¿Cómo se les ocurre a estos mozalbetes del Majadahonda agitar de esa manera el orden público en el tranquilo estadio de Pasarón haciendo tres goles como tres soles?

Para el caso de que la citada comisión antiviolencia del nuestro fútbol (que tampoco debe tener muchas nociones de lo que significa el pluralismo político consagrado igualmente en nuestra Constitución) no entienda como sancionable las acciones de los jugadores rivales en el día de ayer, propongo alternativamente que se “meta un puro” de los de verdad al colegiado del choque que hasta en dos ocasiones agitó a los aficionados presentes en el campo al ignorar dos caídas en el área de David Añón.
Tampoco es de recibo que esa paz social con la que la afición granate asistía al encuentro se vea perturbada por un “trencilla” que soliviantó de esa manera a los tranquilos seguidores pontevedreses poniendo en riesgo la seguridad de todos.