lunes, 17 de diciembre de 2018

Rarezas, puzzles incompletos y ese acertado"partido a partido".

En un deporte con tantas disciplinas diferentes y tan universal como el atletismo la disputa de muchas calificaciones de saltos, lanzamientos o series de eliminatorias en los grandes campeonatos suele realizarse en horario matutino.

Es frecuente escuchar a los atletas explicar en los programas de televisión dedicados a divulgar su preparación previa que no es lo mismo competir por las mañanas que por las tardes- noches; que el organismo necesita acostumbrarse para tratar de alcanzar un gran rendimiento y que los famosos "biorritmos" no se manifiestan de la misma forma con la "fresca mañanera" que en esas horas del atardecer en las que el cuerpo ya está perfectamente adaptado al ajetreo físico de la jornada. 
No es raro, por tanto, presenciar en mundiales o juegos olímpicos alguna actuación decepcionante de favoritos al triunfo en sus especialidades que se quedan por el camino al no haber conseguido hacerse con la situación.

Claro que en las Olimpiadas o Mundiales, por ejemplo, hay un número máximo de días de competición y para encajar todas las pruebas resulta imperativo dividir las jornadas en matutinas y vespertinas.

En la 2ª división B del fútbol español (esa categoría contradictoria, dejada de la mano de Dios y olvidada por casi todos a pesar de contar en su seno con auténticos históricos del balompié patrio) desde hace tiempo existe la norma de que cuando se juega contra conjuntos canarios en casa se debe hacer por la mañana para que estos tengan tiempo de coger el preceptivo vuelo de vuelta en el mismo día abonado por la RFEF e igualmente pero a la inversa cuando se juega en la islas afortunadas. 
No es algo que resulte descabellado ni estrambótico y más teniendo en cuenta que la gran mayoría de los equipos madrileños con los que estamos encuadrados esta temporada ya acostumbran a jugar de mañana en cualquier circunstancia e incluso cada vez más conjuntos de otras comunidades están empezando a hacerlo.

A pesar de todo ello, para nosotros jugar en casa a las 12 de la mañana sigue siendo una anomalía que no se repetirá más esta campaña al no haber más equipos canarios que el filial de la UD Las Palmas.

Y como quiera que asistir a Pasarón en horario de misa para los que practican o de café agnóstico para los que no lo hacen sigue siendo raro, rara fue la sensación que este atribulado bloguero (mis disculpas a un gran amigo que no soporta este adjetivo tan de mi gusto) experimentó al darse cuenta que en vez de dirigirse a ingerir cafeína al bar de la esquina debía cruzar el puente y presenciar el partido como local del Pontevedra CF.

Las condiciones metereológicas no decepcionaron y la amalgama de colores que los espectadores pudimos vislumbrar en el estadio fue realmente espectacular.
Desde un negro realmente oscuro que incluso amenazaba con tener que encender la iluminación artificial nada más comenzar el choque; pasando por un sol y sombra tan molesto como llamativo que provocaba un brillo amarillento en casi todo el terreno de juego menos la portería de sur que continuaba en penumbra en la última media hora del primer tiempo; hasta terminar con un sol más asentado a lo largo de la segunda parte que ayudó a recuperar las retinas de la sufrida parroquia granate.

El caso es que el Pontevedra CF ganó el partido y sigue navegando con viento de cola acumulando ya cuatro jornadas seguidas sumando de tres en tres puntos.

Fue un partido feo (especialmente en la segunda parte), enredado y nada proclive a las exquisiteces balompédicas pero en el que el Pontevedra encontró el gol en un penalti extraño (las imágenes ofrecidas por la tvg no son demasiado concluyentes) y defendió su renta con orden y sin conceder regalo alguno que pudiera posibilitar el empate de un rival tan aguerrido como atípico en su condición de filial.

Aún así, a lo largo de la primera mitad y a pesar de que el césped estaba infame (en mi opinión incluso peor que el día del Adarve), el Pontevedra CF consiguió crear alguna jugada de merito de la mano de un Romay que si bien no estuvo como en partidos anteriores sí apareció en alguna ocasión; de Pibe que se mostró peligroso en sus apariciones en tres cuartos y sobre todo de un Kevin exultante que insuflaba oxígeno y empuje al equipo desplegándose desde medio campo.
El rival, por contra, solo dio alguna muestra de vida en ataque en el primer cuarto de hora en un par de acciones de mérito por banda derecha protagonizadas por su jugador nº9, de nombre Edu, que creó alguna inquietud en la defensa granate.

Sin embargo, la llegada del gol asentó al Pontevedra y dejó tocado a Las Palmas que no hizo sino tambalearse el resto del primer tiempo en el que bien pudo encajar el segundo en una buena jugada de Pibe con pase de calidad a Pedro Vázquez que al escorarse demasiado estrelló su difícil remate contra el portero.   

La segunda mitad podría haber sido calificada de "tostonazo del quince" de haber sido presenciada por un espectador neutral que no tuviera más interés en el partido que ver alguna buena jugada y le diera igual el resultado del choque.

Claro que para nosotros no era lo mismo. 
Los puntos, como siempre, eran importantes y un resultado tan estrecho podría variar por cualquier tontería que se cometiera atrás y diera al traste con la posibilidad de conseguir otra victoria.

Con el cambio de Romay por molestias a falta todavía de media hora y el bajón de Pibe en el segundo tiempo, la sensación que algunos teníamos en el campo es que iba a ser muy complicado volver a marcar y que para ganar habría que blindar la portería como fuese y no conceder la más mínima alegría a un rival que sin nada de fútbol mandaba balones al área a ver si sonaba la flauta.

Esa flauta no sonó y es en este punto en el que hay que volver a destacar al equipo en su organización defensiva. Desde el primer delantero ( Pazos volvió a "matarse" a presionar e incluso en el primer tiempo provocó varias faltas por proteger bien la pelota ante los centrales contrarios) hasta el último defensa, el equipo se mostró sobrio y férreo para no permitirle a Las Palmas que ya traía una cifra muy baja de goles a favor siquiera tirarle a Edu entre los tres palos.

De justicia es recordar que todos los defensas estuvieron en su sitio incluyendo a un Adrián León que exceptuando una imprecisión al principio del partido rayó a buen nivel y recordó a ese central que es difícil de superar cuando no falla y está con confianza y no a ese otro que duda tras cometer algún error de bulto.   

Al final del partido muchos aficionados consultaban sus teléfonos móviles para conocer el resultado de los otros enfrentamientos de la jornada y colocar al Pontevedra en la clasificación. Muchos de ellos se fueron con una sonrisa en los ojos creyendo que el equipo se ponía cuarto pero un gol postrero de la Cultural en Abegondo  enviaba al Pontevedra al quinto lugar pero con los mismos puntos que el equipo leonés (que hoy mismo ha cesado a su técnico a pesar de la victoria) y que el Castilla además de situarse a un solo punto del Fuenlabrada que es segundo.

Realmente a estas alturas da igual ser cuarto o quinto o fijarse en exceso en lo que hacen los demás rivales de un grupo que ya estamos viendo es muy equilibrado y del que nadie se marcha en la clasificación.

Lo verdaderamente vital y en lo que el Pontevedra debe centrarse es en él mismo y en sus partidos. Como ya dijimos hace una semana  siempre que se ha marcado primero se ha ganado y ayer se volvió a dar esta circunstancia.
El equipo lo sabe y parece haber encontrado el camino. Nada de florituras para las que no sé si la plantilla está preparada. Nada de fijarse en estadísticas de posesión que en fútbol son mentirosas y no siempre reflejan el control del juego y sí mucho de concentración y esfuerzo sobre el "verde" semana a semana.

Ahora toca el Atlético B que está en racha y con un Pinchi en forma y lo que venga después no debe existir.

Es en ese día a día en el que el equipo debe vivir y en el que sabe que no es inferior a nadie en el que resultaría importantísimo que no se perdieran más piezas del puzzle.

Me refiero con ello a que la pérdida para toda la temporada de Javi López es un golpe muy duro para una plantilla que no está sobrada de efectivos y que no es seguro pueda digerir bien las bajas de larga duración. 
Es cierto que este jugador tardó en aparecer y en empezar a justificar la calidad que le trajo aquí pero precisamente en el momento en que "soltó" dos buenos partidos en Bouzas y aquí frente al Adarve ha tenido la fatalidad de romperse de gravedad y dejar al equipo sin esta aportación que parecía prometer en los últimos tiempos. 
Desde este blog se envían los mejores deseos de recuperación para el jugador.

Es cierto que Alex Fernández está a punto de volver y eso constituye una muy buena noticia pero me preocupa, insisto, el efecto que estas lesiones pueden ejercer sobre el grupo pues como ya se ha dicho no estamos sobrados de calidad.
Sea como fuere el equipo cada vez transmite algo más de seguridad sobre el terreno de juego en lo futbolístico y también unión fuera de él como muestra el homenaje ofrecido a su compañero tanto antes del choque como después de hacer el tanto.

Como ya se ha dicho ahora toca Majadahonda y ese filial atlético complicado al que es posible pueda faltarle algún jugador de ser convocado por Simeone para el partido del día siguiente, Sábado, frente al Español.  
Sí, he dicho día siguiente Sábado pues las "rarezas" no acaban con el partido por la mañana de ayer sino que continúan al jugar nuestro último choque del año en Viernes por la tarde.

A buen seguro habrá aficionados granates en el Cerro del Espino alentando al equipo. Ojalá ese aliento contribuya a alargar esta buena racha del Pontevedra CF al menos una jornada más. 

lunes, 10 de diciembre de 2018

Un jugador elegante; otro error inoportuno y un "chicharro" de bandera

Tiene el Pontevedra CF una querencia continua a instalarse en la incertidumbre aún cuando casi todas las circunstancias externas inviten a disfrutar un partido más tranquilo y sin agobios de ningún tipo.
Ayer debió ganar por más goles a su rival y solventar el choque mucho antes pero vivió con los agobios que provocan las apreturas del marcador hasta que un gol de bandera terminó por asegurar la victoria granate.

El equipo disputó una primera parte muy buena en la que marcó dos goles y contó con ocasiones más que de sobra para haber cerrado el encuentro de manera definitiva antes de volver a los vestuarios a reponer fuerzas.
A lo largo de esos primeros 45 minutos pudimos volver a ver a Jesús Berrocal ocupando el medio centro más defensivo del equipo y a Kevin descolgándose en muchas ocasiones para llegar al ataque ya sea con demarques potentes hacia las bandas o en llegadas a la frontal del área como la que protagonizó en el primer tanto al golpear con acierto y calidad un balón servido desde la derecha.

Vimos también otro paso en la progresión de Pedro Vázquez al que se le ve mucho más participativo y entero aunque en el día de ayer desaprovechó bastantes de sus mejores acciones por un irritante individualismo en el momento culmen de la jugada, ese en el que se requiere pasar la pelota al compañero situado en posición ventajosa y no liarse en regates inútiles que acaban por desbaratar ocasiones muy claras para marcar.

Pudimos observar igualmente como Javi López disputaba los mejores minutos en casa desde que viste esta camiseta y si bien volvió a estar despistado o poco activo defensivamente en un par de ocasiones en las que el Adarve profundizó por su banda, en ataque intervino de forma más regular y punzante abriendo alguna esperanza (por lo menos a este atribulado bloguero) de que su rendimiento siga yendo a más y se convierta en un baluarte importante en el juego de ataque del equipo.

Sin embargo, lo que más vimos fue a un jugador tocar la pelota con esmero y elegancia para devolverlo siempre en mejores condiciones en la que la recibió. 
Ese jugador, Romay, volvió a poner el punto de calidad en la zona de tres cuartos y si llega a transformar la ocasión de la que disfrutó en un uno contra uno contra el portero madrileño habría completado un partido realmente sobresaliente.

No mucho después de errar esa oportunidad que no debió perdonar, el ex fabrilista aprovechó otra ligereza de la defensa rival para servir un balón de oro en profundidad a su compañero Javi Pazos que se fue por velocidad de un defensa del Adarve y definió a la perfección mandando la pelota al palo largo con exquisita tranquilidad y acierto.

Este gol me produjo cierto "deja vú" con otro que se logró un día de finales de Enero del año 2012.
Penaba el Pontevedra CF en tercera división sus excesos del pasado cuando un chaval juvenil que debutaba en casa recogía un balón perdido en la segunda parte de un encuentro jugado contra el Cultural de Areas.  
Después de deshacerse de un rival, ese juvenil llamado Javi Pazos encaraba la misma portería que ayer enfiló frente al Adarve y aunque algo más escorado transformaba el primer tanto de aquel partido enviando como hace menos de 24 horas un balón venenoso al palo largo del portero del Areas.
 Aquel partido se ganó 2-0 y el segundo también fue marcado por Pazos que luego fue desapareciendo de las alineaciones hasta marcharse meses después en busca de minutos.

Ahora, en su primera experiencia en 2ªB pero más hecho y con un peinado de gusto discutible, ya marca habitualmente con la camiseta del Pontevedra y su quinto tanto de la temporada se pareció bastante a ese primero que logró hace seis años y que me vino a la memoria nada más besar las mallas su lanzamiento del día de ayer.

Más esa sensación "deja vú" experimentada con el segundo gol granate, no fue la única experimentada por este atribulado bloguero en el día de ayer. 

Los primeros minutos (no más de diez) del equipo tras la reanudación recordaron aquella etapa un par de años atrás (la temporada del play off) en la que salíamos medio dormidos en la segunda parte y provocábamos la reacción de los contrarios que trataban de aprovechar la anestesia general del grupo. 
Ayer, esta relajación inicial, permitió que el Adarve disfrutara de dos ocasiones muy claras para marcar que desaprovecharon al rematar muy flojo un cabezazo en posición muy ventajosa, la primera y al aparecer nuestro "santo" particular en la segunda (Edu Sousa) en una intervención plena de reflejos que desbarató un lanzamiento casi a bocajarro de un atacante madrileño.

Reaccionó, no obstante, el Pontevedra y sin daños que lamentar para el marcador volvió a hacerse dueño y señor del encuentro y a desbaratar ocasiones en las que bastantes veces ni siquiera se remataba al querer rizar el rizo en vez de ser prácticos de cara a la portería contraria.
Ejemplo de esta situación fue una jugada en la que Javi López en posición pintiparada para fusilar al portero rival prefirió ceder el cuero a Javi Pazos en un pase demasiado adelantado que desbarató una oportunidad inmejorable para sentenciar.

También es cierto que los dos jugadores que salieron de refresco no tuvieron su mejor día y no contribuyeron esta vez a mejorar el panorama.

El primer caso fue el más llamativo. 
Al filo del primer cuarto de hora del segundo tiempo, Luismi decide retirar a Javi López para dar entrada a Alex González en un cambio que pareció lógico por los minutos jugados por el primero en la CG y la velocidad con la que Alex podría dotar al juego del equipo con un Adarve que en lógica debería arriesgar más.
Sin embargo, Alex ayer no pudo amoldarse al ritmo del choque y disputó sus peores minutos con la granate desde hace mucho tiempo. 
No es que no lo intentara. Como siempre lo hizo pero los regates no salían; los controles se le iban largos y no fue ese Alex maravilloso que hemos podido ver en los últimos tiempos.

Poco después se producía el segundo relevo y este más sorprendente aunque a posteriori algo aclarado en rueda de prensa. Kevin con más de 25 minutos por delante dejaba su lugar a Arruabarrena. Extrañó el cambio porque no denotaba problema físico alguno el de Ponteareas. 
Sin embargo, Luismi tras el partido afirmó que ya en el descanso notó el mediocampista los "isquios" cargados y que a eso se debía la sustitución.    

Sea como fuere, el Pontevedra seguía sin hacer el tercero y para más "inri" a renglón seguido llegaba el tercer "deja vú" de la jornada. 
En un balón sin peligro aparente e ideal para cederlo de cabeza a su portero, León se lía e impacta el esférico con el hombro despidiéndolo con menos velocidad y provocando que un delantero del Adarve pueda encarar con comodidad a Edu y batirle para estrechar el resultado.
Como ya se ha dicho en otras ocasiones, es Adrián capaz de lo mejor y de lo peor en un mismo partido y ayer volvió a equivocarse absurdamente en una acción que costó otro gol en contra para el equipo. 
Fueron los minutos siguientes de desconcierto pues tampoco Arruabarrena acertaba con sus acciones sobre el césped provocando algunos nervios desde la grada y algún fantasma que otro sobrevoló durante algunos minutos el campo de Pasarón.

Hasta que Romay (que pasó a ocupar una posición más retrasada tras el segundo cambio) volvió a aparecer sobre el césped y contribuyó junto a la lucha de Pazos o la contundencia de Churre a bajar los humos de un Adarve que si se acercó pero que ya no logró gozar de ocasiones claras.
Aún así siguieron desperdiciándose opciones para sentenciar como una en la que de nuevo Romay deja solo a Alex con un pase precioso pero el mal control del pequeño extremo cántabro facilitó la salida con éxito del portero madrileño u otra en la que Aruabarrena no encontró el gol tras rematar en buena posición.
Hasta que llegó el tercer cambio y con él hizo su entrada Pibe en lugar de Pedro Vázquez.

Escasos minutos después una buena presión sobre un defensa provoca que este despeje de cualquier manera y el balón llegue al propio Pibe ya en campo contrario. El extremo progresa con velocidad y encuentra a Arruabarrena que en su mejor acción del choque se la devuelve al canterano para que este ya dentro del área pero escorado conecte un zurdazo con rosca espectacular para hacer un gol de bandera y asegurar de una vez por todas tres puntos que no podían ni debían escaparse de ningún modo de nuestro Estadio.  

Llevamos ya 16 encuentros de Liga, suficientes para poner sobre la mesa datos o tendencias inequívocas que enseñan el rumbo que debe seguir el equipo.

A saber, el Pontevedra ha ganado todos los partidos en los que ha marcado primero en esta Liga. En casa frente a Cultural, Salamanca, Coruxo y Adarve (solo los leoneses pudieron empatar para luego caer en aquella última acción del choque) y fuera frente  Fuenlabrada, Burgos y Rápido de Bouzas.

Sin embargo, no se ha ganado ningún partido en el que se empezara perdiendo y solo se pudieron empatar tres tras encajar primero (en casa frente al Fabril y Valladolid y fuera en Navalcarnero).

La consecuencia es muy clara. 
Es vital defender bien, no regalar nada y meter antes nosotros para tener casi todos los boletos para vencer. 
Por contra, si se empieza perdiendo, las dificultades para conseguir remontar como se deduce de los datos es mayúscula.

El Domingo volvemos a jugar en casa pero contra un rival de números opuestos a los del Adarve. 
Los madrileños llegaron aquí con una cifra interesante de goles a favor pero alta también de goles en contra y tal circunstancia tuvo su reflejo en el terreno de juego.
El filial canario, no obstante, mete muy pocos goles pero encaja también pocos por lo que todo hace indicar que algunas facilidades defensivas concedidas ayer por el rival pueden no aparecer dentro de seis días.

La receta, por tanto, debe seguir aplicándose incluso más rajatabla. No regalar nada ( a diferencia de los que pasó ayer en el gol rival) y ser más diligentes en área contraria.

¿El premio posible? Verse por vez primera esta temporada en puestos de play off de ascenso a segunda.  


     
         
    

martes, 4 de diciembre de 2018

Cuando jugar fuera ya no es un drama

Llevaba el Pontevedra CF demasiado tiempo siendo un "chollo" cada vez que disputaba sus encuentros a domicilio.
La segunda vuelta de la Liga 15/16, toda la temporada 16/17 (pese a la brillante clasificación para el play off de ascenso) y casi toda la 17/18.

Digo casi toda la temporada pasada porque en el tramo final de la misma el equipo cambió de rumbo fuera de casa y acumuló tres victorias en los últimos cuatro desplazamientos ligueros que resultaron decisivos para obtener la permanencia.
Parecía con esas victorias logradas en Valladolid, Navalcarnero y Majadahonda que la pésima racha lejos de Pasarón había pasado a la historia y que nos habíamos convertido de nuevo en un conjunto más fiable en sus desplazamientos.

No obstante, el titubeante comienzo en esta campaña 18/19 (con una derrota sin paliativos en Salamanca en donde el Pontevedra estuvo fatal, ese empate a trancas y barrancas logrado en Navalcarnero y la goleada encajada ante el Internacional) arrojó de nuevo dudas sobre si esa serie nefasta de resultados fuera se había o no superado por el equipo.

Con el paso de las semanas se ha visto que sí y debemos felicitarnos mucho por ello.

Han seguido existiendo malos resultados como los cosechados en Guijuelo o en San Sebastián de los Reyes pero estas derrotas se han visto acompañadas de tres victorias en las cinco últimas salidas que demuestran que para el Pontevedra CF salir de su ciudad a jugar un partido ya no es un drama sino otra oportunidad para sumar puntos en su casillero.

Es cierto que falta solamente un dato para que esta clara pesadilla como visitante quede completamente superada. 
Ese dato, o mejor dicho, esa anomalía viene derivada del hecho de que el Pontevedra no voltea un resultado fuera de casa desde hace tres años cuando en los Anexos de Zorrilla consiguió ganar por un gol a tres después de empezar perdiendo el choque.
Ojalá tardemos en descubrir si el equipo también es capaz de derribar este "muro" pues lo deseable es que tardemos tiempo en ponernos por detrás en el marcador a domicilio pero en el momento que esto pase veremos si somos capaces alguna vez de protagonizar esa remontada que desde hace tanto tiempo no se consigue fuera de casa.

La última victoria fuera se logró en Bouzas y además con una autoridad y aplomo importantes.

Sí, el Rápido está muy abajo en la tabla y era un encuentro asequible.

Ahora bien, en un campo como el Baltasar Pujales donde siempre es complicado evolucionar, dejar resuelto el encuentro en solo 30 minutos es un dato que no se puede dejar pasar pues pone de manifiesto que el Pontevedra no solo ganó sino que lo hizo con esa contundencia tantas veces anhelada cada vez que abandonamos nuestro Estadio.

Como se preveía, el balón parado iba a resultar determinante en el escenario gualdinegro y el Pontevedra dominó esa faceta logrando el 0-1 a la salida de un corner y sentenciando el choque con un tercero de falta magistralmente ejecutada por un Javi López que por fin ha dejado un detalle de clase fuera de toda duda.
Entre medias, el Pontevedra fue capaz incluso de enseñar esas virtudes con las que se nos venía diciendo que se quería dotar al conjunto desde principio de temporada, el toque y la combinación venenosa.    
A pesar de que el Pujales no deja demasiado margen para el lucimiento, la jugada del 0-2 con muchos pases en la zona media, el desmarque a banda de Kevin y el remate de Arruabarrena de cabeza tras el centro resultó precioso e incluso como algo fuera de lugar teniendo en cuenta en que estadio se estaba jugando.

Con esa primera parte tan brillante, en la que por cierto volvieron a alinearse juntos en ataque Pazos y Arruabarrena por segunda vez (la primera fue en Fuenlabrada también con victoria 0-2), el encuentro quedaba "listo de papeles" a salvo de la "guijuelada" de turno.

Y no se dio esa "guijuelada" a pesar de marrar Arruabarrena una ocasión pintiparada para hacer el cuarto y que poco después Adrián León cometiera otra de esas acciones inexplicables que a veces afean sus actuaciones provocando un penalti con el que el rival acortaba distancias.

A pesar de todo ello, el Pontevedra se defendió bien y acabó el encuentro sin excesivos sobresaltos para colocarse sexto en la clasificación y aumentar así el diapasón de la ilusión de su gente. 

Además de los tres puntos conseguidos en Vigo, en mi opinión la mejor de las consecuencias que conlleva esta victoria es la que se ha reseñado al principio de esta entrada: que cada desplazamiento del Pontevedra CF en Liga ya no es como una visita al dentista para quitarse una muela; que el equipo ha recuperado la competitividad a domicilio y que cualquier desliz que pueda cometerse en casa puede intentar restañarse como visitante pues los tiempos del "chollazo" granate jugando fuera parecen haber quedado definitivamente atrás.

Curiosamente, el calendario nos coloca ahora en un tramo en los que el equipo jugará muchos partidos en Pasarón.
De los cinco próximos partidos (los cuatro últimos de la primera vuelta y el primero de la segunda) cuatro se jugarán aquí.

No se trata de hacer "el cuento de la lechera" porque los primeros que no quieren hacerlo para no meterse presión son los propios jugadores que solo piensan en el Adarve (antes mañana mismo el Langreo en la C.G) y hacen bien pero como se ha dicho más arriba el fútbol muchas veces es ilusión y es normal que la afición se venga arriba ante el calendario más próximo que se nos avecina y en el que desea ver a su equipo seguir encaramándose a los puestos altos de la tabla. 

No obstante, sin ánimo de resultar demasiado cauteloso, mi posición es la misma que he escuchado manifestar a varios jugadores tras la victoria en Bouzas, la calma y  seguir la frase "partido a partido " que aunque exista desde los principios del balompié viene bien pronunciarla alguna vez para que no se pierda en absoluto la perspectiva.

Solo debe existir el Adarve y la idea de ganarle al Adarve. 

Ojalá lo haga el Pontevedra CF y además con esa autoridad mostrada en el Baltasar Pujales que no solo nos nutra con tres puntos más en la clasificación sino con argumentos para sostener la tesis de que nuestra presencia arriba no es accidental sino fruto de la capacidad y con vocación de continuidad hasta el final de la Liga.

Yo tengo ilusión, claro que la tengo, más prefiero "embridarla" y sacarla a pequeños borbotones conforme el equipo me transmita que es una ilusión con fundamento y no fruto de una alucinación.   

lunes, 26 de noviembre de 2018

Sufrimiento absurdo

El fútbol está lleno de frases. 

Algunas con sentido, otras sin él. Todas forman parte, no obstante, de ese mundo regido por un balón y poblado por las ilusiones de aficionados de todos los equipos que sueñan con vivir éxitos deportivos de esos colores a los que prestan fidelidad eterna a veces incluso sin saber bien el porqué.

Una de esas máximas preñadas de significado y verdad entre todas las que forman el vocabulario futbolístico es esa que dice "quien perdona lo paga". 
En esas cuatro palabras así ordenadas se encierra la circunstancia muy común en el balompié consistente en todas aquellas victorias que se van al limbo por no saber aprovechar las oportunidades propias para marcar y conceder solo una al rival que una vez transformada cambia el resultado de un partido que debió terminar indudablemente con otros guarismos.

Ayer el Pontevedra CF "no pasó por encima" del Coruxo. No dispuso de "tropecientas" ocasiones para hacer gol ni encandiló con su juego a su cada vez más menguada y callada parroquia. 

No, es cierto. 
Más también es verdad que hasta el minuto 70 aproximadamente de partido fue tremendamente superior a su rival y gozó de suficientes opciones para marcar como para haber dejado finiquitado el choque y no pasar los momentos de agobio de los últimos minutos en los que cualquier tontería podía haber echado por tierra un trabajo diligente y ordenado realizado sobre el maltrecho césped de Pasarón.

Esa circunstancia, el agobio del último cuarto de hora, se debió principalmente a la incapacidad del equipo para sentenciar ya el marcador en la primera parte y a esa desquiciante falta de gol que por segunda temporada consecutiva padece la plantilla pontevedresa.

Como tristemente viene siendo habitual en los últimos encuentros, el ambiente al comienzo del partido no era precísamente el más animado en las gradas del ex vetusto campo granate. 
La tarde negra, la lluvia persistente y las gradas demasiado vacías y silenciosas evocaban nostalgias de tardes más gloriosas y este atribulado bloguero no pudo sino volver a preguntarse como tantas veces lo ha hecho en las últimas temporadas como es posible que nada se haga para recuperar un Pasarón más nutrido, más presencia joven en las gradas y esa paz social que por lo menas permita que desde el fondo Norte se vuelva a animar sin fatiga al equipo y se eviten estos silencios que permiten incluso escuchar las voces de los protagonistas sobre la hierba.

Sea como fuere, el Pontevedra salió al campo decidido a ganar el encuentro y sin hacer nada del otro mundo encontró pronto caminos para inquietar la defensa "verde" y empezar a inclinar el choque hacia el territorio de juego vigués.
Los primeros minutos, esa vía se halló por nuestra banda derecha por la que primero Nacho (sólo unos minutos hasta que esas dichosas molestias le obligaron a retirarse), luego Campillo (su sustituto) y siempre Pedro Vázquez lograban penetrar por su banda y crear inquietud al equipo de Montes.
Solo el desacierto precísamente de Pedro a la hora de colocar buenos centros o elegir cual era la mejor opción para la jugada impedían que las ocasiones claras empezaran a llegar a la portería contraria.

A este jugador, Pedro Vázquez, le ve el que esto escribe algo mejor que en los primeros partidos en casa; con más ritmo y determinación a la hora de jugar pero le sigue faltando mucho acierto a la hora de crear verdadero peligro en sus acciones de ataque. Ayer, ni en la primera parte donde llegó muchas veces a línea de fondo ni en la segunda pudo sacar provecho a esa velocidad y mayor energía que empieza a mostrar en los últimos encuentros.

Aún así, el peligro empezó a llegar también por la otra banda. Por ese lado, como ya es habitual, Castro y Alex (aunque a este último le costó algo más en el día de ayer entrar en juego) comenzaron a hilvanar jugadas y darle un quebradero de cabeza más un Coruxo que no era capaz de superar la presión local y no aparecía ni de lejos por los dominios de Edu.

Javi Pazos (que ya había contado con una ocasión anterior en la que su disparo algo flojo fue atrapado por el portero rival) dispuso a continuación de dos ocasiones muy claras de las que normalmente habría que aprovechar al menos una.
La primera llegó tras un buen centro de David Castro que le encontró algo desequilibrado a la hora de rematar de cabeza marchándose el balón cerca de un poste vigués. 
La segunda, de haberse transformado, habría significado sin duda el gol hasta ahora de la temporada.  Alex inicia su clásico avance en ziz zag en dirección al área contraria, encuentra a Romay con un bonito pase al espacio y el jugador coruñés (que sigue creciendo) ante la salida de Alberto deja con el tacón una asistencia de lujo a Pazos que a portería vacía envía el balón por encima del larguero.

Se frustraba así una ocasión de las que nunca se deben perdonar; lo suficiéntemente clara como para hacer buena la frase recitada al comienzo de este escrito y que evitaba, además, que una jugada tan bonita y que en gran parte justifica el precio de una entrada acabara sin el máximo premio.

Con esa sensación de haber sido más equipo y haber gozado de oportunidades más que suficientes para haber al menos encarrilado el partido se acababa una primera parte en la que se volvía a poner de manifiesto que tenemos muchas dificultades para encontrar el camino del gol.

Por fortuna, en la segunda mitad ese tanto llegó pronto. Kevin recogía un balón en la frontal y lo estampaba contra un poste de la portería del Coruxo para que Pazos sin que nadie le molestara y controlando el balón  previamente (en un segundo que a más de uno se nos hizo eterno) alojara mansamente el cuero en el fondo de las mallas.

Y a pesar de ese gol el partido no cambió demasiado de guión. El Pontevedra siguió mandando y rondando el área sobre un césped cada vez más deteriorado y pesado que dificultaba la evolución de los jugadores y el Coruxo seguía como encogido incapaz de llegar al área de un hasta ese instante casi inédito Edu.

Así se llegaba a los últimos veinte minutos en los que el partido si bien no cambió completamente de dueño sí que experimentó un giro suficiente como para crear inquietud en la parroquia granate.
Todo empezó con una indecisión defensiva que permitió a Trigo cabecear en buena posición en área granate mandando el balón fuera y en un error absurdo de posicionamiento defensivo del Pontevedra que permitió a un delantero rival encontrar un autopista de tres carriles por el centro de la retaguardia y dilapidar esa ocasión con un lanzamiento algo inocente fuera.

A esta situación de incertidumbre no ayudó (siempre en mi opinión) las decisiones de Luismi desde el banquillo. No tanto por los hombres que decidió introducir (Mouriño y Pibe) sino por los dos que decidió sustituir.   
El primero un Manuel Romay que volvió a demostrar que va para arriba y que le habría venido muy bien al equipo en ese último cuarto de hora para tener un poco más el balón y frenar los desesperados intentos del Coruxo. 
Y el segundo a falta de nueve minutos, Kevin Presa, a cuyo cambio no encuentro todavía explicación pues con un marcador ajustado a favor le ofrece al equipo un trabajo, un equilibrio y una presencia que compensa cualquier cansancio que pudiera sufrir.
Incluso pareció ponerse el Pontevedra con ese último cambio en defensa de tres (Campillo de tercer central) con Pibe de carrilero derecho largo. Digo parece porque no quedó del todo claro si la intención con esa sustitución era mudar el sistema pues después de un par de minutos el Pontevedra pareció volver a la defensa de cuatro. 

A todo esto se unió una inusual circunstancia como la de cierta inseguridad de su mejor defensa hasta ahora, Victor Vázquez, que mostró ciertas dudas en lances en los que se suele desempeñar con mayor contundencia y arrojo.

Pudo aún así el Pontevedra marcar el segundo en otra de esas acciones casi "infallables" en las que por partida triple ni Pedro ni Alex ni Pibe lograron convertir y el partido entraba así en unos minutos finales en los que apareció Edu en un despeje a corner y en los que el Coruxo disfrutó de varios saques de esquina afortunadamente bien defendidos por el equipo.

Al final, en un partido que se debió ganar con más margen y sin esas apreturas, el silbato del árbitro puso fin al sufrimiento granate y permitió al Pontevedra CF sumar tres puntos importantes sin que el Coruxo hubiera encontrado esa jugada afortunada que nos hubiera mandado a casa a todos con un "cabreo del quince". 

Deja este partido en opinión del que esto escribe además de lo más importante, la victoria, otros detalles para la esperanza.
El primero no es otro que volver a dejar la portería a cero lo que ya se ha demostrado como condición casi imprescindible para sumar "de a tres".
Y el segundo (más en el aspecto individual y dado que la calidad técnica no es algo que abunde en esta plantilla ) el crecimiento constante de un Romay que aporta otra solución ofensiva al conjunto y ofrece una alternativa diferente a esa chispa y desborde incesante de Alex González que hasta ahora estaba demasiado solo a la hora de generar peligro a los equipos contrarios.

Viene ahora el partido de Bouzas. 

En mi opinión, será un choque muy complicado. El Rápido desde que Michel se ha puesto al mando puntúa con regularidad y en su casa se hará fuerte sin duda alguna.

Vital será no encajar pues de lo contrario el partido se puede acabar en el primer cuarto de hora tal y como pasó el año pasado en el que salimos dormidos y a los quince minutos ya nos habían metido dos goles.
No somos un equipo goleador y a medida que avanza la competición tenemos más pruebas de ello.

En el Baltasar Pujales habrá que tener la misma actitud de ayer en el choque, la segunda jugada, el balón dividido y todos esos lances que determinan que en un campo como ese se pueda salir airoso o no.

Veremos como sale. 
     

                

martes, 20 de noviembre de 2018

Ese listón que no para de bajar.

Aquellos que visitan habitualmente este blog (circunstancia para la que me faltan palabras de agradecimiento) posiblemente sepan ya de sobra que una de mis actividades predilectas a lo largo de mi infancia y adolescencia no era otra que "tirarme" horas y horas delante de una televisión para ver cualquier campeonato que se pusiera por delante de casi todas las especialidades deportivas habidas y por haber.
El atletismo siempre estaba entre las acontecimientos que más interés me despertaban y no era nada raro para mí poner el despertador a primera hora de la mañana de cualquier día de verano para no perderme ni la primera prueba de la sesión matutina de un campeonato de Europa, mundial o no digamos ya Juegos Olímpicos.
Con un vaso de proporciones gigantescas lleno de cola cao, galletas chiquilín  y un poco de leche que a duras penas sobrevivía entre el maremagnum de grumos achocolatados y trozos de esas deliciosas representantes del mundo "galleteril", me sumergía en las interminables series de la primera ronda de los 100 metros, las primeras pruebas de las combinadas o diferentes calificaciones de los  denominados  inexplicablemente concursos.

Una de las especialidades que más me gustaban por aquellas época era el salto de altura. En chicos, veía los tremendos impulsos de alemanes como Carlo Thrainhardt o Dietmar Mogenburck, al inolvidable sueco de la melena Patrick Sjoeberg o al todavía recordman mundial Javier Sotomayor que un día de Julio de 1993 logró superar en Salamanca el listón situado en 2,45, altura que más de veinticinco años después nadie ha superado.

En mujeres (y con esa dichosa propensión a enamorarme platónicamente de algunas de las deportistas que protagonizaban sueños deportivos) gocé con Sara Simeoni y con Ulrike Meifarth y un poco más tarde presencié en pleno éxtasis de palomitas de maíz y aquella bebida azucarada llamada "tang" del récord del mundo establecido por la  búlgara Stefka Kostadinova que con esas piernas interminables que poseía logró saltar 2,09 en 1987 estableciendo un top mundial que tampoco ninguna mujer ha podido rebasar hasta el día de hoy.
Incluso en aquellos años 80 y primeros de los noventa el español Arturo Ortiz colocó el récord de España en unos 2,34 muy notables a los que ahora ni se acercan los más cualificados saltadores de altura patrios.

Ha habido en los últimos años buenos representantes de esta modalidad. En mujeres, nuestra campeona olímpica Ruth Beitia y, sobre todo, Blanca Vlasic y ahora Latsiskene que coquetea en los últimos tiempos con ese legendario récord de Kostadinova. En hombres, también hay gente que llega de vez en cuando a los 2,40 pero en general el listón ha bajado considerablemente desde aquellos tiempos dorados para la altura.
Ese listón que permanece inalcanzable en sus mejores marcas desde hace tanto tiempo para varias generaciones de atletas sigue siendo la meta que persiguen los más cualificados y cualificadas deportistas que practican esta especialidad tan bonita y que revolucionó en su día Foxbury cambiando por completo el estilo del salto.


Ese listón, por otra parte, que al igual que ocurre en Salto de altura parece cada vez más bajo en cuanto a las exigencias deportivas de un histórico de nuestro fútbol que navega sin pena ni gloria una temporada más por las catacumbas de la 2ªB, el Pontevedra CF.

El Domingo pasado el equipo perdía por dos tantos a uno en el campo del San Sebastián de los Reyes y desechaba otra oportunidad de reafirmarse en la competición tras los tropiezos en Guijuelo y en casa ante el Fabril.

Como ya viene ocurriendo hace demasiado tiempo, junto a esa sensación de disgusto y decepción que siempre acarrea una derrota del Pontevedra, se une otro sentimiento quizá incluso todavía más corrosivo que el de la pérdida misma del partido, el de la justificación constante de los resultados negativos por un entorno que en opinión de este atribulado bloguero no hace sino contribuir a la irritante pérdida de prestigio de un equipo, insisto, histórico del fútbol español y que nunca debería navegar a la deriva en una segunda división B formada por ochenta equipos.

No entiendo como tras caer en Matapiñoneras se puede afirmar (como se ha hecho) que en esta población de la capital de España pudo verse a un "gran" Pontevedra o que en tramos del choque se jugó de manera "espectacular".

El propio entrenador del Pontevedra CF (cabal, comedido y realista en la mayor parte de las ocasiones en las que comparece) reconoció en la rueda de prensa posterior al encuentro que el primer gol encajado se debió a un error "muy grave" en el posicionamiento defensivo del equipo y que tampoco se estuvo muy feliz en la jugada del segundo.

Que luego se haya "tocado" bastante bien en algunas fases del encuentro (ya con el marcador en contra)? Nadie lo niega; que se dispuso de alguna ocasión de gol al margen del logrado? Pues también.
¿Es suficiente lo expuesto el Domingo por la mañana para calificar al equipo de "grande" o "espectacular"? Todos tendrán su opinión, pero la mía desde luego es que no y que lo único que se consigue así ( no sé si de forma intencionada o involuntaria) es normalizar de manera irritante la derrota y no situar las exigencias de esta institución al nivel que requiere su grandeza y su lugar en nuestro balompié.

La jugada del primer tanto madrileño sencillamente no se debería permitir a un equipo que hasta hace un par de jornadas estaba consiguiendo un notable hermetismo defensivo. La línea de fondo la adquiere el rival con una facilidad pasmosa y tras su centro los centrales pontevedreses estaban uno en Cáceres y otro en Valencia dejando campar a sus anchas nada menos que a Cristian Perales.
Esta jugada no obedece a la misma causa que ocasionó el primer tanto en Guijuelo. Allí un error individual costó ese gol que desequilibró la balanza pero una cosa es esa y otra muy diferente es naufragar en defensa no solo en ese primer tanto franjirrojo sino también en el segundo.

Las victorias seguidas que se consiguieron hace semanas vinieron provocadas por no conceder nada (o casi nada porque el día del Salamanca al principio ellos tuvieron una clarísima) y aprovechar después alguna en ataque para ganar el partido. Así se hizo en Fuenlabrada (sufriendo algo más al principio), en Burgos o en casa frente a la Ponferradina para arrancar el empate sin goles.

El Domingo el guión no fue ese sino que se volvieron a dar facilidades y de verdad que no entiendo los halagos posteriores que ponen el listón granate a la altura de las rodillas del club y que lo hacen un poquito más pequeño.

Como no he leído ni he escuchado las preguntas que yo habría hecho tras el partido me daré el gusto de formular alguna de ellas.
¿Por qué el S.Sebastián de los Reyes tiene dos delanteros a los que al parecer se le caen los goles de las botas y nosotros no?

¿Es este Sanse otro equipo mastodóntico en la categoría al que no podemos aspirar a superar ni en lo deportivo ni en los económico como a la Cultural, Ponferradina, Funlabrada, Castilla etc ect?

¿El liderato que ahora ocupa nuestro rival del Domingo no nos hace comprender que haciendo un poquito bien las cosas a la hora de configurar una plantilla "sin tirar la casa por la ventana" el estar verdaderamente arriba no es ninguna quimera? 

En fin, no sé si en un futuro cercano el equipo conseguirá retomar su seguridad defensiva como bloque que visto lo visto parece la única oportunidad de intentar acercarse los más posibles a los puestos cabeceros.
No sé tampoco lo que se dirá si no somos capaces de ganar en casa el Domingo al Coruxo (no descarto que se "venda" que el rival cuenta con mejores posibilidades a la hora de competir en la categoría).
Lo que sí sé es que o sellamos otra vez nuestra portería o los equipos de arriba se acabarán por alejarse sin remedio alguno y los de abajo se acercarán sin prisa pero sin pausa.

Para más Inri, mañana vuelve la dichosa Copa Federación que como se ha visto ha multiplicado el prestigio y las apariciones mediáticas del club al ganarla la temporada pasada.

Como ya sucediera el año pasado, el club cobrará cinco euros a sus abonados no especiales si quieren presenciar el acontecimiento.

Genial, todo genial o, si se quiere, espectacular. 



          
         
    

lunes, 12 de noviembre de 2018

La "intensidad"

Entre los términos que en las últimas décadas se han colado de rondón en el vocabulario futbolístico encontramos el famoso de la "intensidad". 

Cuando un equipo está "intenso" lo que se quiere decir es que está metido de lleno en su trabajo; que presiona en conjunto; que mete la pierna con nobleza pero con fuerza; que pelea los balones divididos o las segundas jugadas con gallardía o que alcanza una concentración extrema en el juego que le permite llegar más y mejor a todos los lances del choque.

"A sensu contrario", cuando afirmamos que al equipo le falta esa intensidad lo que realmente queremos decir es que tiene la cabeza en otro sitio; que está despistado; que parece haber salido más a jugar un partido de solteros contra casados que uno oficial o, en suma, que ofrece unas facilidades al rival que causan frustración, exasperación y bastante asombro.

Jugar con "intensidad" no provoca que un equipo vulgar se convierta en excelente. No convierte a jugadores normales en estrellas del balón pero jugar con un ritmo adecuado de juego (o con "intensidad", demonios) sí consigue que ese equipo con sus virtudes pero también con sus carencias alcance una  buena versión de sí mismo que en teoría es a lo que debe aspirar siempre un grupo de jugadores: alcanzar el mayor rendimiento para el que está capacitado.

Si a un partido de fútbol oficial, de Liga y además jugado en casa se sale medio dormido, al "tran tran" y casi de paseo, es decir, sin la "intensidad" mínima exigible, lo previsible es que el equipo de enfrente llegue antes a todos los balones, encuentre de manera fácil todas tus carencias y te dé una pequeña lección de lo que no hay que hacer sobre un terreno de juego.

El Pontevedra ayer salió mal al césped. No es cuestión de que haya jugado este en lugar de aquel o si se alinearon dos, tres o dieciocho centrales. De lo que realmente se trataba es que mientras un equipo, el blanquiazul, había salido al campo en cuarta velocidad tú tan solo lo hiciste en segunda y así es muy difícil que el marcador permaneciera, al menos, con empate a cero.

A medida que avanza la competición estamos comprobando como el Pontevedra CF vuelve a ser este año un equipo con no demasiada calidad técnica y escaseando la misma, sobre todo, en la parcela ancha del terreno de juego. 
Asumiendo dicha circunstancia, el entrenador y sus jugadores no han dudado en los últimos tiempos en elegir una forma de jugar más cautelosa, con la clara idea de evitar ponerse por detrás en el marcador y tratar de ganar los encuentros aprovechando alguna de las ocasiones de las que se pueda disfrutar en ataque.
El plan salió bien en varias ocasiones y hace ocho días en Guijuelo (a pesar de las bajas) el equipo se mantuvo firme hasta que el rival encontró esa jugada aislada en forma de penalti que decantó el choque.
Ayer los goles del Fabril no vinieron, en cambio, de la mano de lances aislados o afortunados sino por la pasividad y facilidad defensiva otorgada por el Pontevedra que sorprendió en gran medida por la alta concentración que en esa faceta había tenido el equipo en las últimas semanas.

El primer gol es muy bonito. El lanzamiento del jugador del Fabril es precioso pero el océano existente en la zona de tres cuartos de ataque fabrilista sin que ningún jugador granate estuviera medianamente cerca para entorpecer el disparo fue igualmente inmenso.

El segundo gol deportivista tampoco encontró a nadie en nuestra banda derecha defensiva que impidiera la penetración hasta casi linea de fondo del interior contrario y a pesar de la buena maniobra de Uxio dejando pasar la pelota hasta el corazón del área, el jugador que marca el tanto tuvo tiempo hasta de controlar el esférico en esa zona tan caliente antes de fusilar a Edu Sousa sin remisión.   

El problema de esa primera parte, por tanto, no fue ya que el Pontevedra fuese incapaz de generar más peligro que un remate desde lejos de Kevin con un segundo lanzamiento de Pedro Vázquez tras el rechace sino la pasividad mostrada en defensa que propició que el partido se pusiera muy cuesta arriba al descanso.  

La segunda parte fue diferente casi desde el principio pero sobre todo tras la salida al campo de Romay por un Javi López otra vez decepcionante y carente de todo peligro. 

Ya antes de la salida del ex fabrilista el Pontevedra había dado muestras de otra actitud con algún lanzamiento sobre la portería rival pero con la incorporación de este jugador el equipo, además de ese empuje que pareció adquirir tras el descanso, consiguió reunir algunas gotas de fútbol que contribuyeron a mejorar bastante la imagen.

Antes del chaparrón granate, no obstante, debió aparecer el de casi siempre para evitar la sentencia al desbaratar un mano a mano de Uxío con una buena parada. Sin esa intervención de Edu es posible (casi seguro) que nada de lo que pasó después hubiera sucedido y es bueno recordar lo importante de esa actuación del portero.

Y llegó la última media hora y el Pontevedra que parecía otro empezó a avasallar al Fabril. Con Alex González otra vez eléctrico, incansable y  muy peligroso por la izquierda, con un Romay que en ocasiones racionalizaba un poco el juego por abajo del equipo y, sobre todo, con los problemas defensivos del rival en los balones aéreos, el Pontevedra acumulaba ocasiones de gol solo falladas por una desesperante falta de decisión en el último instante de las jugadas.

Ya se habían fallado dos o tres muy claras cuando en un saque de esquina Romay recortaba distancias con un buen cabezazo conectado en difícil posición y solo tres minutos después, tras otro balón parado, Javi Pazos utilizaba de manera muy hábil y estética el recurso del tacón para empatar un partido que en ese momento parecía que se podía remontar.

No obstante, tras el 2-2, el Fabril también cambió un poco su negativa actitud del segundo tiempo y volvió a querer la pelota y conseguirla alcanzando algunas posesiones largas que si bien no terminaban en ocasiones de ningún tipo si paraban un poco las acometidas granates.

Llegaron los últimos minutos y quizá se echó en falta en ese instante la presencia en el banquillo de un Mouriño que con su habilidad en el balón parado bien habría podido crear mucho peligro en los corners y alguna falta lateral de los que todavía pudo disfrutar el Pontevedra. 

Se pudo hacer también el tercero en una bonita jugada a cuyo remate no llegó por centímetros un exhausto Alex González pero al final no su pudo culminar la remontada y la sensación  (por la menos la de este atribulado bloguero) es que se habían escapado dos puntos que jamás debieron volar de Pasarón si en la primera parte no se hubieran cometido tantos errores. 


Con el punto conseguido el equipo se acomoda en al novena posición de la tabla a la misma distancia de los de arriba que de los de abajo (al menos del play out). 

No tengo nada claro que esta plantilla pueda aspirar a más (ojalá sí ya que al igual que la temporada pasada la igualdad es la nota predominante sin que aparezcan demasiados equipos que muestren autoridad) pero lo que es evidente es que no se puede dar tanta ventaja al rival como ayer se dio en los primeros 45 minutos.
Si el equipo está concentrado desde el principio (o "intenso" como se dice ahora) ya ha demostrado que puede pero si no lo está las posibilidades de éxito caerán en picado.

La vuelta de Victor Vázquez "Churre" está felizmente próxima y posiblemente ayude siempre y cuando no se salga a los partidos con el despiste de ayer.
La línea del rendimiento de Romay sigue en ascenso y también ello constituye una buena noticia.

Más esos ingredientes que pueden darle mejor sabor al plato necesitan sobre todo que la base de la receta (concentración, seguridad y, sí, intensidad) no se quiebre como ayer se rompió en la primera parte.
Si esa base funciona, todavía habrá tiempo más que de sobra para soñar.

lunes, 29 de octubre de 2018

Calma insólita

En más de un partido (y de dos) de la temporada pasada jugado en casa terminé con la sensación de que el equipo rival nos había ganado o empatado sin hacer apenas nada sobre el césped. Orden defensivo, un poco de oficio y acierto para cristalizar una de las poquísimas ocasiones creadas eran los ingredientes básicos que los equipos visitantes utilizaban para empatar o incluso ganar en el Estadio Municipal de Pasarón.

Es cierto que algunos de esos equipos que nos visitaron la temporada pasada y que lograron puntuar en Pontevedra no solían exhibir esa practicidad en el resto de sus encuentros ligueros y que aquí se encontraron más a sus anchas debido a la calamitosa campaña que el Pontevedra tuvo a bien protagonizar pero otros sí solían aplicar esa receta con regularidad a lo largo de la competición y fruto del éxito de la misma consiguieron buenas clasificaciones.

El Pontevedra CF parece haberse decidido por dejarse de retóricos planteamientos y búsquedas de una excelencia casi imposible para adoptar una versión sobria, segura y sin aspavientos que le acerque con mucha más regularidad a la consecución de victorias que le catapulten al vagón delantero de la tabla.

Es cierto que adquirir esa seguridad defensiva no es algo baladí y fruto de una varita mágica con el que se señale a todos los jugadores para sacar como por ensalmo ese grupo compacto en el que en los últimos tiempos se ha convertido el Pontevedra. 
Todo lo contrario, mantener la portería a cero durante cinco partidos seguidos y dar esa imagen cohesionada a lo largo de muchos minutos no puede ser sino consecuencia de un trabajo diario en el que parecen haberse apartado ideas más estéticas, combinativas o románticas del balompié para ser sustituidas por frases a veces tan injustamente vilipendiadas en el fútbol de hoy en día como "portería a cero"; " no encajar y ya meteremos alguna" etc etc.

Y digo esto porque el Pontevedra ganó ayer su partido frente al Salamanca CF sin hacer demasiadas cosas sobre el terreno de juego. Es más, la salida del equipo al césped no fue la mejor y todo podría haber cambiado para peor si el conjunto blanquinegro no hubiera errado en el minuto 4 una ocasión tan clara que parecía más complicado fallarla que meterla dentro.
Más el caso es que el Salamanca la falló y no contento con eso regaló lastimosamente el primer gol al "colársele " a su portero por debajo de los brazos en un inofensivo disparo desde lejos de Kevin Presa.
Ahí empezó a cambiar todo y el Pontevedra CF a mandar en el partido aprovechando la desesperación de un rival que en el primer cuarto de hora de partido ya había demostrado su inocencia en las dos áreas de castigo.
Y más se puso todo a favor a raíz de una contra bien empezada por Pedro Vázquez, continuada por ese puñal en banda izquierda llamado Alex González y finalizada por Arruabarrena con un remate a escasos metros del portero que nada pudo hacer para evitar el 2-0.

Todavía existió la posibilidad de cambiar siquiera un poco el guión poco después de ese 2-0 en una jugada en la que el Salamanca ganó muy bien la espalda a Nacho Lorenzo en la izquierda pero en ese instante apareció el de casi siempre, es decir, Edu Sousa para abortar en gran intervención el remate del delantero rival y poner punto y final con muchos minutos de antelación al partido de ayer.

No exagero.

Ni en los bastantes minutos que todavía faltaban para terminar el primer tiempo ni sobre todo en la segunda mitad el Salamanca dio la más mínima impresión de inquietar el área de peligro del Pontevedra CF.
Tuvo la pelota, sí, porque el Pontevedra se la entregó sin tapujo alguno pero esa posesión tan ambicionada por algunos en el fútbol actual no le sirvió para nada a los castellanos que se estrellaron una y otra vez con el sistema defensivo granate.

A consecuencia de lo anterior, el choque transcurrió para los pocos aficionados presentes de una manera tan plácida que casi ni se recordaba por estos lares y el Pontevedra controló como quiso y en todo momento a un contrincante que no lograba alterar el guión ni con los cambios que introdujo en su parcela ofensiva.
Nuestra banda izquierda ocupada por el novel Lorenzo y que sufrió en un par de ocasiones en la primera parte no volvió a experimentar sobresaltos, Nacho López dominó su banda con tranquilidad e incluso cumplió con creces en el centro de la defensa tras la inoportuna lesión de Victor Vázquez "Churre" y Campillo (que dio el susto al principio con unos estiramientos sobre el campo que dejaban la duda del estado muscular de una de sus piernas) realizó su trabajo sin problemas en buena conexión con el citado Churre.

En el medio campo y con la posesión entregada al rival, el Pontevedra se limitaba a contener sin demasiado entusiasmo a la hora de hilvanar algún contragolpe y en ese medio centro volvió a a aparecer junto a Kevin un Berrocal trabajador en la presión pero que por lo menos a este atribulado bloguero le sigue dejando muchas dudas en esa posición sobre todo cuando enfrente tengamos un equipo cerrado y que nos obligue a jugar con más velocidad en busca de escasos espacios.

Dejó algún detalle más que en otras ocasiones Pedro Vázquez que parece ir cogiendo el ritmo a medida que pasan los partidos e incluso Javi López en la primera parte tocó con acierto en alguna ocasión aunque sigue apareciendo muy poco hasta el extremo de que en la segunda parte apenas se le vio aunque no desentonó en el trabajo defensivo del bloque.

Pudo hacer el tercero Alex González cerca del final pero el portero salmantino rechazó con acierto su disparo y en esos últimos minutos volvió a aparecer con ilusión un Javi Pazos que también pudo marcar en otra ocasión y que dotó de algo más de velocidad y chispa al ataque granate para evitar algunos bostezos que a esas alturas ya eran generalizados.

Lo peor de todo, sin duda alguna, las lesiones. 

El primer cambio de ayer vino motivado por las dichosas molestias con las que lleva jugando desde hace mucho tiempo Kevin Presa y que ayer provocaron que saliera realmente dolido y cojeando ostensiblemente del campo.  
Y poco después, el mejor defensa de largo hasta ahora del equipo, "Churre", en una mala caída sobre el césped tras un gratuito "toque" de un rival, se luxaba un codo haciendo saltar de dolor al contundente central de Marín.

Ayer, el equipo se ordenó con la salida de Juan Barbeito al lateral derecho y la ubicación de Nacho López en el centro que como ya se ha dicho cumplió sin problemas los últimos veinte minutos pero no se puede negar que esta baja que además parece que se prolongará durante bastante tiempo de Vázquez es trascendente porque por lo menos desde fuera parecía el "jefe" de la defensa y suplirle no va a resultar nada fácil.

Sin más sobresalto que el producido por esta lesión y las sempiternas molestias de Kevin (que no es poco sobresalto, la verdad) acabó un partido muy cómodo para un Pontevedra que parece haber encontrado su plan de juego y acción de una manera aparentemente diferente a la que se decía al comienzo de la Liga pero con el que el equipo parece encontrarse cada vez mejor y más seguro de sí mismo.
Los tres puntos nos elevan a la sexta posición y desde hace mucho tiempo colocan al Pontevedra más cerca del play off de ascenso que el de permanencia y a pesar de que viendo jugar al equipo (por lo menos en casa) no es un enamoramiento súbito o un flechazo a primera vista lo que se experimenta, lo cierto es que estamos yendo para arriba siendo por fin más concretos en el transcurso del juego: "no nos meten y (aunque poco) nosotros sí metemos alguna" .

Para Guijuelo perdemos por vez primera a "Churre" (preocupante, insisto) pero recuperamos a Castro y también a León si este último supera sus ya tradicionales molestias en los isquios.
Supongo que Kevin será duda a lo largo de la semana en función del estado e intensidad de sus molestias.

Si hay un campo (quizá con el de Bouzas) en el que la fórmula "no encajes de ninguna de las maneras y trata de aprovechar la que tengas" es de imperativa aplicación es el de Guijuelo.
Allí será fundamental volver a exhibir la cohesión defensiva de los últimos partidos ante un equipo que maneja muy bien el juego en su estadio y que cuenta con jugadores de envergadura que no lo pondrán nada fácil.

Si aparece otra vez ese Pontevedra CF sólido, férreo y contundente atrás además de concreto arriba habrá posibilidades de salir airosos y aumentar la ilusión que empieza a despertar el equipo a ´raiz de su trabajo en las últimas semanas.




     


    

  

martes, 23 de octubre de 2018

Puro, coñac y dolor de cuello

Hubo un tiempo en el que la retransmisión televisiva de los partidos de fútbol no era el pan de todos los días para los futboleros de nuestro país.
El "pagar por ver" todavía era una quimera y los aficionados se contentaban con degustar desde sus hogares un partido de primera cada jornada (Sábados o Domingos al caer la tarde)  y algunos partidos de competiciones europeas que los equipos españoles disputaban entre semana y a la Selección de vez en cuando.

En aquella época en la que el fútbol modesto no era todavía tan vilipendiado, ninguneado y hasta olvidado como lo es ahora, acudir a presenciar "in situ" el partido del equipo de tu pueblo o ciudad era para mucha gente una de las pocas posibilidades de vivir el fútbol cada semana.

Eran tiempos de transistores sin auriculares y de rifas al descanso con marcador "instantáneo" incluido patrocinado por firmas publicitarias de la comarca.
Partidos en los que al mismo tiempo en que los espectadores veían como Tapia sacaba con elegancia un balón desde atrás o José Emilio centraba con su "guante" desde la izquierda, acababan también desde las gradas laterales con dolor de cuello por consultar en aquellas tablas rústicas del marcador instaladas en el fondo Norte si había marcado el Madrid, el Barca o cualquier otro equipo de Primera División.
Como olvidar la cara de funeral que se le ponía a mi padre cada vez que encajaba el Athletic Club de Bilbao o la sonrisa que me invadía si el que lo hacía era el otro equipo atlético rojiblanco.

Eran partidos con sabor a pipa en el que existía el riesgo de quedar ahumado por el humo de un kilométrico puro si el espectador de mi derecha compartía la costumbre de mi "viejo" ( a la izquierda) de fumarse uno de esos habanos interminables.
O de apretar la nariz cada vez que los efluvios de un viejo coñac servido en vaso de plástico llegaba a mis (por aquellos tiempos) tiernos conductos olfativos; de acudir en el descanso a vaciar la vejiga a los urinarios del estadio para poner todavía más a prueba a esos conductos recién mencionados o de volver a casa ya caída la noche pensando en el examen de matemáticas del día siguiente con la ilusión de una victoria granate o con la desazón de una derrota que se unía a mi incapacidad para entender  de ecuaciones, polinomios y demás jeroglíficos inescrutables.

Años más tarde llegó primero el canal plus con el partido de pago a principios de los noventa y luego el "pay per view que daba la posibilidad de ver cualquier partido de primera en tu propia casa o en cualquier bar o cafetería aunque los horarios se mantenían más o menos estables sin abarcar absolutamente todas las franjas horarias de Sábado y Domingo.

Hoy en día esa "contención horaria" hace tiempo que ha desaparecido y a la LFP y al 99% del entorno del fútbol le importa menos que nada el daño que se le hace a los equipos no pertenecientes al fútbol "profesional" tamaño disparate televisivo.

La jornada del próximo fin de semana es otro ejemplo del completo desprecio que por el fútbol de élite se tiene por las categorías más modestas con la fijación del clásico (otrora derby, denominación apartada de los Barca- Madrid o viceversa por los puristas del lenguaje, esos mismos que censuran decir "rechace" por que debe decirse "rechazo") para el Domingo a las 16,15 h.

A pesar de que este atribulado bloguero (y con él bastantes aficionados granates) habría acudido puntual a su cita con Pasarón si el Consejo de Administración no hubiera decidido cambiar la hora habitual de los partidos en casa, he de reconocer que resulta lógico variar esa hora de comienzo pues desde hace tiempo la asistencia al campo no es demasiado alentadora y podría resultar todavía más desangelado Pasarón si a alguno "de los de siempre" se le da por claudicar esta vez ante el apasionante clásico y dejar vacía su butaca a la ribera del Lérez.

Por ello, me parece razonable en esta ocasión no jugar el Domingo a las cinco no por plegarse a las exigencias de este fútbol de primera cada vez más corrosivo con las necesidades de los modestos sino por intentar no contribuir a que el ambiente para el Pontevedra CF en su propia casa no sea una mera anécdota.

A partir de ahí se podría entrar a discutir si en vez de las seis y media de la tarde del Domingo (hora fijada para el choque contra el Salamanca Cf. UDS) se podría haber elegido la tarde noche del Sábado pero lo cierto es que competir a día de hoy con un Barca- Madrid es prácticamente imposible salvo para algunos enfermos que iríamos a Pasarón hasta el mismo día y hora en que se jugase la final de un Mundial sean quienes fueran los participantes en ella.

A este choque frente al Salamanca acudirá el Pontevedra CF tras lograr la segunda victoria consecutiva fuera de casa al vencer y hacerlo con justicia al Real Burgos gracias a un gol de Pedro Vázquez.
Toda victoria es importante pero esta contiene ese matiz ya citado de constituir la segunda victoria seguida a domicilio por lo que parece que como visitante el equipo va arreglando los tremendos problemas que hace tiempo sostenía y está en camino de desterrar esa idea odiosa de que ganar fuera para nosotros suponía un acontecimiento extraordinario.
Además, por cuarta jornada consecutiva se ha conseguido mantener la portería a cero lo que trasluce la seguridad que el equipo en su conjunto está adquiriendo a la hora de defender constituyendo tal circunstancia una muy buena noticia.

Desafortunadamente ( y a pesar de que el trabajo defensivo es de todos y no solo de la retaguardia) las expulsiones de León y David Castro (esta pendiente de recurso pero con pocas posibilidades de prosperar) provocarán la necesidad de nuevo de cambiar piezas en la defensa y es de suponer que ya a estas alturas Luismi Areda estará dándole vueltas a como recomponer aquella.

El Salamanca CF UDS llegará, por contra, abajo en la tabla y con el fuerte golpe de la derrota en casa ante el Rápido de Bouzas gracias al primer gol logrado por el equipo vigués en toda la temporada.

 Es de suponer que la confianza del rival no estará precisamente por las nubes y no estaría demás que el Pontevedra aplicara la misma receta que los rivales elaboraban contra nosotros en los tiempos en los que puntuar fuera nos era muy difícil y además la clasificación nos apretaba. 
Salida fuerte, tratar de marcar pronto y jugar con la desesperación del contrario, deberían ser los ingredientes de dicha receta.    
 
Llevamos demasiado tiempo sin ganar en casa y ya toca lograrlo siempre que no creamos que el rival vendrá aquí a extendernos la alfombra.

Ellos están mal, sí. 

Más deberá ser el Pontevedra quien se lo recuerde a base de entrega, concentración, empuje y esa determinación a la hora de ir a por el contrario que en ocasiones ha faltado en los partidos que llevamos en casa.



      

lunes, 15 de octubre de 2018

Empate a nada con extravagancia incluida.

He intentado no comenzar esta entrada del blog con la extravagancia, rareza u ocurrencia (que diría el otro) del partido jugado ayer.
Pensando en como diseñar este escrito puedo asegurar que he intentado por todos los medios refugiar en un cajoncito al fondo de mi mente el "fenómeno extraño" vivido ayer en Pasarón.
Inmerso en el ya legendario e insoportable insomnio del Domingo noche, razonaba que podría resultar mejor empezar la entrada resaltando la tercera jornada seguida sin encajar un tanto y el buen hacer defensivo del equipo que acabó por minimizar casi por completo el desempeño ofensivo de la Ponferradina.

Sin embargo, entre puñetazo y puñetazo a una almohada rebelde y el subir y bajar continuo de un edredón que a veces faltaba y otras sobraba, decidí que me sería imposible no citar desde el principio la anomalía incluida en la alineación granate a la que todavía no encuentro explicación a pesar de las horas transcurridas desde el término del choque.

Berrocal de medio centro posicional y primer receptor del balón en corto en aquellas ocasiones en las que Edu no optaba por enviar la pelota larga en pos de la velocidad de Alex Glez o bien la envergadura de Arruabarrena.
Esa fue la sorpresa del "once" inicial de ayer y en mi opinión la gran noticia del encuentro a pesar de que el "suceso" pasó desapercibido en la rueda de prensa posterior al partido en la que no se formuló pregunta alguna al respecto.
Vaya por delante que no se cuestiona en este blog la entrega y dedicación del jugador que como en él es habitual entregó las fuerzas que llevaba dentro y trató de cumplir con la misión encomendada durante el partido por mucho que dicha tarea resultase absolutamente desconocida o incluso absurda.

La acción más repetida ayer por Berrocal fue la siguiente: Pase de Edu a escasos metros de nuestro área y devolución hacia atrás de un delantero ( o ex delantero, ya no se sabe) cuya falta de confianza en esa labor resultaba bastante evidente. Un pase horizontal  y ninguna incorporación al ataque al margen del balón parado fue el bagaje ayer de el experimento en la alineación del Pontevedra CF.
Vuelvo a insistir en que Jesús Berrocal se dejó todo sobre el césped y que en ningún caso se duda de su implicación para con el grupo pero debo confesar que hacía muchos años que este atribulado bloguero no se quedaba tan anonadado con un movimiento así en una alineación granate y por muchas vueltas que le doy a la cabeza todavía no soy capaz de deducir que se buscaba (si es que se buscaba algo) y la ventajas que para el equipo tuvo ayer la presencia de Berrocal en esa posición.

Como quiera que nos enterábamos en el mismo campo de la lesión muscular de Alex Fdez, se me ocurren hasta cuatro combinaciones (sin contar ya con Alex) que habrían resultado menos chocantes que la elegida por Luismi y todas ellas sin cambiar ese sistema de 4-2-3-1 desplegado ayer por el Pontevedra.

De esas cuatro posibilidades, dos serían más defensivas. En una de ellas aparecería Jesús Barbeito junto a Kevin Presa y en otra de ellas sería A.León el acompañante de Kevin con la entrada de Campillo atrás.
Las otras dos serían más ofensivas (aunque parece que esas opciones, las más alegres, las reserva el técnico para jugar fuera de casa). A saber, o bien Mouriño podría haber oficiado de mediocentro o bien Romay podría haberse ubicado en esa posición.

Ninguna de esas cuatro opciones fue contemplada y lo que pudimos ver fue a un Berrocal totalmente desubicado y me imagino el estupor incluso de los aficionados bercianos al ver a su exjugador reconvertido a volante de contención con más de treinta palos a sus espaldas.

Como no lo entendí ayer y no consigo entenderlo con el paso de las horas (algo parecido creo que se intentó en Salamanca el primer día con los resultados ya sabidos) es por ello por lo que lo consigno haciendo pública mi incredulidad al respecto.

Por lo demás, visitaba Pasarón una Ponferradina diseñada con bastante más cabeza que en temporadas anteriores pero a la que nos habían vendido desde dentro mismo de Pontevedra como una mezcla de los huracanes Leslie y Michael ante la cual el Pontevedra debía transformarse en una especie de disfraz de David con una honda para tratar siquiera de rascar un punto. 

Y lo cierto es que después no fue para tanto y el empuje ofensivo de la SD duró aproximadamente seis o siete minutos en los que inquietaron algo la portería de Edu con un lanzamiento de Yuri desde lejos y un cabezazo flojo sin verdadero marchamo de gol.
El Pontevedra se asentó pronto sobre el césped y enseguida su banda izquierda empezó a generar algo de peligro con Alex y David Castro en la buena línea habitual de esta temporada y en el que León y Vázquez se agigantaban con el paso de los minutos ahogando por completo las tímidas intentonas de Yuri de Souza que no contaba en esta ocasión con la compañía del escurridizo y siempre punzante Dani Pichín.

El partido no era precisamente una oda al virtuosismo pero sí es verdad que en esa primera parte el Pontevedra debió cobrar ventaja en el marcador si Arruabarrena hubiera estado mínimamente diligente en dos acciones muy peligrosas.
En la primera de ellas Alex Glez tras precioso culebreo en los alrededores del área le entregó un balón de gol que el vasco desaprovechó al rematar la pelota con aires más de juvenil que de otra cosa y en la segunda Mikel no fue capaz de ver al rubio extremo cántabro completamente sólo en banda izquierda en una contra venenosa que se chafó por la lentitud del ariete a la hora de decidir la mejor opción.
Un Kevin bastante más dinámico que Berrocal en el mediocentro pudo también dar una alegría en un disparo desde lejos que no se fue demasiado por encima del larguero de la portería visitante.

Tras el descanso, el poco fútbol que se vivió en la primera parte desapareció por completo. La entrada del "fino" Espina no ayudó a que la "Ponfe" inquietara más el área granate y el balón estuvo bastantes más veces por el aire tras rechaces de un lado y otro que a ras de suelo y en condiciones de dañar seriamente al adversario.
Tampoco surtió demasiado efecto el relevo de Javi López por Pedro Vázquez y ni siquiera la salida de Pichín al césped (que podría haber conllevado quebraderos de cabeza para el Pontevedra dada su velocidad) acarreó novedad alguna al juego.
    
Sí es verdad que a medida que transcurría la segunda parte la Ponferradina parecía ver con mejores ojos el empate a cero ( resultado con el que ya desde el minuto 1 ambos equipos coqueteaban en exceso) y el Pontevedra de la mano sobre todo de un Romay que jugaba sus mejores minutos en casa desde el comienzo de la temporada y de las arrancadas de los laterales que ayer volvieron a estar extraordinarios parecía acercarse un poco más a los alrededores del área berciana.

Fue un espejismo no obstante y más cuando en el minuto 82 el jugador elegido para ser sustituido por Pazos fue precisamente Manuel Romay que en ese momento trataba de tejer algo de juego ofensivo en las proximidades de la zona de peligro visitante.

Alrededor del 86 el protagonista de la primera parte de esta entrada, Berrocal, sufría calambres y debía abandonar el campo para la entrada de un Mouriño que al igual que Javi Pazos poco pudo hacer en el escaso tiempo concedido para lucirse.

Terminaba así un partido en el que ambos contendientes no le hicieron ascos al empate desde el principio y en el que por tercer partido consecutivo en casa no se vio a un Pontevedra demasiado convencido a la hora de lanzarse decididamente a por el triunfo.
Cono también viene siendo habitual, hasta cuatro futbolistas fueron novedad con respecto al once titular de Fuenlabrada y ello aunque en los días posteriores a ese partido se escucharon voces desde dentro que afirmaban que ese choque ante los madrileños había enseñado de manera definitiva el camino a seguir al equipo.  
Es evidente que el camino seguido ayer fue otro tanto en hombres como en sistema y que esa senda que parecía segura en Fuenlabrada ha vuelto a bifurcarse en otra dirección. 

Llega ahora un nuevo desplazamiento, esta vez a Burgos, en el que es posible que el Pontevedra vuelva a jugar con dos puntas o con jugadores más creativos en el centro del campo pues como ya se ha dicho antes esas "alegrías" en el aspecto ofensivo parecen escogidas para jugar fuera y no en un estadio Municipal de Pasarón en el que el equipo no acaba de desperezarse y parece siempre con una mano sobre las riendas que solo suelta un poquito cuando falta muy poco tiempo y el resultado es mucho más complicado de modificar.

En la capital castellana esperará bajo los palos de la portería blanquinegra otro Mikel, Saizar, que tan buen recuerdo dejó en la casa granate y al que espero seamos capaces de batir las veces que resulten necesarias para traernos tres puntos del histórico estadio del El Plantío.



    
              


martes, 9 de octubre de 2018

Meritoria victoria en el camino hacia la estabilidad

Los tres puntos conseguidos en Fuenlabrada son importantes por muchos motivos.

El primero y más evidente es que se ha logrado vencer por vez primera esta temporada a domicilio y además en un Estadio en el que los fuenlabreños habían contado por victorias los tres partidos anteriores jugados en ese campo.
El segundo porque se ganó manteniendo la portería a cero también por primera vez esta campaña fuera de casa y el tercero (entre otros muchos motivos) porque dio la impresión tras el 0-2 (por lo menos a través de la radio) de que el Pontevedra dominaba la situación y no corría peligro el resultado.

El equipo volvió a jugar con tres atrás aunque en esta ocasión Campillo ocupó el central derecho dejando el carril largo de esa banda para Nacho López en un diseño en ese costado aparentemente más razonable del expuesto el día del Valladolid B ( aquel día Nacho ocupó el central y Javi López la banda) .
Una fórmula que casi nunca sale bien, la de colocar a Alex González de lateral largo, está vez no fue obstáculo no solo para ganar sino también para no encajar gol alguno y adecuado parece consignarlo pues cuando se critica esta ubicación del cántabro en las ocasiones en las que no funciona de justicia resulta igualmente dejar expuesto que está vez salió bien el invento de esta posición más responsable en defensa del rubio extremo del Pontevedra.

Y se jugó de inicio también por vez primera con dos puntas acompañando Pazos a Arruabarrena en el frente de ataque granate.

Los dos goles marcados por el delantero vasco que se unen al que ya logró marcar en Navalcarnero alimentan la esperanza de que el potente delantero fichado este verano pueda alcanzar un rendimiento alto esta temporada pues ya se ha comentado en alguna entrada anterior de este blog que un Arruabarrena a buen nivel no debería pasar desapercibido en la categoría y como quiera que los goles son la energía de la que viven los puntas ojalá este doblete conseguido en el Fernando Torres aumenten el depósito de confianza de este futbolista al que necesita mucho el equipo a la hora de engrosar tantos a favor en la clasificación.

Después de esta meritoria victoria en Fuenlabrada que ojalá y de una vez por todas sea el punto de partida para una serie de partidos en las que puntuar e incluso ganar a domicilio deje de ser un acontecimiento extraordinario para el Pontevedra CF, hay que reconocer que las sensaciones que está dejando el equipo en este arranque liguero, al menos para este atribulado bloguero, son contradictorias. 

La imagen que me transmitió el equipo en casa a excepción de la primera parte contra la Cultural Leonesa no fue nada buena. 
Ni frente al Valladolid B ni Celta B ni en esa segunda parte ante los leoneses resuelta in extremis a favor con aquel gol de Alex González el equipo fue capaz de transmitir sensación de seguridad, fortaleza y capacidad de hacer gol ante la portería contraria.

Fuera (siempre según las crónicas) se jugó muy mal en Salamanca, se mejoró en Navalcarnero, caímos goleados en Boadilla aunque según muchos no se mereció tan duro castigo ese día y ahora se gana en Fuenlabrada dando la sensación de cierta autoridad ante un conjunto lleno de veteranos y que en su feudo suele sentirse como pez en el agua.

Es por ello que por lo menos en mi caso reina el desconcierto acerca de la versión del Pontevedra CF que podremos observar en los siguientes encuentros empezando por el de este Domingo en Pasarón ante nada menos que el líder de la categoría,  la SD Ponferradina.

Continuos cambios en las alineaciones iniciales y también en el sistema de juego transmiten la idea de que el equipo todavía está haciéndose y que no hay todavía un "once" que con pocas variaciones pueda asentarse ya como titular sobre el terreno de juego.
Esto último es una sensación que quizá no sea real y no responda a que el técnico siga buscando todavía el mejor diseño de su alineación pues el propio Luismi en muchas de sus comparecencias insiste en que no es lo mismo un partido que otro ni un campo que otro y que esos cambios pueden seguir existiendo como fruto de una estrategia planificada. 

Sea como fuere, lo cierto es que al menos para mi las posibilidades clasificatorias del equipo siguen siendo una incógnita y espero con expectación el partido del Domingo para ver como el Pontevedra se bate contra una Ponferradina todavía invicta y configurada con mucho más criterio que temporadas anteriores al haber incorporado jugadores destacados de la propia 2ªB (Sielva, Trigueros, Michel, Son, Espina, Grande, Pichín...) y que con menos ruido pero con mucha más capacidad comanda la tabla del grupo I con autoridad.

Da la impresión del que el equipo todavía busca su sitio en la clasificación y persigue una estabilidad tanto en su juego como en la línea de resultados que no llega pero cuya consecución o ausencia va a determinar el tramo de tabla en el que podamos movernos a lo largo de la Liga.

El encuentro frente al líder nos dará otra oportunidad para calibrar las verdaderas posibilidades de esta plantilla. 
No será en un partido fácil como es lógico pero tampoco inalcanzable pues al calor de Pasarón ningún partido de esta Liga debería resultar inalcanzable.

No ganamos aquí desde el día de la Cultural y que mejor jornada para volver a ganar en casa que el Domingo contra el primero e invicto de la tabla. 
De hacerlo lograríamos algo que no hemos hecho aún esta temporada: ganar dos partidos seguidos y dar un paso importante de cara a esa estabilidad que todavía no hemos encontrado.