Muchas veces he
lamentado la desesperante fragilidad del Pontevedra CF
fuera de casa.
En demasiadas ocasiones
en los últimos tiempos el equipo ha venido naufragando lejos de Pasarón y
escribir algún Lunes unas líneas para hablar de una victoria a domicilio
parecía una auténtica quimera.
No se ganaba como
visitante desde el 5 de Marzo de este año y no se hacían dos goles en casa
ajena en Liga desde mediados de Diciembre de 2016.
Ayer el Pontevedra por
fin derribó esa barrera que se iba haciendo cada vez más infranqueable y
consiguió una victoria meritoria, trascendente y lo que es aún más importante,
convincente.
El entrenador del
Racing, Miguel Angel Tena, apuntó en la rueda de prensa posterior al choque la
que quizá haya sido clave del partido. Decía el preparador “verde” que como no
podía ser de otra manera conocían bien al Pontevedra y sabían que en juego
estático era muy difícil que les hicieran daño. Sin embargo, continuaba, se
equivocaron en varias ocasiones en el posicionamiento defensivo otorgando unos
espacios decisivos al equipo granate que con campo para correr se hacía mucho
más peligroso dada la velocidad de algunos de sus jugadores.
Y realmente eso es lo
que sucedió.
A lo largo de la
primera parte el Pontevedra sólo pasó algún apuro en algunas acciones bien
tranzadas por el Racing sobre todo por nuestra banda derecha en la que la
espalda de Miguel Angel volvió a sufrir más de la cuenta. Sin embargo, en
ataque, no se conseguía generar casi nada de peligro y quien más quien menos ya
pensaba en que el guión pudiera terminar con el mismo final que en tantas otras
ocasiones en las que se controlaban sin demasiados problemas los partidos que
luego se terminaban escapándose por cualquier desconcentración defensiva.
Pero en el tramo final
de ese primer tiempo las cosas ya empezaron a cambiar a mejor. Primero por el
despertar de un David Añón que tras la primera media hora de encuentro volvió a
ser ese jugador punzante, incisivo y peligroso de principio de temporada. Y
luego por el aprovechamiento de un lance importantísimo del juego que el
conjunto granate apenas ha venido explotando en sus partidos como visitante, el
contraataque.
Primero con un robo de
Prosi en una acertada presión sobre la salida de pelota del rival que el propio
centrocampista asturiano desaprovechó lanzando desde fuera del área cuando
contaba con dos compañeros (en especial Alex González) en pintiparada posición
para quedarse delante del portero ferrolano.
Y luego en la última
jugada de la primera parte en la que tras un córner botado por el Racing se
monta una contra en clara superioridad granate (ayer de gris y negro estrenando
la segunda equipación) que se queda en agua de borrajas por un mal pase de Alex
sobre Añón que sale demasiado largo y desbarata la clara opción de hacer daño.
A pesar del clásico mal
comienzo del Pontevedra tras el paso por los vestuarios en los que apareció
decisivo Edu Sousa para rechazar un lanzamiento de Pablo Rey que llevaba
marchamo de gol, pronto aparece una jugada calcada a la última del primer
tiempo en la que el Pontevedra vuelve a aprovecharse de un mal lanzamiento
desde la esquina del Racing y trenza un contraataque precioso entre Añón, Jorge
y Alex González que una vez plantado ante Makaay consigue batirlo con un buen
lanzamiento de zurda.
En una contra de
manual, con dos pases precisos, el Pontevedra había obtenido más premio que en
todos esos minutos jugados (no ayer, sino tantos otros días) sin profundidad,
sin intención y sin generar apenas ocasiones para marcar.
Tras el 0-1 el
Pontevedra se replegó y lo hizo bien. Replegarse no es colgarse debajo del
larguero y renunciar a todo lo que no sea alejar el balón de tu área de castigo
sin ninguna clase contemplación. No, replegarse es permitir que el contrario
adquiera la posesión del balón y tú defiendas con orden y tranquilidad
acechando esa posibilidad de volver a sorprender aprovechando esos espacios que
lógicamente va a tener que dejar el rival al arriesgar en busca del empate.
Y eso lo hizo ayer el
Pontevedra muy bien. Ni siquiera la lesión de un Adrián León otra vez imperial
atrás y que tuvo que ser sustituido por Mongil cuando todavía quedaban más de
veinte minutos para el final alteró el argumento del choque. Es más, fue
precisamente el central ex emeritano el que consiguió el 0-2 nada más salir al
césped tras una falta sacada al segundo palo por Prosi y que fue
deficiéntemente defendida por el Racing de Ferrol.
De ahí al final se
controló el partido con eficacia y solo un par de lanzamientos desde la frontal
del área causaron algo de inquietud, poca, al Pontevedra CF. El susto final
llegó en el 89 por un error otra vez inexplicable de Prosi que cometió un
penalti tan claro como absurdo que estrechó el marcador y permitió soñar al
Racing en los tres minutos de prolongación decretados por el árbitro.
Es curioso lo de este
jugador, Prosi, que ayer volvió a protagonizar un buen partido pero que en
ocasiones comete acciones como la de ayer que afean de forma inexplicable un
expediente que hasta ese momento acariciaba el notable sin problemas.
De ese tiempo de
alargue de partido no puedo dejar de comentar una acción que en ese momento me
pareció inexplicable. Como es lógico, tras transformar la pena máxima el Racing
intentó echar el resto y conseguir el milagro del empate a dos goles. En un
momento dado, el Pontevedra logra zafarse del empuje de los locales y fuerza un
córner a favor cuando solo restaba un minuto y unos segundos para el final. Añón y Prosi se dirigen
al semicírculo y creo que casi todos pensamos que lo sacarían en corto y
buscarían dormir el partido provocando alguna falta o saque de banda en esa
zona ofensiva del terreno de juego.
Pero nada más lejos de la realidad.
Efectivamente, Prosi saca en corto el saque de esquina pero David Añón en vez
de contemporizar saca un centro hacia nadie que recoge el portero del Racing
para sacar en largo y proporcionar una última opción a sus compañeros para
amargarnos la fiesta.
Es un detalle, sí. Pero
hay que cuidar esos detalles pues si en ese último lance nos hacen el empate
nos habríamos quedado con un palmo de narices de la forma más absurda
posible.
Al final no pasó nada y
el Pontevedra se hizo con una victoria merecida y en mi opinión todavía más
importante que la primera lograda en casa hace ocho días ante el SS.de los
Reyes. Y lo creo así porque debe significar el punto de partida para que el
equipo entienda que puede ganar partidos fuera de casa con más asiduidad y que
la velocidad de sus hombres ofensivos es una cualidad a explotar mucho más de
lo que se ha hecho hasta este momento a domicilio.
No me gustaría terminar
este escrito sin citar a David Castro. No era fácil la papeleta para el chico.
A Malata es una plaza siempre complicada y tener que sustituir a un veterano
como Jimmy conllevaba una evidente dificultad.
Lo cierto es que Castro
cumplió con creces en la labor más importante de un jugador de retaguardia que
no es otra que defender y ni siquiera una rigurosa tarjeta amarilla que vio en
la primera parte fue óbice para que acabara imponiéndose a su par en la banda
izquierda y completara un muy buen partido que le va a venir muy bien de cara
los próximos compromisos en los que seguramente seguirá ocupando el lateral
zurdo.
Yo me quedo con las palabras de Tena: en ataque estático no le damos miedo a nadie.
ResponderEliminarAsí estamos condenados a depender de que suene la flauta de un contrataque o un fallo del rival.