lunes, 2 de octubre de 2017

Por fin

Muchas veces he lamentado la desesperante fragilidad del Pontevedra CF fuera de casa.

En demasiadas ocasiones en los últimos tiempos el equipo ha venido naufragando lejos de Pasarón y escribir algún Lunes unas líneas para hablar de una victoria a domicilio parecía una auténtica quimera.

No se ganaba como visitante desde el 5 de Marzo de este año y no se hacían dos goles en casa ajena en Liga desde mediados de Diciembre de 2016.

Ayer el Pontevedra por fin derribó esa barrera que se iba haciendo cada vez más infranqueable y consiguió una victoria meritoria, trascendente y lo que es aún más importante, convincente.

El entrenador del Racing, Miguel Angel Tena, apuntó en la rueda de prensa posterior al choque la que quizá haya sido clave del partido. Decía el preparador “verde” que como no podía ser de otra manera conocían bien al Pontevedra y sabían que en juego estático era muy difícil que les hicieran daño. Sin embargo, continuaba, se equivocaron en varias ocasiones en el posicionamiento defensivo otorgando unos espacios decisivos al equipo granate que con campo para correr se hacía mucho más peligroso dada la velocidad de algunos de sus jugadores.

Y realmente eso es lo que sucedió.

A lo largo de la primera parte el Pontevedra sólo pasó algún apuro en algunas acciones bien tranzadas por el Racing sobre todo por nuestra banda derecha en la que la espalda de Miguel Angel volvió a sufrir más de la cuenta. Sin embargo, en ataque, no se conseguía generar casi nada de peligro y quien más quien menos ya pensaba en que el guión pudiera terminar con el mismo final que en tantas otras ocasiones en las que se controlaban sin demasiados problemas los partidos que luego se terminaban escapándose por cualquier desconcentración defensiva.
Pero en el tramo final de ese primer tiempo las cosas ya empezaron a cambiar a mejor. Primero por el despertar de un David Añón que tras la primera media hora de encuentro volvió a ser ese jugador punzante, incisivo y peligroso de principio de temporada. Y luego por el aprovechamiento de un lance importantísimo del juego que el conjunto granate apenas ha venido explotando en sus partidos como visitante, el contraataque.
Primero con un robo de Prosi en una acertada presión sobre la salida de pelota del rival que el propio centrocampista asturiano desaprovechó lanzando desde fuera del área cuando contaba con dos compañeros (en especial Alex González) en pintiparada posición para quedarse delante del portero ferrolano.
Y luego en la última jugada de la primera parte en la que tras un córner botado por el Racing se monta una contra en clara superioridad granate (ayer de gris y negro estrenando la segunda equipación) que se queda en agua de borrajas por un mal pase de Alex sobre Añón que sale demasiado largo y desbarata la clara opción de hacer daño.

A pesar del clásico mal comienzo del Pontevedra tras el paso por los vestuarios en los que apareció decisivo Edu Sousa para rechazar un lanzamiento de Pablo Rey que llevaba marchamo de gol, pronto aparece una jugada calcada a la última del primer tiempo en la que el Pontevedra vuelve a aprovecharse de un mal lanzamiento desde la esquina del Racing y trenza un contraataque precioso entre Añón, Jorge y Alex González que una vez plantado ante Makaay consigue batirlo con un buen lanzamiento de zurda.
En una contra de manual, con dos pases precisos, el Pontevedra había obtenido más premio que en todos esos minutos jugados (no ayer, sino tantos otros días) sin profundidad, sin intención y sin generar apenas ocasiones para marcar.
Tras el 0-1 el Pontevedra se replegó y lo hizo bien. Replegarse no es colgarse debajo del larguero y renunciar a todo lo que no sea alejar el balón de tu área de castigo sin ninguna clase contemplación. No, replegarse es permitir que el contrario adquiera la posesión del balón y tú defiendas con orden y tranquilidad acechando esa posibilidad de volver a sorprender aprovechando esos espacios que lógicamente va a tener que dejar el rival al arriesgar en busca del empate.
Y eso lo hizo ayer el Pontevedra muy bien. Ni siquiera la lesión de un Adrián León otra vez imperial atrás y que tuvo que ser sustituido por Mongil cuando todavía quedaban más de veinte minutos para el final alteró el argumento del choque. Es más, fue precisamente el central ex emeritano el que consiguió el 0-2 nada más salir al césped tras una falta sacada al segundo palo por Prosi y que fue deficiéntemente defendida por el Racing de Ferrol.

De ahí al final se controló el partido con eficacia y solo un par de lanzamientos desde la frontal del área causaron algo de inquietud, poca, al Pontevedra CF. El susto final llegó en el 89 por un error otra vez inexplicable de Prosi que cometió un penalti tan claro como absurdo que estrechó el marcador y permitió soñar al Racing en los tres minutos de prolongación decretados por el árbitro.
Es curioso lo de este jugador, Prosi, que ayer volvió a protagonizar un buen partido pero que en ocasiones comete acciones como la de ayer que afean de forma inexplicable un expediente que hasta ese momento acariciaba el notable sin problemas.
De ese tiempo de alargue de partido no puedo dejar de comentar una acción que en ese momento me pareció inexplicable. Como es lógico, tras transformar la pena máxima el Racing intentó echar el resto y conseguir el milagro del empate a dos goles. En un momento dado, el Pontevedra logra zafarse del empuje de los locales y fuerza un córner a favor cuando solo restaba un minuto y unos segundos para el final. Añón y Prosi se dirigen al semicírculo y creo que casi todos pensamos que lo sacarían en corto y buscarían dormir el partido provocando alguna falta o saque de banda en esa zona ofensiva del terreno de juego. 

Pero nada más lejos de la realidad. 
Efectivamente, Prosi saca en corto el saque de esquina pero David Añón en vez de contemporizar saca un centro hacia nadie que recoge el portero del Racing para sacar en largo y proporcionar una última opción a sus compañeros para amargarnos la fiesta.
Es un detalle, sí. Pero hay que cuidar esos detalles pues si en ese último lance nos hacen el empate nos habríamos quedado con un palmo de narices de la forma más absurda posible.       
Al final no pasó nada y el Pontevedra se hizo con una victoria merecida y en mi opinión todavía más importante que la primera lograda en casa hace ocho días ante el SS.de los Reyes. Y lo creo así porque debe significar el punto de partida para que el equipo entienda que puede ganar partidos fuera de casa con más asiduidad y que la velocidad de sus hombres ofensivos es una cualidad a explotar mucho más de lo que se ha hecho hasta este momento a domicilio.

No me gustaría terminar este escrito sin citar a David Castro. No era fácil la papeleta para el chico. A Malata es una plaza siempre complicada y tener que sustituir a un veterano como Jimmy conllevaba una evidente dificultad.

Lo cierto es que Castro cumplió con creces en la labor más importante de un jugador de retaguardia que no es otra que defender y ni siquiera una rigurosa tarjeta amarilla que vio en la primera parte fue óbice para que acabara imponiéndose a su par en la banda izquierda y completara un muy buen partido que le va a venir muy bien de cara los próximos compromisos en los que seguramente seguirá ocupando el lateral zurdo.

1 comentario:

  1. Yo me quedo con las palabras de Tena: en ataque estático no le damos miedo a nadie.
    Así estamos condenados a depender de que suene la flauta de un contrataque o un fallo del rival.

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