El tema no pintaba muy
bien al principio.
Bueno, para que engañarnos, pintaba rematadamente mal
después de que el Fuenlabrada nos derrotara en la quinta jornada enviándonos a
las catacumbas clasificatorias con un solo punto de quince posibles.
Tres semanas más tarde el panorama ha cambiado
ostensiblemente.
Después de que el equipo se reencontrara asimismo frente
al Sanse y rompiera de una vez por todas su nefasta racha fuera de casa en
Ferrol, llegaba a Pontevedra (con toda su pompa y glamour) un siempre
complicado Real Madrid Castilla.
Y llegó el filial madridista a Pasarón con un equipo
joven, inexperto y con mucha calidad técnica en casi todos sus jugadores, es
decir, como un filial de toda la vida y no como esos sucedáneos del siglo XXI
llenos de veteranos que se las saben todas y que desnaturalizan el concepto de
segundo equipo de una entidad hasta el punto de que a veces es el rival el que
parece bisoño y el propio filial de turno el que reúne todos los ardides
posibles que ofrece el juego para sacar el resultado adelante.
No es, insisto, el caso del Castilla que apareció ayer en
Pontevedra y que a lo largo de los primeros quince o veinte minutos de juego
movió la pelota con soltura y categoría aunque sin una pizca de picante en la
punta de ataque y que se fue apagando con el paso de los minutos hasta acabar
totalmente controlado por un Pontevedra superior y con las ideas más claras
sobre el césped.
El conjunto granate supo aguantar el arreón inicial de
los blancos sin perder la compostura sabedor que de mantenerse firme llegarían
las ocasiones ante la meta rival y la posibilidad de ponerse con ventaja en el
marcador.
Esas oportunidades llegaron pero no así los goles pues
Añón se encontró más de una vez con el portero y Jorge envió fuera la pelota en
una jugada precedida de un precioso regate con el cuerpo.
Sí llegaron esos tantos en la segunda mitad en jugadas
más “sucias” que las bien trenzadas de la primera parte pero que acabaron en el
fondo de la meta blanca que es a fin de cuentas de lo que se trataba.
También controló el juego el Pontevedra en esa segunda
parte y no sufrió ni una sola ocasión de gol del Castilla hasta el tiempo de
descuento en el que volvió a defenderse mal un saque de esquina y se permitió
que un contrario rematara solo de cabeza en buena posición pero fortuna al
centro de la portería en la que se encontraba Edu.
Ayer vimos un Pontevedra ordenado y trabajador en la
faceta defensiva que empieza con la presión de los delanteros arriba y termina
con la autoridad de León en la parte de atrás pasando por el trabajo ya
habitual de Kevin Presa que volvió ayer a dar otro recital de ayudas a sus
compañeros para terminar con los escasos y tímidos intentos blancos por crear
peligro en el área granate.
Vimos también un Pontevedra con sus clásicos problemas a
la hora de definir pero que sigue contando con un Añón eléctrico, un Jorge cada
vez más asentado e importante en el equipo y a Alex González alcanzando una
mayor regularidad que la temporada pasada.
Es cierto, por el contrario, que Etxániz sigue sin
encontrar los caminos al gol. De su trabajo e implicación en defensa ya se ha
comentado que no hay duda alguna pero en ataque se le nota con un punto de
desconfianza que ayer quizá haya alcanzado Berrocal con ese tanto logrado nada
más saltar al campo.
La
realidad, es que el equipo va claramente a más con el paso de las jornadas
tanto en el aspecto puramente físico como en el táctico.
El que esto escribe sigue pensando que la pretemporada
realizada por el Pontevedra fue demasiado corta y más con todas incorporaciones
que han nutrido al equipo para suplir las numerosas bajas.
Y además de ser corta se diseñó de tal manera que con
escasísimos días entrenando nos encontramos jugando en Pasarón con todo un
Deportivo que llegó con los titulares y que obligó desde el primer momento a
varios jugadores granates a disputar demasiados minutos de juego (no olvidemos
que algunos todavía no habían llegado y otros llevaban muy pocos días con el
equipo).
Sea como fuere eso ya es pasado y esa pretemporada
preñada de problemas en forma de lesiones de jugadores importantes ya ha
terminado y es de esperar que sirva de experiencia para el futuro si es que
alguien dentro de la entidad cree que algo podría haberse hecho de otra manera.
El presente lo que dice es que el Pontevedra CF a base de
pico y pala está tratando de corregir su deficiente comienzo de Liga y lo está
haciendo a base de victorias consecutivas y convincentes.
No es fácil ni mucho menos escapar de los puestos de
abajo una vez te has sumergido en ellos hasta el mismísimo fondo pero el
Pontevedra ha conseguido dar el primer paso.
Con estos nueve puntos el conjunto granate ha emergido
hasta mitad de tabla pero sigue teniendo más cerca la zona de descenso que
aquella de arriba que ilusiona a todo el mundo.
Por ello es necesaria la cautela y que todo el mundo sepa
que todavía quedan varias sesiones de ese pico y esa pala para salir
definitivamente del lío en el que nos hemos metido y comenzar con modestia a
mirar para arriba.
Toca viajar ahora a jugar contra el Rayo Majadahonda que
la temporada pasada sorprendió a mucha gente clasificándose para el play off de
ascenso a segunda.
Esta temporada en su feudo ha goleado al Valladolid
B (6-2) y vencido en ajustado derby al
Navalcarnero (2-1). Pero ya ha mordido el polvo de la derrota en dos ocasiones
y precisamente frente a equipos gallegos (1-2 frente al Coruxo y 0-1 frente al
líder Fabril).
Allí, en el Cerro del Espino, tratará el Pontevedra de
sumar su cuarta victoria seguida. Habrá que llevarse el instrumental adecuado
en forma de trabajo y confianza sin olvidar esos dos utensilios que hemos
venido utilizando tanto estas jornadas: el famoso pico y su inseparable pala
que resultarán imprescindibles para quebrar la resistencia madrileña.
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