lunes, 11 de septiembre de 2017

Una irresponsabilidad, mucho esfuerzo físico y un error inexplicable

Se fueron para no volver otros dos puntos que jamás deberían haberse escapado.
Ya el partido agonizaba. Ya celebraba la afición el triunfo cuando una catastrófica última jugada acabó con la alegría de la gente y sustituyó bruscamente el alivio que iba a proporcionar la victoria por el morrocotudo disgusto de un empate inesperado.

Al limbo se marcharon en ese último lance dos puntos muy importantes y la confianza y seguridad que a buen seguro iba a transmitir al equipo la consecución de los primeros tres puntos.
No ha empezado bien el Pontevedra la temporada y de ello es consciente casi todo el mundo salvo algunos que confunden la crítica constructiva y la preocupación sincera con el acoso y derribo y la enmienda a la totalidad de una gestión. 
Son aquellos a los que les gustaría que los aficionados de un equipo de fútbol se limitaran a pagar el carnet o la entrada, se sentaran en las gradas de manera funcionarial y aplaudieran al final de los partidos con independencia de cual haya sido el nivel del espectáculo que acabaran de presenciar.
Son los del "o estás conmigo o estás contra mi" muy utilizado en ámbitos tan importantes como la política y que como no podía ser de otra manera trata de filtrarse en el mundo del fútbol para conseguir que la figura del otrora socio y ahora abonado se difumine de tal forma que acabe siendo un simple número para calcular las audiencias televisivas que tan millonarios hacen a cuatro individuos a los que el fútbol les importa algo parecido a un pimiento en una huerta.

Decía, en cualquier caso, que sobre la bocina tomaron las de Villadiego esos dos puntos vitales por la dichosa manía que en este inicio de campaña está adoptando el Pontevedra CF de tirarse piedras contra su propia tejado.
No podemos olvidar que el partido jugado contra el Bouzas, siendo horroroso, pudo acabar en empate si no se hubiera defendido de manera horripilante el córner del 1-2.
Que el partido del Cerceda, siendo semi horroroso, también debió acabar en tablas si no se hubieran dado las facilidades absurdas en el único gol del partido.

Habrían sido dos empates pírricos, sí, pero empates a fin de cuentas y con los tres puntos que debieron lograrse ayer posibilitarían que el equipo contase con cinco en la tabla y la situación no fuese ni mucho menos lo preocupante que resulta a día de hoy en el que nos vemos con una sola barrita en nuestro casillero de puntuación.

Ayer se volvieron a cometer errores de bulto en la segunda parte que nos condenaron y es muy difícil ganar un partido sea contra el rival que sea si no rebajamos de una vez por todas nuestra lista de obsequios para el contrario.

Frente al Toledo aprovechamos en el primer tiempo otro regalo, esta vez del árbitro, para ponernos por delante muy al principio y lo cierto es que el resto del primer tiempo no fue ni mucho menos mal jugado por los nuestros que controlaron sin demasiados problemas al equipo de Onésimo que quiso tener mucho el balón pero no supo crearle peligro a un Pontevedra que volvió a a jugar con ese sistema 4-3-3 que ya se utilizó en el campo del Cerceda.
Fue una primera parte sosa pero sin sobresaltos en la que el Pontevedra estuvo cómodo en el césped dejando mucha posesión al Toledo pero sin soportar ocasiones en contra y defendiendo bien varias jugadas a balón parado en las que el equipo verde no se mostró demasiado incisivo.

Luego llegó el caos.

El Pontevedra salió atorrijado del vestuario y el Toledo que cambió el sistema para jugar con tres centrales y adelantar a los laterales para profundizar por banda con más recorrido hizo dos goles en "un decir Jesús".
El primero entrando por nuestra banda izquierda con una facilidad pasmosa volviendo a poner de manifiesto que a la hora de defender hay veces en las que nuestros laterales sufren abducciones de naves extraterrestres.
El segundo en una jugada en la que el Toledo se plantó muy fácilmente en nuestra frontal y que culminó un jugador que ayer gustó mucho, Sergio García, con un bonito lanzamiento que cogió adelantado a Edu Sousa.
En cinco minutos, por tanto, llegó el tsunami que despertó al personal pero ya con un 1-2 en contra.

Ya despierto el Pontevedra aprovechó muy deprisa otra siesta, la que decidió cogerse el rival después de su segundo tanto. En otro "santiamén" Prosi bota un córner penosamente defendido por el equipo castellano y Bruno sin oposición cabecea para empatar. Casi sin solución de continuidad, el Toledo muestra otra vez una debilidad defensiva digna de mención y Añon se planta delante del portero que no tiene más remedio que derribarle provocando un claro penalti transformado por el propio extremo pontevedrés.

En menos de un cuarto de hora un partido que en la primera parte había transcurrido con cierta lentitud y guión plano se había vuelto loco en gran parte por el inexplicable comportamiento defensivo de los dos equipos.
Pero la tranquilidad no regresó con el 3-2 sino todo lo contrario. 
El Pontevedra que decidió seguir con el 4-3-3 (tras el empate a dos goles salió al césped Alex González por Marcos Alvarez sin trastocar el dibujo) fue incapaz de controlar el partido como lo había hecho en la primera parte y el encuentro se convirtió en un ida y vuelta que no resultaba demasiado interesante para los granates.

Sin embargo, una imprudencia notable de Prosi al realizar una entrada absurda e innecesaria volvió a alterar el guión. A resultas de la irresponsabilidad del mediocampista  que vio con justicia su segunda tarjeta amarilla, el Pontevedra por fin arrió velas, se juntó en su propio campo a defender con el mayor orden posible y tiró de casta y sufrimiento para aguantar el resultado hasta el final.

Y lo cierto es que esa fase (hasta la dichosa jugada del final) fue la mejor del equipo sobre el césped. Con el público conectado y contagiado por la lucha de los suyos el Pontevedra pudo incluso machacar el 4-2 en una jugada en la que Berrocal (que había sustituido a Etxániz) desaprovechó delante del portero.

El Toledo se volcó sobre campo granate sustituyendo incluso a dos centrales y a pesar de esa presión el Pontevedra lograba salir airoso sin conceder ocasiones claras al rival a pesar de sus constantes aproximaciones al área de Edu. Se lesionó Miguel y entró Carlos Ramos pasando Goldar a jugar en la derecha aunque algo metido al medio para proteger y defender los centros del Toledo y el partido fue agonizando en medio de las exhibiciones físicas de un Kevin Presa que cuenta con un motor privilegiado para la categoría. 

Hasta que llegó la última jugada.

El primer error lo cometimos al permitir que esa falta botada desde muy lejos por el portero fuera peinada hacia atrás por un jugador todelano que apareció solo en la frontal (realmente aparecieron dos jugadores libres) para enviar el cuero al corazón del área granate. Pero allí estaba Adrián León que se cansó durante todo el partido, primero de medio centro y tras la expulsión de central, de despejar con acierto cualquier balón que pasara por su zona. 
Pero en esta ocasión de manera inexplicable no envía la pelota al segundo anfiteatro que es lo que procedía y decide proteger el balón sin despejarlo y sin darse cuenta de la presencia de otro atacante toledano que le roba la cartera lastimosamente para hacer el tres a tres definitivo.   

La cara de estupefacción que se nos quedó a todos en Pasarón reflejaba la consternación y la decepción provocada por esta absurda jugada que tan caro nos acabó costando y que impidió la llegada de la tan ansiada primera victoria de la temporada.

Demasiados errores son los que se cometieron ayer y en el resto de los partidos que hasta ahora llevamos disputados y a resultas de ellos nos vemos muy penalizados y alojados en las últimas posiciones de la clasificación.

El equipo que tan absurdamente perdió en Cerceda pareció entrar al partido de ayer recuperado psicológicamente y dispuesto a ganar delante de su gente.
La forma en la que se produjo el empate vuelve a colocar al Pontevedra en una situación difícil no solo en la tabla sino también en ese aspecto mental.

No parece el mejor medicamento para volver a rearmarse el tener que jugar fuera de casa.

Ya he repetido en muchas ocasiones las malas vibraciones que a este bloguero le transmite el Pontevedra cada vez que juega fuera y ahora además toca hacerlo en Fuenlabrada que no es rival precisamente fácil.

Sólo espero (no es mucho, creo) que si se vuelven a dar las circunstancias de Cerceda, (es decir, incapacidad para hacer gol pero ausencia de peligro del contrario) por lo menos no se cometa el clásico error por partido que nos cueste otra derrota dolorosa.
A veces hay que ser consciente que si no se ha sido capaz de ganar a lo largo de noventa minutos por lo menos hay que evitar perder en un solo minuto concediendo regalos intolerables.   

   

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