lunes, 3 de abril de 2017

Entre una ventaja confortable y una decisión inexplicable

Llegó el partido de Ponferrada y como algunos temíamos el resultado terminó por adaptarse como un guante a la mediocre temporada que el equipo está realizando fuera de casa.

Por novena vez en dieciséis partidos no fuimos capaces de perforar la portería contraria y la tremenda brecha entre puntos y goles conseguidos en Pasarón y los logrados como visitante sigue ensanchándose sin remedio alguno.
Son 54 los puntos obtenidos por el equipo granate a falta de seis partidos para el final de la Liga (tres en casa y tres fuera) y de ellos la friolera de 40 se han conseguido al abrigo de las gradas del ex vetusto y solo 14 lejos de nuestro legendario estadio. Además, de los 41 goles a favor tan solo 9 se han marcado a domicilio por 32 conseguidos en casa.
Los números resultan apabullantes e incluso encuentran un precedente claro en la segunda vuelta de la temporada pasada en la que nuestro rendimiento lejos de Pasarón comenzó a menguar de manera harto llamativa. 

Claro que si a las evidentes (y al parecer irresolubles) dificultades con las que nos encontramos actuando de visitantes unimos errores propios en forma de decisiones absurdas, inexplicables e incluso algo irresponsables entonces la situación pasará de ser decepcionante y poco esperanzadora a resultar realmente desesperante e incluso algo indignante.
Pasadas las suficientes horas del final del choque todavía no encuentro ni la razón ni el sentido a que fuese Mateu Ferrer el lanzador de una pena máxima señalada a nuestro favor a menos de un cuarto de hora del final y cuya transformación podría haber significado la eliminación definitiva de la Ponferradina de las quinielas para jugar la fase de ascenso.

Fue el de ayer el quinto penalti indicado a nuestro favor en la Liga, el primero lejos de Pontevedra. Los cuatro anteriores tuvieron al mismo protagonista como "pateador", el lateral izquierdo Bonilla. Fueron penaltis que aparecieron todos ellos en minutos delicados de los partidos y con los encuentros empatados y pendientes de resolución. En los últimos minutos del choque disputado contra el Racing de Ferrol con 0-0; en los primeros minutos de las segundas partes de los encuentros frente a Ponferradina y Boiro igualmente con empate sin goles en esos momentos y en la última jugada del primer tiempo del partido frente al Guijuelo con un Pontevedra que acababa de perder a Barco y no encontraba el camino de la portería chacinera de ninguna de las maneras.

En las cuatro ocasiones los porteros se encontraron con cuatro "zambombazos" inapelables y contundentes que no dejaban lugar a dudas sobre la precisión en ese lance del juego del bravo lateral zurdo granate.
Ayer, una vez encajado el gol berciano y mostrada la conocida impotencia para "mojar" a domicilio, el partido nos sorprendía con una jugada de peligro de Alex González que daba lugar a un penalti salvador que podría proporcionarnos un botín extraordinario en el campo de El Toralín.
Claro que el que esto escribe ya recibió con sorpresa la noticia desde las ondas de que era Mateu el que pedía la pelota para ejecutar el lanzamiento. Y la sorpresa solo podía crecer y crecer cuando desde las mismas ondas no se indicaba que alguien perteneciente a la expedición granate (ya sea desde dentro o desde fuera del césped) intentaba parar tal desaguisado y ordenaba al "3" pontevedrés que se hiciera con el esférico y tratara de convertir el empate.
Pues nada, Mateu hacia el balón y ocasión pintiparada para sentenciar al rival arrojada por el retrete de la manera más absurda e inocente posible.

Es posible que escuchemos y leamos esta semana que solo la actitud egoísta del delantero balear fue la causante del esperpento vivido en ese punto del partido.
Pero desde mi punto de vista Mateu quizá sea el que menos culpa tenga. Que en un momento dado Ferrer coja la pelota y trate de convertirse en protagonista del lanzamiento ya sea porque se encontraba con confianza o precísamente para recuperar la que le falta, no era óbice para que desde el banquillo se le hubiera reconvenido con la contundencia que se utiliza habitualmente para otros menesteres  y se le hubiera obligado a ceder el cuero al que ostenta un porcentaje de acierto de un 100% en los lanzamientos anteriores. Incluso desde dentro del campo ya que desde fuera parecía que no se estaba a lo que había que estar, algún compañero debió atesorar en esos momentos la lucidez suficiente como para dotar de sentido común a ese lance crucial del partido.

Nadie hizo nada. Nadie dijo nada. Y el penalti se lanzó y se falló agotando la última opción de colocarnos ya fuera del alcance real del equipo blanquiazul en lo que resta de temporada.

Ojo, que también Bonilla podía haberlo fallado esta vez. Pero en ese caso, si se hubiera usado la cabeza y el especialista hubiera errado el penalti, la derrota habría llegado de igual manera pero no se hubiera pegado una patada descomunal a un sentido común que ayer brilló por su ausencia en Ponferrada.
Sobre la excusa ofrecida por el técnico en rueda de prensa (esencialmente estar pendiente de un cambio y no enterarse del tema hasta última hora) es mejor no hacer sangre por inconsistente y divorciada por completo de la lógica.

El caso es que se perdió como se viene perdiendo casi todo fuera esta temporada pero tal circunstancia no puede conducir ni mucho menos a un estado de inquietud o nerviosismo a la entidad pues la distancia de siete puntos más el average de la que se disfruta es todavía muy confortable.

Si se diera el caso de que Ponferradina o Valladolid B lo ganaran todo (ambos no pueden hacerlo pues se enfrentarán entre sí antes del final de Liga en Ponferrada) el equipo granate necesitaría once puntos para clasificarse.
Pero en el momento que uno de nuestros rivales se deje un mísero empate en alguno de los seis partidos que les restan, ya serían nueve los puntos suficientes que nos darían la cuarta plaza.

De los seis encuentros que nos quedan a nosotros disputaremos tres aquí (Cultural, Coruxo y Arandina) y tres fuera (Somozas, Boiro y Caudal).
Si todo transcurre con normalidad con tres victorias nos bastaría. Jugaremos en Somozas con el equipo coruñés desgraciadamente descendido y recibiremos al Arandina muy probablemente en la misma situación. Además, si el Coruxo es capaz de ganar alguno de los dos partidos que le quedan antes de visitarnos tendría la salvación extremadamente cercana. Son partidos que ni se pueden ni se deben perdonar.

¿Quiere eso decir que no se puede puntuar e incluso vencer a la Cultural o en los otros dos desplazamientos? Claro que no. El Sábado el equipo debe salir a competir a tope frente a un conjunto leonés desplazado del primer puesto tras ocupar lo casi toda la competición y que vendrá algo nervioso y desconcertado por la situación.
En cuanto a Boiro y Mieres, he de reconocer que no soy tan optimista. A buen seguro se estarán jugando la salvación contra nosotros y nuestra trayectoria fuera es la que es y no parece posible enderezarla. Por supuesto que son partidos a nuestro alcance pero esa poca fiabilidad como visitante los convierten en encuentros muy difíciles.   

Estamos, por tanto, en una situación envidiable para certificar la cuarta plaza y sólo un hundimiento que no parece posible nos impediría culminar la clasificación.
Eso sí, si en lo que resta volvemos a necesitar echar mano del sentido común espero que lo hagamos y no volvamos a tomar decisiones tan disparatadas como la sucedida en el día de ayer.

1 comentario:

  1. Que un paquete como Mateu sea jugador de 2ªB es de coña, no vale ni para el Marcón

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