lunes, 24 de abril de 2017

Ese "maldito" play off

Pocas veces una frase pronunciada en medio de un volcán expresivo y casi como sin querer puede resultar más descriptiva de la situación por la que está pasando un colectivo.

"Nos quedan cuatro puntos para el maldito play off", decía con voz herida por la intensidad del partido el entrenador del Pontevedra en medio de una petición de excusas que le honra por una desafortunada alusión al Somozas proferida hace siete días y un caudal de explicaciones acerca de lo que había visto minutos atrás ante el Coruxo.

Quienes esperen una crítica desaforada de este bloguero con motivo de esa curiosa calificación de la fase de ascenso realizada por Luisito no la encontrarán en estas líneas.
Lo que sí van a encontrarse es la interpretación que para el autor de esta entrada del blog conlleva dicha expresión del técnico.
Y la primera parte de esa interpretación ya la dieron los propios jugadores y entrenador sobre el terreno de juego. 
Más allá de analizar si jugamos con un 4-3-1-2 primero y con una especie 4-2-3-1 después para cambiar otra vez en la fase final del partido, lo trascendente del partido de ayer es ese estado de nervios que atenaza al equipo desde hace algún tiempo y esa especie de vértigo que se transmite en el ambiente del grupo sobre todo en las dos últimas semanas.

El equipo está nervioso, es consciente de que pierde semana tras semana opciones pintiparadas para sentenciar la cuarta plaza y el mal de altura clasificatorio parece apoderarse poco a poco de este grupo que ayer no fue capaz de hacerse con los tres puntos únicamente por errores propios, sobre todo en ataque, pero también atrás.

Sólo esa ansiedad excesiva, esa responsabilidad que parece atenazar a los nuestros puede arrojar algo de luz a la cantidad de ocasiones enormes para marcar marradas en una primera media hora de juego en la que sólo existió el Pontevedra CF.
Fueron treinta minutos jugados a gran ritmo, con continuidad en la circulación y ahíta de ocasiones de gol falladas por Barco, Añón, Abel, Trigo o Eizmendi por citar las más significativas.
El Pontevedra era superior, penetraba en el sistema defensivo del Coruxo con comodidad pero de manera inexplicable dilapidaba todo el trabajo delante de la portería viguesa.

Después de esa primera hora el decorado empezó a variar. Los últimos minutos del primer tiempo ya estuvieron más equilibrados no por que el rival llegara con peligro a nuestro área (que no lo hizo) sino porque ya el Pontevedra no llegaba con la misma claridad a la zona caliente del equipo de O Vao.
Y ese decorado siguió cambiando en la segunda parte en la que el Coruxo no solo maniató a los granates sino que se desperezó en ataque gozando de un par de oportunidades (sobre todo una de Mateo) muy claras para anotar sin que el Pontevedra  pareciera en ese momento capaz de modificar el panorama.
Pero cuando peor estaba el equipo llegó un corner y un remate de Abel que ponía en franquicia el resultado y nos hacía tocar la fase de ascenso con la punta de los dedos.

A partir de ahí, en mi opinión, es cuando más nos equivocamos. Lejos de pausar el choque (lo que no significa ni hacer teatro ni usar trucos de los que Luisito parece renegar) el Pontevedra aceptó el reto de convertir el partido en un enfrentamiento a campo abierto en el que podía llegar la sentencia o el mazazo verde en forma de empate.
Nada más hacer el gol, el Coruxo pudo empatar ya tras aprovechar el enésimo desequilibrio en nuestra banda derecha defensiva en la que muchas veces estuvimos en inferioridad. Pero tras esa acción volvimos a perdonar lo imperdonable. Mario Barco tuvo una maravillosa que mandó fuera y Mateu y Alex González otras dos que deberían haber acabado en gol sí o sí.

Pero el caso es que fue que no y en un ataque coruxista otra vez por nuestra derecha llegó el empate en una jugada en la que no se fue nada contundente dentro de nuestro área de castigo.
Aún pudimos ganar en un barullo producido en la misma jugada en la que Barco acabó por romperse y decir adíós a la temporada pero la pelota no entró en el arco del Coruxo y dos puntos muy necesarios volaron como los estorninos que embellecen el cielo de Pasarón del casillero del Pontevedra.

Por la mañana Valladolid y sobre todo Ponferradina volvieron a obsequiarnos con sendos empates algo inesperados pero de nuevo fuimos incapaces de aprovechar dichos regalos y lejos de abrirlos los devolvimos con el mensaje de que todavía la última plaza de la fase está en el aire.

Y es que esa ilusión que significa jugar la promoción y que es entendida por todo el mundo como eso, una ilusión con la que poco se contaba en Agosto pero que se ha ido materializando mes a mes de competición está siendo mal entendida pero no por la afición ni por eso que en el fútbol se ha dado en llamar entorno. Quien parece estar entendiéndolo mal es la propia plantilla y su cuerpo técnico y frases aparentemente inofensivas como esa del "maldito" play off dejan entrever que algo tan bonito y que no constituía esta temporada un objetivo a conseguir se está convirtiendo para el grupo en una pesadilla de la que están deseando despertar.

El Domingo que viene puede pasar realmente de todo. Si nos guiamos por nuestra segunda vuelta (19 frente a los 37 de la primera y sobre todo por nuestro rendimiento fuera) muchos podrán pensar que perderemos en Barraña y que el vencedor del duelo entre pucelanos y bercianos se colocará a dos puntos. Otros quizá piensen que a pesar de perder, los rivales volverán a empatar entre sí y restarán importancia a nuestra derrota. También habrá seguidores granates, los más optimistas, que estimen que por fin se ganará fuera y que incluso se producirá ese empate de quinto y sexto para hacer realidad matemática ya este próximo Domingo nuestra clasificación.

La realidad es que se hace muy difícil tratar de predecir (dado el comportamiento de Pontevedra, Valladolid y Ponferradina) como saldremos de Boiro. Si lo haremos ya clasificados, dependiendo sólo del resultado con la Arandina o bien muy apretados y con necesidad de hacer los cuatro puntos que a día de hoy nos faltan.

Pero lo que sí se puede decir es que el Domingo una victoria sería casi definitivo pero un empate otorgaría mucha luz a nuestro futuro y que enfrente tendremos a un rival crecido por su increíble goleada al Celta B en Barreiro pero con la soga todavía al cuello y con una espada de Damocles mucho más pesada sobre su cabeza que la que tenemos nosotros.

Por una vez, deberíamos entender que los nervios y la precipitación deberían ser del contrario y que nosotros debemos jugar con calma, cabeza y siendo conscientes de que no hay más presión agobiante que la del descenso a medida que el minutero de un partido va llegando a su fin.

No es un play off "maldito" es un play off "maravilloso". Inesperado, sin que estuviera en nuestros planes pero "maravilloso".

Si entendemos esto. Si salimos en Barraña destilando ilusión, además de esa entrega que no se pone en duda a este grupo de jugadores, tendremos mucho camino andando.
Si por el contrario salimos al campo con cara de funeral, con rostro de no poder subir la escalera que tenemos delante, entonces sí acabaremos saliendo del campo de Barraña con una cara parecida con la que los hemos hecho estos dos últimos partidos.   




lunes, 17 de abril de 2017

Bochorno insoportable y resurrección de rivales

La errática y mediocre singladura del Pontevedra CF por los diferentes estadios (o algo parecido en algunos casos) de la categoría alcanzó su colofón vergonzoso en el terreno de juego del Somozas.
No es ya que la derrota ante un equipo descendido (y que se arrastró en Barreiro hace siete días) resulte dificilmente comprensible para cualquier aficionado granate sino que la forma en la que se produjo, contundente y sin paliativos, deja prácticamente sin argumentos a aquellos que todavía pretendan defender las actuaciones del Pontevedra CF lejos de Pasarón.

Ayer por la tarde lo que se vio fue a un grupo de jugadores vestidos de granate de la cabeza a los pies trotando sin sentido en torno a una pelota que se pasó la mayor parte del partido volando entre las nubes de ferrolterra pero en ningún caso a un equipo de fútbol que se pretende serio y que cuenta con un plan medianamente consistente para afrontar un choque de mucha trascendencia.

No es fácil analizar un partido en el que el único recurso utilizado desde el primer minuto al último por el Pontevedra fue enviar balonazos sin sentido desde su propia defensa hacia el otro área sin orden ni concierto convirtiendo el enfrentamiento ante el Somozas en un "pim pam pum" odioso e incomprensible más propio de un partido de benjamines de cualquier escuela deportiva que de un conjunto de 2ª División B.
Ni las características del campo del Somozas, ni el viento ni ninguna otra circunstancia externa pueden justificar el espectáculo impresentable ofrecido por los nuestros que dejaron pasar una oportunidad de oro para sentenciar la clasificación para la fase de ascenso con un margen de seguridad ideal para recuperar a tocados y paliar los efectos de las amonestaciones.

Lejos de asegurar la cuarta plaza, la derrota vuelve a resucitar (quizá en homenaje granate dado el simbolismo católico del día de ayer) por tercera o cuarta vez a una Ponferradina que de tantas veces que se ha levantado de la tumba con la tierra encima va a acabar por limpiarse del todo y enganchar esa serie de victorias consecutivas que aprieten el cuello de los granates hasta el último minuto de la temporada.  
Porque, insisto, a base ofrecer oportunidades a los rivales para que se rehabiliten y se enganchen a la lucha por la cuarta plaza, estos (sobre todo la Ponferradina) acabarán por recoger el guante y ya no resultará tan descabellado que los bercianos se impongan en los cuatro partidos que resten y obliguen al Pontevedra a obtener siete de los doce puntos en juego.
Esta circunstancia, lograr siete de los doce que faltan, no debería ser tan agobiante para nuestro club pues concede todavía margen de error pero sí es efectivamente preocupante porque provoca que no lleguen los seis puntos a disputar en casa y haya que buscar un empate en Boiro o en Mieres y tal y como estamos fuera, empatar en cualquiera de esos campos parece misión harto complicada.

Esto último pensando que o bien bercianos o bien pucelanos hagan el pleno en los cuatro que faltan. A buen seguro que muchos pensarán que no. Que algo se dejaran por el camino. Pero el que esto escribe no está tan seguro que en el caso de la Ponferradina se vuelvan a producir errores cuando otra vez atisban luz al final del túnel.

Volviendo al esperpento de ayer, el Pontevedra redujo su paupérrimo bagaje ofensivo en la primera mitad a una falta bien lanzada por Bonilla rechazada por el portero y a un peligroso remate de Trigo en la jugada subsiguiente a dicha falta.
Eso fue todo lo que hicimos en 45 minutos. En la segunda parte, sólo un lanzamiento de Mouriño ya en el último cuarto de hora y un cabezazo de Mateu sobre la hora acarrearon algo de inquietud a la defensa verdiblanca.
Con tamaño balance en ataque es normal que el el equipo acumule su décimo partido fuera, ¡DECIMO, sin perforar la portería contraria y que la situación como visitante ya se pueda calificar como deficiente.

Si a todo esto unimos nuestra incapacidad para defender el corner que dio origen al gol del encuentro (en el que permitimos tres rebotes dentro del área)  hasta que un jugador coruñés se "vio obligado" a empujarla dentro entonces ya tendremos los ingredientes completos para cocinar una derrota dolorosísima cuyas consecuencias todavía están por ver en las próximas semanas.

Si alucinante por lo desastroso fue el partido jugado por el Pontevedra sobre el césped del Manuel Candocia, igual de triste y asombrosa resultó la actuación del entrenador delante de los micrófonos en rueda de prensa.
Que los jugadores tienen muchísima responsabilidad sobre lo ocurrido en la hierba es una verdad incuestionable pero que Luisito afirme que "hay cosas que son de jugadores y no de entrenador" además de pretender echar casi toda la basura a sus hombres poniéndose él de perfil no se ajusta a lo que se pudo ver a lo largo de los noventa minutos.
Por que es de suponer que durante el tiempo que dura un partido (o por lo menos durante los minutos de descanso) el técnico tuvo tiempo para tratar de tranquilizar o de dotar de más coherencia al plan de juego granate y no lo consiguió; porque los dos primeros cambios que no hicieron más que profundizar en la idea de "patadón y tentetieso" sin orden ni concierto se supone que fueron ordenados por él y lejos de mejorar el panorama contribuyeron a empeorarlo con creces y porque para bien o para mal cuando el equipo gana lo hacen todos (jugadores y cuerpo técnico) pero cuando pierde,incluso dando la pena que se dio ayer, lo hacen también todos desde el primer jugador hasta el último componente de ese cuerpo técnico. 

Estas declaraciones, además del silencio de los mayores representantes del Consejo de Administración que tampoco ayer ante el ridículo efectuado consideraron necesario hablar, pusieron el epílogo a una jornada muy triste para el pontevedresismo que creía que actuaciones como las de ayer (no ya por el resultado sino por la imagen) formaban parte del pasado de la entidad.

Toca ahora mirar para adelante y afrontar el partido con el Coruxo todos unidos ( a ver si es posible tras la "rajada" enorme del entrenador a sus jugadores) y con la afición ejerciendo de revulsivo para lograr tres puntos vitales para mantener la diferencia en la tabla o aumentarla en el caso de que los rivales vuelvan a mostrar la debilidad de las últimas semanas.

No será un partido fácil. La motivación exhibida por el Somozas ayer cuando aparentemente ya sólo se jugaban el honor tiene que servir de aviso más que suficiente para recibir al Coruxo con el cuchillo entre los dientes y con la clara actitud de desagraviar a la afición del patético encuentro jugado ayer.

Esa afición, que nunca falla y nunca se rinde, volverá a estar con el equipo y le ayudará como siempre a superar a un rival que ya tiene casi todo hecho esta temporada.

Hay que ganar por lo civil o por lo criminal. Sí, ya sé que el cuarto puesto no es una obligación pero una cosa es eso y otra entregarlo de forma absurda cuando ya lo teníamos entre los dedos.
    

   

martes, 11 de abril de 2017

Un empate corajudo, dos goles con simbolismo y una final en ciernes

Muy pocos de los seguidores granates podían imaginar que el partido acabaría con tablas en el instante en el que la Cultural colocó el 0-2 en el marcador.
Una jugada preciosa, de fugaz contragolpe y calidad excelsa terminó con el remate de Julen Colinas a la red tras recibir un gran pase a la espalda del Miguel.

Incluso en la jugada siguiente pudo llegar el 0-3 en otro destello del equipo leonés que enseñó gran parte de la calidad individual que atesoran casi todos sus hombres pero que adoleció de cierta fragilidad defensiva que a la postre acabó pasándole factura.

Pero antes de llegar a ese momento de zozobra granate, esa fase del encuentro en el que todo parecía perdido, habían pasado muchas cosas sobre la hierba de Pasarón y más que pasarían en los últimos quince minutos del choque.

Decidió Luisito salir con tres centrales para enfrentar a su rival y según palabras del propio técnico dicha decisión fue tomada en el mismo instante en el que terminó el partido de la primera vuelta con aplastante superioridad castellana tanto en el juego como en el resultado.
Ofreció el entrenador granate en rueda de prensa su versión más genuina mostrando esta vez sus facultades adivinatorias no sólo a la hora de confesar que desde finales de Octubre ya sabía como hacerle daño a la Cultural sino también reconociendo que ya sabía perfectamente de antemano que el Valladolid B ganaría en Izarra (resultado bastante sorprendente para el común de los mortales) y que también sabía desde hace meses que el Racing de Ferrol (actualmente a ocho puntos y ya empatado con la Ponferradina) se engancharía con los de arriba sin ninguna duda al respecto.

Pero volvamos a los minutos antes del comienzo del partido con un Pasarón, esta vez sí, con un ambiente más acorde con la situación y el rendimiento en casa de su equipo y coloreado por las camisetas de múltiples chavales apostados en Preferencia que teñían de verde, rojo y amarillo esta grada otrora señera del estadio y ahora un tanto desangelada por circunstancias ajenas a lo deportivo.
Como se dijo, el Pontevedra aparecía con Bruno, Trigo y Alex Fdez en defensa y con los dos laterales habituales situados en medio campo junto a Abel Suárez y Kevin Presa. Añón colocado en la media punta y Eizmendi y Barco como hombres más adelantados.
Por su parte, la Cultural no guardaba nada de su potencial y aparecía con la calidad de Mario Ortiz, Martínez y sobre todo Toni en medio campo a los que había que sumar a Benja, Gallar y Colinas por delante.

A pesar del arsenal que tiene a su disposición Rubén de la Barrera, el Pontevedra jugó unos primeros veinticinco minutos realmente buenos y esperanzadores anulando casi por completo la capacidad circulatoria leonesa y acercándose con peligro a las inmediaciones del área de Palatsi. Al margen de la ocasión que en esta clase de encuentros no se debería perdonar de David Añón tras balón robado por Eizmendi aprovechando un error grave de un defensa blanco, el Pontevedra encontró en Barco su habitual faro ya sea con balones por arriba y por abajo que repartió con acierto demostrando la importancia que tiene para el equipo. Bonilla y sobre todo Miguel penetraban por las bandas y la imagen granate era en ese primer tramo del encuentro realmente positiva.
Quizá en el lado menos acertado del equipo en la faceta ofensiva se podría citar a un David Añón que lo deja siempre todo sobre la hierba pero que baja enteros cuando  se aleja del área ya sea para actuar por derecha o para jugar algo más retrasado como el Sábado. Tampoco Eizmendi acaba de explotar como todos quisiéramos aunque en ocasiones deja algún chispazo que por ahora no compensa para nada la suplencia de Alex González.

Pero fue tras fallar esa gran ocasión Añón en la que estuvo algo parsimonioso dando tiempo a los defensas a situarse bajo palos y despejar su lanzamiento, cuando la Cultural decidió aparecer por el campo Municipal de Pasarón y comenzar a jugar la pelota con criterio y esa categoría que sin duda poseen casi todos sus hombres.
No es que se impusiera con claridad al Pontevedra pero si empezaron a mover la pelota y a forzar alguna falta y saques de esquina que terminaron por cambiar el signo del partido.
A falta de diez minutos del descanso, un centro que quizá debió presionarse más y un despiste de Bonilla en la marca dieron lugar a un extraño remate de cabeza de uno de los jugadores más bajos de la Cultural, Colinas, que acabó por alojarse mansamente en las redes de un desconcertado Edu.
De ahí hasta el final el Pontevedra acusó el golpe y los últimos minutos del primer tiempo fueron de control leonés que en cualquier caso amagaba pero no terminaba de ir de verdad hacia la portería pontevedresa.

Sin embargo, la segunda parte comenzó otra vez con un Pontevedra pujante, decidido, alegre y peligroso que consiguió volver a imponeser al potente rival con el que se enfrentaba. Sólo cinco minutos tardó Luisito en dar entrada a Alex González por Eneko Eizmendi (lo que no produjo cambio alguno en el sistema pues este no fue modificado por el de Teo en ningún momento) y el escurridizo jugador asturiano contribuyó a darle picante al ataque local y mejorar las prestaciones del jugador sustituido.
Fueron alrededor de veinte minutos otra vez muy buenos del Pontevedra en los que pudo empatar en un remate de cabeza salvado en última instancia por un defensa leonés no se sabe muy bien si con el hombro o con el brazo y también en una ocasión clarísima producida tras el doble fallo de los dos centrales rivales que Barco de manera inusual en él no fue capaz de aprovechar mandando el balón por encima del larguero.

Y en ese momento, justo cuando Mateu se preparaba para salir al césped, llegó el 0-2 de la Cultural Leonesa ya relatado y el partido parecía decidirse de manera irremediable.
En pleno “bajón” por ese segundo tanto, Luisito decide con buen criterio realizar igualmente el cambio y el rubio delantero mallorquín sustituía a un desdibujado David Añón.
Muy poco tiempo después de salir ( y ante la alegría de padres y abuelos de Mateu apostados en plena grada de Tribuna deseando ver a su vástago) la defensa castellana permite que Barco se adelante y realice una dejada preciosa para que el punta balear en buena posición conecte un zurdazo espectacular para poner el 1-2 en el “luminoso” y provocar que el estadio recuperara toda su fe con toda la intensidad.
Sin embargo, ese gol lejos de dar alas a nuestros jugadores propició un nerviosismo y una precipitación general que si no costó más cara fue por la falta de acierto de la Cultural que dispuso de tres o cuatro oportunidades impresionantes de hacer gol que desperdició una a una permitiendo que el Pontevedra siguiera vivo en el encuentro.
Fueron esos minutos, los diez o doce posteriores al gol de Mateu, los peores del Pontevedra pues varias de esas ocasiones del rival fueron provocadas por absurdos errores propios sólo atribuibles a esa precipitación excesiva citada con anterioridad. En una de esas ocasiones, nada más recortar distancias, los centrales y Edu se complicaron de tal manera que este acabó por cederle la pelota incomprensiblemente a un delantero leonés que sorprendido por el obsequio no fue capaz de certificar la victoria de su equipo. En otra acción, el casi siempre seguro Kevin (ya de central tras la entrada de Mouriño por Alex Fdez) protege mal una pelota en banda izquierda y permite a Benja encarar el área con enorme peligro en otra ocasión dilapidada con estrépito por un equipo que ha marcado más de 70 goles esta temporada.
Fue un tramo en el que un jugador contrario, Toni, que ya había enseñado su calidad a lo largo de todo el partido, volvió a emerger con fuerza para mostrar un repertorio de recursos técnicos que a este atribulado bloguero llegó en algún momento a impresionar.
Pero he aquí que De la Barrera a muy pocos minutos para el final decide sustituir precisamente a Toni en el  momento en el que el Pontevedra parecía recuperarse de su locura colectiva tras conseguir el 1-2.
Y con ese cambio la Cultural cedió un tanto en ataque y el Pontevedra al que en casa no le hace falta demasiado para envenenarle el café a su visitante en cuanto se despista unos segundos entendió que todavía había tiempo para lograr el empate.
No es que el Pontevedra durante esos minutos de ocasiones claras de la Cultural no se desplegara en ataque, al revés. Quizá se atacó con demasiada furia (las cabalgadas de Miguel durante la segunda parte y los centros acertados que supo poner resultaron hasta emocionantes) pero a falta de cinco minutos para el final De la Barrera dijo que ya estaba bien, que ya habían perdonado bastante y que había que protegerse un poquito.
Pero cuando tu peor línea del equipo es la defensiva (a excepción de un Bastos que en el lateral derecho dio toda una exhibición)  y enfrente tienes a un equipo cuya lucha, entrega y determinación en su estadio está fuera de toda duda te puede pasar lo que sucedió. Que un Trigo otra vez imponente todo el partido se haga con un balón en el lateral del área, que lo proteja con acierto y que penetre hasta línea de fondo y que uno de tus hombres con cierta ingenuidad lo derribe y provoque un penalti salvador para el Pontevedra CF.
La carrera de Bonilla en busca de la pelota para que nadie se la arrebatara fue de lasque hacen época y su seguridad en el remate a pesar de lo comprometido del minuto y la guerra de nervios intentada por el portero rival digna de elogio.
Así, Mateu cuya identificación con este equipo desde que llegó es evidente pero que se equivocó (no más que su técnico) el otro día, logró un gol que contribuyó al empate y Bonilla que en Ponferrada debió coger esa pelota tras la señalización del penalti a Alex también pudo enmendar su error (que tampoco fue superior al de su técnico) y transformar una pena máxima que nos dio un punto importante.

Ahora, con cinco puntos de margen con un Valladolid que muchos ya habían descartado pero que aparece ahora como principal amenaza granate, el Pontevedra rendirá visita el fin de semana a un ya descendido Somozas.
Es un partido vital y en el que no ganar significaría complicarnos la vida de manera incomprensible e innecesaria.
Los resultados fuera inquietan y ponen el punto de preocupación ante el enfrentamiento del próximo Domingo pero este desplazamiento es a todas luces mucho más cómodo que los que pueden esperarnos en Boiro o Mieres con dos equipo jugándose auténticamente la vida por abajo.
Hace unos días se hizo oficial la renovación de Luisito al frente del equipo. Negarle al de Teo que ha cumplido con todos los objetivos marcados por el Consejo desde que llegó sería de necios.
Pero si hay algo que el entrenador granate debe corregir (y supongo que es perfectamente consciente de ello) es nuestra trayectoria fuera desde hace mucho tiempo.
Este año estamos arriba porque nuestra temporada en casa roza lo extraordinario pero para el futuro o buscamos más efectividad fuera o será muy complicado aspirar a objetivos importantes.

Repito, Somozas es clave. Este encuentro más los que se jugarán aquí contra Coruxo y Arandina son los tres que no podemos perdonar de ninguna forma.


De ganarlos el play off sería una realidad.        

lunes, 3 de abril de 2017

Entre una ventaja confortable y una decisión inexplicable

Llegó el partido de Ponferrada y como algunos temíamos el resultado terminó por adaptarse como un guante a la mediocre temporada que el equipo está realizando fuera de casa.

Por novena vez en dieciséis partidos no fuimos capaces de perforar la portería contraria y la tremenda brecha entre puntos y goles conseguidos en Pasarón y los logrados como visitante sigue ensanchándose sin remedio alguno.
Son 54 los puntos obtenidos por el equipo granate a falta de seis partidos para el final de la Liga (tres en casa y tres fuera) y de ellos la friolera de 40 se han conseguido al abrigo de las gradas del ex vetusto y solo 14 lejos de nuestro legendario estadio. Además, de los 41 goles a favor tan solo 9 se han marcado a domicilio por 32 conseguidos en casa.
Los números resultan apabullantes e incluso encuentran un precedente claro en la segunda vuelta de la temporada pasada en la que nuestro rendimiento lejos de Pasarón comenzó a menguar de manera harto llamativa. 

Claro que si a las evidentes (y al parecer irresolubles) dificultades con las que nos encontramos actuando de visitantes unimos errores propios en forma de decisiones absurdas, inexplicables e incluso algo irresponsables entonces la situación pasará de ser decepcionante y poco esperanzadora a resultar realmente desesperante e incluso algo indignante.
Pasadas las suficientes horas del final del choque todavía no encuentro ni la razón ni el sentido a que fuese Mateu Ferrer el lanzador de una pena máxima señalada a nuestro favor a menos de un cuarto de hora del final y cuya transformación podría haber significado la eliminación definitiva de la Ponferradina de las quinielas para jugar la fase de ascenso.

Fue el de ayer el quinto penalti indicado a nuestro favor en la Liga, el primero lejos de Pontevedra. Los cuatro anteriores tuvieron al mismo protagonista como "pateador", el lateral izquierdo Bonilla. Fueron penaltis que aparecieron todos ellos en minutos delicados de los partidos y con los encuentros empatados y pendientes de resolución. En los últimos minutos del choque disputado contra el Racing de Ferrol con 0-0; en los primeros minutos de las segundas partes de los encuentros frente a Ponferradina y Boiro igualmente con empate sin goles en esos momentos y en la última jugada del primer tiempo del partido frente al Guijuelo con un Pontevedra que acababa de perder a Barco y no encontraba el camino de la portería chacinera de ninguna de las maneras.

En las cuatro ocasiones los porteros se encontraron con cuatro "zambombazos" inapelables y contundentes que no dejaban lugar a dudas sobre la precisión en ese lance del juego del bravo lateral zurdo granate.
Ayer, una vez encajado el gol berciano y mostrada la conocida impotencia para "mojar" a domicilio, el partido nos sorprendía con una jugada de peligro de Alex González que daba lugar a un penalti salvador que podría proporcionarnos un botín extraordinario en el campo de El Toralín.
Claro que el que esto escribe ya recibió con sorpresa la noticia desde las ondas de que era Mateu el que pedía la pelota para ejecutar el lanzamiento. Y la sorpresa solo podía crecer y crecer cuando desde las mismas ondas no se indicaba que alguien perteneciente a la expedición granate (ya sea desde dentro o desde fuera del césped) intentaba parar tal desaguisado y ordenaba al "3" pontevedrés que se hiciera con el esférico y tratara de convertir el empate.
Pues nada, Mateu hacia el balón y ocasión pintiparada para sentenciar al rival arrojada por el retrete de la manera más absurda e inocente posible.

Es posible que escuchemos y leamos esta semana que solo la actitud egoísta del delantero balear fue la causante del esperpento vivido en ese punto del partido.
Pero desde mi punto de vista Mateu quizá sea el que menos culpa tenga. Que en un momento dado Ferrer coja la pelota y trate de convertirse en protagonista del lanzamiento ya sea porque se encontraba con confianza o precísamente para recuperar la que le falta, no era óbice para que desde el banquillo se le hubiera reconvenido con la contundencia que se utiliza habitualmente para otros menesteres  y se le hubiera obligado a ceder el cuero al que ostenta un porcentaje de acierto de un 100% en los lanzamientos anteriores. Incluso desde dentro del campo ya que desde fuera parecía que no se estaba a lo que había que estar, algún compañero debió atesorar en esos momentos la lucidez suficiente como para dotar de sentido común a ese lance crucial del partido.

Nadie hizo nada. Nadie dijo nada. Y el penalti se lanzó y se falló agotando la última opción de colocarnos ya fuera del alcance real del equipo blanquiazul en lo que resta de temporada.

Ojo, que también Bonilla podía haberlo fallado esta vez. Pero en ese caso, si se hubiera usado la cabeza y el especialista hubiera errado el penalti, la derrota habría llegado de igual manera pero no se hubiera pegado una patada descomunal a un sentido común que ayer brilló por su ausencia en Ponferrada.
Sobre la excusa ofrecida por el técnico en rueda de prensa (esencialmente estar pendiente de un cambio y no enterarse del tema hasta última hora) es mejor no hacer sangre por inconsistente y divorciada por completo de la lógica.

El caso es que se perdió como se viene perdiendo casi todo fuera esta temporada pero tal circunstancia no puede conducir ni mucho menos a un estado de inquietud o nerviosismo a la entidad pues la distancia de siete puntos más el average de la que se disfruta es todavía muy confortable.

Si se diera el caso de que Ponferradina o Valladolid B lo ganaran todo (ambos no pueden hacerlo pues se enfrentarán entre sí antes del final de Liga en Ponferrada) el equipo granate necesitaría once puntos para clasificarse.
Pero en el momento que uno de nuestros rivales se deje un mísero empate en alguno de los seis partidos que les restan, ya serían nueve los puntos suficientes que nos darían la cuarta plaza.

De los seis encuentros que nos quedan a nosotros disputaremos tres aquí (Cultural, Coruxo y Arandina) y tres fuera (Somozas, Boiro y Caudal).
Si todo transcurre con normalidad con tres victorias nos bastaría. Jugaremos en Somozas con el equipo coruñés desgraciadamente descendido y recibiremos al Arandina muy probablemente en la misma situación. Además, si el Coruxo es capaz de ganar alguno de los dos partidos que le quedan antes de visitarnos tendría la salvación extremadamente cercana. Son partidos que ni se pueden ni se deben perdonar.

¿Quiere eso decir que no se puede puntuar e incluso vencer a la Cultural o en los otros dos desplazamientos? Claro que no. El Sábado el equipo debe salir a competir a tope frente a un conjunto leonés desplazado del primer puesto tras ocupar lo casi toda la competición y que vendrá algo nervioso y desconcertado por la situación.
En cuanto a Boiro y Mieres, he de reconocer que no soy tan optimista. A buen seguro se estarán jugando la salvación contra nosotros y nuestra trayectoria fuera es la que es y no parece posible enderezarla. Por supuesto que son partidos a nuestro alcance pero esa poca fiabilidad como visitante los convierten en encuentros muy difíciles.   

Estamos, por tanto, en una situación envidiable para certificar la cuarta plaza y sólo un hundimiento que no parece posible nos impediría culminar la clasificación.
Eso sí, si en lo que resta volvemos a necesitar echar mano del sentido común espero que lo hagamos y no volvamos a tomar decisiones tan disparatadas como la sucedida en el día de ayer.