lunes, 13 de marzo de 2017

Un centrocampista total, una bonita ventaja y un pinchazo inoportuno

Siete puntos de ventaja, siete, son los que soñábamos con sacar al quinto clasificado al término de la jornada de Liga del fin de semana pasado. Y siete puntos de ventaja, siete, son los que refleja la clasificación a nuestro favor con respecto al quinto una vez disputados los partidos jugados en Pasarón y El Sardinero.

La situación clasificatoria del Pontevedra CF resulta indudablemente envidiable. El equipo está muy cerca de conseguir alzarse con una cuarta posición en la que muy pocos creían al comienzo de la temporada y sus números en casa resultan absolutamente maravillosos. Doce victorias, un empate y solo dos derrotas dejan bien claro que como dirían en Cádiz "aquí hay que mamar" o utilizando nuestro inolvidable eslogan "hai que roelo" y mucho para doblegar los esfuerzos de nuestros jugadores cada vez que se "ponen de largo" delante de sus espectadores.

Sin embargo, dos puntos ensombrecen un tanto esta situación idílica del Pontevedra en la tabla y hacen que la alegría no sea total en el seno de la familia granate.
Por un lado, esa dichosa nueva lesión de Barco producida muy pocos minutos después de su salida al césped en la segunda parte al sufrir un pinchazo en la cara posterior de su muslo izquierdo bastante cerca, por cierto, del lugar que ocupa en las gradas este atribulado y otra vez preocupado bloguero.
El ¡ayy! pronunciado por el "9" acompañado de su frenazo en seco al intentar una de sus arrancadas dejaron claro desde un principio que la "cosa" no iba a tener remedio y que habría que pasarse otras cuarenta y ocho horas "rezando" hasta conocer mañana Martes si hay rotura o sólo contractura y de haber la primera si resulta lo más pequeña posible.

El otro aspecto menos positivo de la tarde es casi más doloroso y viene protagonizado por la escasa afluencia de público al Estadio Municipal de Pasarón. En un partido tan importante como el de ayer en el que tanto se jugaba el equipo la única razón que se puede argumentar para justificar el poco aforo cubierto en el ex vetusto es desgraciadamente que la afición granate (quizá por las continuas humillaciones sufridas en el "lustro negro" del descenso y la trayectoria tan larga en Tercera o por cualquier otra razón que habría que empezar a desentrañar) se ha convertido en minoritaria a lo largo de la Liga regular vaya como vaya el equipo y sólo numerosa cuando más interesa "subirse al carro" en aquellas fechas en las que puede "olerse" algún éxito. Esta aseveración que tristemente parece ir confirmándose desde la pasada temporada la escribe este bloguero con grandes dosis de tristeza y gigantescos deseos de que no se ajuste a la realidad y se recupere el ambiente durante la Liga que el Pontevedra CF está mereciendo sobradamente.

Sea como fuere, lo cierto es que el conjunto granate salió a disputar un partido crucial con alguna pequeña novedad no de hombres pero sí de posicionamiento. Así, la ubicación de los tres hombres del medio (Abel, Kevin y Trigo) no era la más habitual a lo largo de la temporada pues fue el jugador canario el que se colocó en el vértice superior del triángulo formado por estos tres futbolistas actuando más retrasado y muy pendiente por cierto de uno de los mejores hombres del rival, Higinio, al que vigiló muy de cerca durante toda la primera parte. Kevin y Trigo actuaron, por tanto, con algo más de libertad para desplegarse en ataque y Eneko y Añón ejercían de interiores ofensivos escoltando a Mateu Ferrer que volvía a acaparar la punta de ataque.

Y el partido se puso de cara muy pronto cuando en el minuto 8 Kevin Presa golpeaba desde la frontal una pelota que tras rebotar en un contrario adquiría una dirección venenosa para el portero vallisoletano que nada pudo hacer para impedir el gol granate.

Lo cierto es que ese tempranero tanto lejos de aplomar el juego pontevedrés y dotar de seguridad a las acciones del los jugadores, provocó el efecto contrario y dio paso a unos treinta y cinco minutos siguientes en los que el Pontevedra lo único que transmitió sobre el césped fue incomodidad, imprecisión y un abuso del "pelotazo" sin sentido que llegó a desesperar al público asistente que se contagió un poco de ese estado de nervios en la que cayeron sus jugadores.

Tras el gol, el Pontevedra decidió otorgarle la posesión al Valladolid B (circunstancia que no tendría que ser negativa ni mucho menos) pero se "olvidó" de jugar el balón con criterio una vez recuperado y se limitó a sacudirse el esférico desde atrás hasta convertir esa parte del encuentro en una de las más feas disputadas en toda la temporada en casa.
Es verdad que el Valladolid tocaba y tocaba pero apenas llegaba con peligro al área de Edu pero la sensación transmitida por el Pontevedra durante esa fase del partido no era ni mucho menos la más deseable y recordó un poquito a esos minutos malos disputados ante el Guijuelo hace unas semanas.

Pero todo cambió al filo del descanso. Justo cuando la tensión parecía mayor, Kevin Presa logró hacerse con un balón en "tres cuartos" y tras una conducción magnífica envió un zapatazo no menos extraordinario que se alojó en las mallas pucelanas para poner más tierra de por medio en el marcador y poder marcharse al vestuario entre aplausos por el golazo conseguido y no con esa sensación extraña que minutos antes reinaba en el campo.

Y llegó la segunda parte y con ella un primer cuarto de hora en el que pasó de todo.

Lo primero es que el Pontevedra salió mejor y lejos de protagonizar esas "empanadas" a las que a veces nos acostumbra tras los descansos, consiguió dominar mucho más la situación en los primeros minutos.
Fruto de ello fue la gran ocasión para logar el tercero disfrutada  en primera instancia por Bruno que le dio al aire casi en boca de gol y luego por Eneko en el segundo palo cuyo remate fue despejado en última instancia por un defensa cuando ya se colaba.

Pero he aquí que en la siguiente acción del partido Bruno, que se reintegraba a su zona tras la ocasión citada, comete una entrada más peligrosa que voluntaria colocando su bota muy cerca de la cara de un contrario. El árbitro no lo duda y decide expulsar al central pontevedrés cuando todavía quedaban más de treinta y cinco minutos por delante.  
Sin solución de continuidad, en la jugada siguiente Barco que había suplido a Mateu muy poco antes se lesiona en la acción ya descrita al comienzo de este escrito y hace variar por completo los planes de Luisito que ya preparaba el segundo cambio en la banda.

Justo antes de la lesión, Alex González se preparaba ya para salir y todo hacía indicar que Eneko o Añon serían los jugadores elegidos para el cambio pero ese maldito pinchazo muscular provocó que la salida de Alex tuviera que ser por fuerza en lugar del "9" riojano.

A partir de ahí, el Pontevedra decide reorganizarse con Trigo oficiando de central junto a Portela y Añón moviendo su posición de la derecha a la punta y en ese instante apareció ese Pontevedra ordenado, solidario y estajanovista que tanto nos gusta y en el que tanto confiamos.

El Valladolid, como no podía ser de otra forma, volvió a hacerse con el balón ante un Pontevedra replegado pero sólo creó peligro de verdad en un lanzamiento que encontró la gran intervención de un Edu Sousa que volvió a ser ese portero seguro y de garantías que el equipo granate necesita.

Pero a diferencia de lo ocurrido en la primera mitad y sin que jugar con un jugador menos resultara obstáculo para ello, el Pontevedra logró recuperar más veces la pelota e hilvanar contras interesantes que no sólo creaban inquietud en la defensa castellana sino que desahogaban al equipo para obtener ese oxígeno imprescindible para anular los intentos ofensivos del Valladolid.
En esa faceta del juego, la velocidad al contragolpe, volvió a destacar Alex González que protagonizo de nuevo dos o tres jugadas extraordinarias de regate y velocidad que encandilaron al público granate. 
También Eizmendi que hasta ahora había pasado ciertamente desapercibido disputó una buena segunda parte hasta que fue sustituido por Mouriño y empezó a mostrar algunas cosas que quizá llevaron al club a propiciar su incorporación.
No se pude olvidar el trabajo de Añon que acabó exhausto el partido y que no estuvo nada bien por la derecha pero que creció exponencialmente desde la delantera y que incluso provocó una jugada en la que un central contrario debió ser expulsado. El colegiado decidió saldar la acción con una amarilla.      

Pero si en ataque estos jugadores redoblaron esfuerzos y ayudaron al equipo que decir de los encargados más directamente de parar el juego del equipo rival.  
Por encima de todos Kevin Presa. 
A  su habitual trabajo de desgaste, presión y equilibrio táctico de su equipo, adjuntó dos goles que decidieron el partido y recordó e incluso superó a ese jugador que conocemos y que esta temporada estaba quizá un puntito por debajo a la hora de ofrecer todo lo que lleva dentro.
Al lado de Kevin, Abel se desempeñó bien en una labor más fajadora que exigían las circunstancias del partido y robó igualmente un buen número de balones en la medular y atrás Portela respondió mucho mejor que en la primera parte, Trigo fue un valladar y los laterales un ejemplo de esfuerzo físico extremadamente útil para el colectivo.

Fue una segunda parte, en definitiva, disputada con mucha más seguridad y aplomo que la primera y en la que ni la expulsión ni la lesión de Barco consiguieron minar la determinación de un Pontevedra que acabó siendo superior al Valladolid B que ya se aleja nueve puntos más el golaverage en la clasificación. 

Volvemos a hora, por desgracia, a tener que jugar sin Mario Barco. No sabemos todavía si dos, tres, cuatro o más jornadas tendremos que afrontar de nuevo los encuentros sin ese aire fresco que el de Calahorra proporciona a nuestro juego de ataque además de la atención extrema que su presencia exige a las defensas contrarias.

Ya he opinado en más de una ocasión que su ausencia me preocupa mucho más fuera (lleva el 50% de los escasos ocho goles marcados a domicilio por el equipo) que en casa. Ayer logramos dos goles sin él, Contra el Guijuelo lo mismo y al Osasuna B le metimos en su día tres sin su concurso. Se notará en Pasarón pero algo menos. 
Fuera es otra cosa y no se descubre nada si se dice que el Pontevedra no puede permitirse de nuevo el lujo de acumular no ya seis sino dos o tres partidos sin marcar.

Una opción a estudiar en busca de soluciones a este problema podría estar en colocar a David Añón en la punta de ataque. Por un lado, Añón ha jugado bastantes veces a lo largo de su carrera como delantero y también es verdad que no sólo ayer sino más veces este año ha rendido bien en ese lugar. Por otro lado, esta posibilidad (y no la de alinear desde el principio a David y Mateu) nos proporcionaría la posibilidad de contar en el banquillo con un delantero de repuesto que podría dotar de alegría y fuerza si las cosas no marchan bien a la parte de arriba del equipo. Si juegan los dos de inicio no habría opciones verdaderamente ofensivas por utilizar de refresco en el transcurso de los choques. 

No tengo dudas de que Luisito estrujará su mente para evitar que la nefasta racha sin marcar no se repita pero bueno es que se utilice la polivalencia de algunos de los jugadores de la plantilla en aras de disimular lo máximo posible esta tremenda baja para el equipo.

En Pamplona saldremos de dudas y ojalá el Pontevedra logre lejos de casa demostrar a aquellos que lo pensamos que esa Barcodependencia fuera es sólo una invención absurda.
      

2 comentarios:

  1. Parece que lo de Mario Barco no es grave y estará unas dos semanas de baja, esperemos que pueda llegar a tiempo para la final que tenemos en Ponferrada

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  2. Enhorabuena a Murillo y compañía, por fin se acordaron de la afición y de hacer algo para meter más gente en un partido vital, de todas maneras en ese sentido tienen mucho que aprender por ejemplo de clubes como el Teucro, que jugándose el ascenso a Asobal ha hecho una campaña por la que por 10 € puedes ir a los últimos tres partidos, ¿qué costaba hacer algo parecido? Aunque claro, si no se hace campaña de 2ª vuelta qué se puede esperar...

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