lunes, 27 de marzo de 2017

Experimentos con gaseosa, entrega sin límite y una piña apoteósica

Que en el fútbol lo más importante es ganar para el que esto escribe supone una verdad indiscutible. 
Cuando mi equipo salta a un campo y existen puntos en disputa o una clasificación copera está en juego lo primero que  deseo es la victoria y si luego jugamos de cine o encandilamos al personal, miel sobre hojuelas.
El partido contra el Tudelano se presentaba, por lo menos en opinión de este bloguero, vital para el futuro del Pontevedra y la victoria se antojaba imprescindible para no complicarse una clasificación para el play off por la que tanto se ha peleado desde finales de Agosto.
Alguno podrá pensar (quizá lleve razón) que con la derrota berciana en Barreiro acontecida horas antes de nuestro choque y con el complicado partido que a la misma hora disputaba el Valladolid B en Burgos estos tres puntos no parecían tan necesarios pero lo cierto es que sí lo eran y mucho.

Primero porque su obtención significaba darle otro golpe demoledor en el mismo día a la Ponferradina (tras su varapalo en Vigo) en vísperas de nuestra visita a El Toralín y segundo porque el Pontevedra (aunque desde dentro se empeñen en negarlo) no es nada fiable lejos de casa y los puntos en nuestro Estadio, teniendo en cuenta además que el próximo que vendrá es la Cultural, resultan básicos para mantener la diferencia en la tabla.

Y los datos previos al partido dejaban bien a las claras la dificultad de la tarea que el equipo iba a tener por delante. El Tudelano llegaba a Pasarón con unos números como visitante brillantes e intimidatorios y además había conseguido mantener su portería a cero fuera de casa en todo la segunda vuelta.
Por su parte, el Pontevedra veía como a la baja de Barco se unían la de los dos laterales (en especial Bonilla, segundo máximo goleador del equipo) cuyo concurso en un partido que se presumía cerrado y con  pocas concesiones del rival se antojaba realmente necesario.

Luisito no eligió de entrada ninguna solución extravagante para suplir las bajas de estos últimos y colocó a Adrían por la derecha y a Bruno de lateral izquierdo.
Pero he aquí que el técnico de Teo sí dio rienda suelta a los experimentos gaseosos (en otras entradas del blog se ha calificado a estos arranques como brotes bacterianos en honor del gran Profesor Bacterio) en otras partes del campo y algo sorprendidos (por no decir atónitos) veíamos a los once hombres que iban a saltar al césped haciendo ejercicios de calentamiento.
De esta forma pudimos comprobar como Capi actuaría de central junto a Portela; Trigo seguiría en medio campo junto a Abel y Kevin y en la vanguardia ofensiva actuarían tres "pequeños" Alex González, Mouriño y Añón. 

A diferencia de lo que sucedió en Ferrol, (aquel día Añón ejerció de delantero y Mouriño, Jacobo Millán y Eneko jugaron por detrás tratando de manejar el choque) el Pontevedra salía sin "9" colocándose Mouriño en esa posición denominada como "falso nueve" que permitía por poner un ejemplo a la España de Del Bosque jugar al fútbol casi sin porterías.

Es posible que Luisito intentara con ello explotar la velocidad de estos hombres y contrarrestar la imponente presencia física de casi todos los jugadores navarros pero el caso es que la prueba no tuvo éxito alguno y el Pontevedra no pudo en ningún momento siquiera arañar el sistema defensivo del Tudelano.
Por contra, sabiendo de la importancia de defender bien el balón parado en la tarde de ayer, no pudimos evitar primero que un corner fuera rematado en el primer palo por un adversario creando mucho peligro y después que en una falta algo lejana el conjunto blanquinegro consiguiese el 0-1 que torcía el partido de manera irremediable.

Reconoció errores en rueda de prensa el técnico granate y argumentó que la presencia de Capi en el campo se debía a la preocupación por la potencia en el juego aéreo de nuestro rival, circunstancia que parecía lógica. Eso sí, dicha preocupación justificada por uno de los puntos fuertes del juego del rival no casaba demasiado bien con la suplencia de un Mateu Ferrer que bien podía haber contribuido a defender los balones altos botados sobre nuestra área.

Sea como fuere, el caso es que ni se evitó encajar a balón parado ni los efectos que se buscaban en ataque surtieron efecto alguno con lo que en la primera media hora de juego la impotencia granate llegó a ser un poquito desesperante.
Luisito se dio cuenta que había que cambiar cosas y poco después de esa media hora decidió retirar a Capi y dar entrada a Mateu Ferrer. De esa especie de 4-3-3 sin referencia clara arriba el Pontevedra pasaba a disponerse con un dibujo más parecido al 4-2-3-1 con Trigo de central y Mouriño por detrás del punta.
Fue un cuarto de hora igualmente huérfano de ocasiones (el primer tiro a puerta se produjo en el minuto 45) pero por lo menos pudo comprobarse como algún balón largo pudo ser peleado con acierto por Mateu y que el Tudelano ya no vivía con tanta placidez en zona defensiva.

Llegó el descanso y tras él otra vuelta de tuerca en la disposición de los jugadores granates que pasaban a jugar con tres centrales (Trigo, Portela y Bruno); con los laterales incorporados a medio campo (Adrían por la derecha y Alex González por la izquierda acompañando a Abel y Kevin) Mouriño de media punta y Añón y Mateu en la delantera.

Es en este punto de justicia volver a alabar esta versatilidad táctica del PontevedraCF que a la fuerza tiene que haber sido adquirida a base de trabajo en los entrenamientos de todo el año y que le permite cambiar como un camaleón varias veces a lo largo de un partido para buscar soluciones (a veces llegan ,otras no) a los problemas que le pone por delante cada partido.
El caso es que con ese dibujo en el primer cuarto de hora el equipo consiguió algo de esa continuidad en el juego de la que careció en el primer tiempo. El ritmo se hizo más elevado y en una buena jugada de Abel por la izquierda Añón y Mateu gozaron de una buena oportunidad para el empate.

Pero con el transcurso de los minutos el Tudelano volvió a aplomarse y a contener los esfuerzos ofensivos pontevedreses e incluso se desplegó en contraataque con mucho peligro hasta en tres ocasiones desperdiciando la posibilidad de "matar" el partido. Dos de esas ocasiones las dilapidó el conjunto navarro con remates desviados pero en la otra se encontró con la muralla de Edu Sousa que rechazó en prodigiosa intervención con sus piernas un lanzamiento desde cerca que pudo significar la puntilla para el Pontevedra.

No "mató" el Tudelano a su rival y en ese instante apareció otras de las virtudes que atesora el equipo dirigido por Luisito, su entrega sin condiciones y su fe en poder darle la vuelta a la situación. Ni el cambio (supongo que por cansancio) de Mouriño por Eneko que apenas se notó, ni la lesión de Portela que mandó atrás a Kevin para dar entrada a Alex Fernández, supusieron obstáculos para que el Pontevedra siguiera intentándolo aunque sin acierto y con más corazón que cabeza.

En estas llega el minuto 87 y un saque de esquina afortunado. Añón lo bota y Abel Suárez (que ayer estuvo en su sitio y fue junto a Trigo dos pilares fundamentales para el equipo) pone la cabeza para enviar en media parábola el balón al fondo de las mallas para colocar el empate a uno y romper la longeva racha sin encajar fuera del Tudelano.

Pero he aquí que un Pontevedra que hasta ese instante se había mostrado impreciso e incapaz de generar demasiado peligro en área rival, entiende que lejos de conformarse había que acelerar en busca de una victoria vital que otorgaría más de medio billete para el play off.

Y la gente hasta ese momento algo callada y mustia por el partido coincidió en el diagnóstico de los jugadores y empezó a apretar de lo lindo para conseguir lo que minutos antes parecía un milagro.

Fueron dos minutos de tiempo reglamentario mas los cinco de descuento auténticamente preciosos. Se forzaron un par de corners entre la algarabía general sin premio. Se "mordió" como no se había "mordido" hasta ese instante e incluso se realizó por Abel una falta táctica y necesaria para parar un contragolpe peligroso con la que parecía acabarse todo. 

Pero no se acabó. Se recuperó el balón, se envió a la izquierda de nuestro ataque y Mateu sufrió un agarrón que convierte en inexplicable la queja del técnico rival al alegar la inexistencia de la falta. 

Los segundos previos al saque de dicha infracción fueron maravillosos. 
El fondo Norte hacía retumbar la grada como en las mejores ocasiones y el resto del estadio contagiado por el empuje y la fe de sus jugadores contribuyó a dotar de la magia necesaria a ese momento crucial.
Alex Fernández acarició la pelota con esmero antes de colocarla sobre el césped. Luego la golpeó con maestría hacia el corazón del área y ahí apareció majestuoso Bruno para en remate picado alojarla en la portería navarra y provocar el alborozo de jugadores, técnicos y aficionados que veían como se lograba un triunfo completamente inesperado menos de diez minutos antes.

Especialmente emocionante resultó ver la piña formada por todos los jugadores (incluidos suplentes y no convocados) y técnicos celebrando ese gol que otorgaba una victoria tan importante más allá de que dicho triunfo refleje o no lo acontecido durante los noventa minutos de juego.

Ganar siempre es lo más importante y en un partido tan trascendente como el de ayer todavía más.

Estamos muy cerca. No está hecho, pero estamos muy cerca.

Llega el partido de la Ponferradina. 
No estará Kevin pero volverán Bonilla, Miguel y quien sabe si Mario Barco. 
No perder significaría eliminar definitivamente a este rival de la pelea. Perder supondría un golpe pero con margen suficiente para digerirlo.

Ahora, el "alegrón" de ayer ya no hay quien nos lo quite.

 


   

1 comentario:

  1. Que alguien le diga a Luisito que deje los experimentos para cuando ya hayamos logrado la clasificación para el play off, lo de la 1ª parte el otro día fue lamentable y no se puede consentir

    ResponderEliminar