lunes, 27 de marzo de 2017

Experimentos con gaseosa, entrega sin límite y una piña apoteósica

Que en el fútbol lo más importante es ganar para el que esto escribe supone una verdad indiscutible. 
Cuando mi equipo salta a un campo y existen puntos en disputa o una clasificación copera está en juego lo primero que  deseo es la victoria y si luego jugamos de cine o encandilamos al personal, miel sobre hojuelas.
El partido contra el Tudelano se presentaba, por lo menos en opinión de este bloguero, vital para el futuro del Pontevedra y la victoria se antojaba imprescindible para no complicarse una clasificación para el play off por la que tanto se ha peleado desde finales de Agosto.
Alguno podrá pensar (quizá lleve razón) que con la derrota berciana en Barreiro acontecida horas antes de nuestro choque y con el complicado partido que a la misma hora disputaba el Valladolid B en Burgos estos tres puntos no parecían tan necesarios pero lo cierto es que sí lo eran y mucho.

Primero porque su obtención significaba darle otro golpe demoledor en el mismo día a la Ponferradina (tras su varapalo en Vigo) en vísperas de nuestra visita a El Toralín y segundo porque el Pontevedra (aunque desde dentro se empeñen en negarlo) no es nada fiable lejos de casa y los puntos en nuestro Estadio, teniendo en cuenta además que el próximo que vendrá es la Cultural, resultan básicos para mantener la diferencia en la tabla.

Y los datos previos al partido dejaban bien a las claras la dificultad de la tarea que el equipo iba a tener por delante. El Tudelano llegaba a Pasarón con unos números como visitante brillantes e intimidatorios y además había conseguido mantener su portería a cero fuera de casa en todo la segunda vuelta.
Por su parte, el Pontevedra veía como a la baja de Barco se unían la de los dos laterales (en especial Bonilla, segundo máximo goleador del equipo) cuyo concurso en un partido que se presumía cerrado y con  pocas concesiones del rival se antojaba realmente necesario.

Luisito no eligió de entrada ninguna solución extravagante para suplir las bajas de estos últimos y colocó a Adrían por la derecha y a Bruno de lateral izquierdo.
Pero he aquí que el técnico de Teo sí dio rienda suelta a los experimentos gaseosos (en otras entradas del blog se ha calificado a estos arranques como brotes bacterianos en honor del gran Profesor Bacterio) en otras partes del campo y algo sorprendidos (por no decir atónitos) veíamos a los once hombres que iban a saltar al césped haciendo ejercicios de calentamiento.
De esta forma pudimos comprobar como Capi actuaría de central junto a Portela; Trigo seguiría en medio campo junto a Abel y Kevin y en la vanguardia ofensiva actuarían tres "pequeños" Alex González, Mouriño y Añón. 

A diferencia de lo que sucedió en Ferrol, (aquel día Añón ejerció de delantero y Mouriño, Jacobo Millán y Eneko jugaron por detrás tratando de manejar el choque) el Pontevedra salía sin "9" colocándose Mouriño en esa posición denominada como "falso nueve" que permitía por poner un ejemplo a la España de Del Bosque jugar al fútbol casi sin porterías.

Es posible que Luisito intentara con ello explotar la velocidad de estos hombres y contrarrestar la imponente presencia física de casi todos los jugadores navarros pero el caso es que la prueba no tuvo éxito alguno y el Pontevedra no pudo en ningún momento siquiera arañar el sistema defensivo del Tudelano.
Por contra, sabiendo de la importancia de defender bien el balón parado en la tarde de ayer, no pudimos evitar primero que un corner fuera rematado en el primer palo por un adversario creando mucho peligro y después que en una falta algo lejana el conjunto blanquinegro consiguiese el 0-1 que torcía el partido de manera irremediable.

Reconoció errores en rueda de prensa el técnico granate y argumentó que la presencia de Capi en el campo se debía a la preocupación por la potencia en el juego aéreo de nuestro rival, circunstancia que parecía lógica. Eso sí, dicha preocupación justificada por uno de los puntos fuertes del juego del rival no casaba demasiado bien con la suplencia de un Mateu Ferrer que bien podía haber contribuido a defender los balones altos botados sobre nuestra área.

Sea como fuere, el caso es que ni se evitó encajar a balón parado ni los efectos que se buscaban en ataque surtieron efecto alguno con lo que en la primera media hora de juego la impotencia granate llegó a ser un poquito desesperante.
Luisito se dio cuenta que había que cambiar cosas y poco después de esa media hora decidió retirar a Capi y dar entrada a Mateu Ferrer. De esa especie de 4-3-3 sin referencia clara arriba el Pontevedra pasaba a disponerse con un dibujo más parecido al 4-2-3-1 con Trigo de central y Mouriño por detrás del punta.
Fue un cuarto de hora igualmente huérfano de ocasiones (el primer tiro a puerta se produjo en el minuto 45) pero por lo menos pudo comprobarse como algún balón largo pudo ser peleado con acierto por Mateu y que el Tudelano ya no vivía con tanta placidez en zona defensiva.

Llegó el descanso y tras él otra vuelta de tuerca en la disposición de los jugadores granates que pasaban a jugar con tres centrales (Trigo, Portela y Bruno); con los laterales incorporados a medio campo (Adrían por la derecha y Alex González por la izquierda acompañando a Abel y Kevin) Mouriño de media punta y Añón y Mateu en la delantera.

Es en este punto de justicia volver a alabar esta versatilidad táctica del PontevedraCF que a la fuerza tiene que haber sido adquirida a base de trabajo en los entrenamientos de todo el año y que le permite cambiar como un camaleón varias veces a lo largo de un partido para buscar soluciones (a veces llegan ,otras no) a los problemas que le pone por delante cada partido.
El caso es que con ese dibujo en el primer cuarto de hora el equipo consiguió algo de esa continuidad en el juego de la que careció en el primer tiempo. El ritmo se hizo más elevado y en una buena jugada de Abel por la izquierda Añón y Mateu gozaron de una buena oportunidad para el empate.

Pero con el transcurso de los minutos el Tudelano volvió a aplomarse y a contener los esfuerzos ofensivos pontevedreses e incluso se desplegó en contraataque con mucho peligro hasta en tres ocasiones desperdiciando la posibilidad de "matar" el partido. Dos de esas ocasiones las dilapidó el conjunto navarro con remates desviados pero en la otra se encontró con la muralla de Edu Sousa que rechazó en prodigiosa intervención con sus piernas un lanzamiento desde cerca que pudo significar la puntilla para el Pontevedra.

No "mató" el Tudelano a su rival y en ese instante apareció otras de las virtudes que atesora el equipo dirigido por Luisito, su entrega sin condiciones y su fe en poder darle la vuelta a la situación. Ni el cambio (supongo que por cansancio) de Mouriño por Eneko que apenas se notó, ni la lesión de Portela que mandó atrás a Kevin para dar entrada a Alex Fernández, supusieron obstáculos para que el Pontevedra siguiera intentándolo aunque sin acierto y con más corazón que cabeza.

En estas llega el minuto 87 y un saque de esquina afortunado. Añón lo bota y Abel Suárez (que ayer estuvo en su sitio y fue junto a Trigo dos pilares fundamentales para el equipo) pone la cabeza para enviar en media parábola el balón al fondo de las mallas para colocar el empate a uno y romper la longeva racha sin encajar fuera del Tudelano.

Pero he aquí que un Pontevedra que hasta ese instante se había mostrado impreciso e incapaz de generar demasiado peligro en área rival, entiende que lejos de conformarse había que acelerar en busca de una victoria vital que otorgaría más de medio billete para el play off.

Y la gente hasta ese momento algo callada y mustia por el partido coincidió en el diagnóstico de los jugadores y empezó a apretar de lo lindo para conseguir lo que minutos antes parecía un milagro.

Fueron dos minutos de tiempo reglamentario mas los cinco de descuento auténticamente preciosos. Se forzaron un par de corners entre la algarabía general sin premio. Se "mordió" como no se había "mordido" hasta ese instante e incluso se realizó por Abel una falta táctica y necesaria para parar un contragolpe peligroso con la que parecía acabarse todo. 

Pero no se acabó. Se recuperó el balón, se envió a la izquierda de nuestro ataque y Mateu sufrió un agarrón que convierte en inexplicable la queja del técnico rival al alegar la inexistencia de la falta. 

Los segundos previos al saque de dicha infracción fueron maravillosos. 
El fondo Norte hacía retumbar la grada como en las mejores ocasiones y el resto del estadio contagiado por el empuje y la fe de sus jugadores contribuyó a dotar de la magia necesaria a ese momento crucial.
Alex Fernández acarició la pelota con esmero antes de colocarla sobre el césped. Luego la golpeó con maestría hacia el corazón del área y ahí apareció majestuoso Bruno para en remate picado alojarla en la portería navarra y provocar el alborozo de jugadores, técnicos y aficionados que veían como se lograba un triunfo completamente inesperado menos de diez minutos antes.

Especialmente emocionante resultó ver la piña formada por todos los jugadores (incluidos suplentes y no convocados) y técnicos celebrando ese gol que otorgaba una victoria tan importante más allá de que dicho triunfo refleje o no lo acontecido durante los noventa minutos de juego.

Ganar siempre es lo más importante y en un partido tan trascendente como el de ayer todavía más.

Estamos muy cerca. No está hecho, pero estamos muy cerca.

Llega el partido de la Ponferradina. 
No estará Kevin pero volverán Bonilla, Miguel y quien sabe si Mario Barco. 
No perder significaría eliminar definitivamente a este rival de la pelea. Perder supondría un golpe pero con margen suficiente para digerirlo.

Ahora, el "alegrón" de ayer ya no hay quien nos lo quite.

 


   

lunes, 13 de marzo de 2017

Un centrocampista total, una bonita ventaja y un pinchazo inoportuno

Siete puntos de ventaja, siete, son los que soñábamos con sacar al quinto clasificado al término de la jornada de Liga del fin de semana pasado. Y siete puntos de ventaja, siete, son los que refleja la clasificación a nuestro favor con respecto al quinto una vez disputados los partidos jugados en Pasarón y El Sardinero.

La situación clasificatoria del Pontevedra CF resulta indudablemente envidiable. El equipo está muy cerca de conseguir alzarse con una cuarta posición en la que muy pocos creían al comienzo de la temporada y sus números en casa resultan absolutamente maravillosos. Doce victorias, un empate y solo dos derrotas dejan bien claro que como dirían en Cádiz "aquí hay que mamar" o utilizando nuestro inolvidable eslogan "hai que roelo" y mucho para doblegar los esfuerzos de nuestros jugadores cada vez que se "ponen de largo" delante de sus espectadores.

Sin embargo, dos puntos ensombrecen un tanto esta situación idílica del Pontevedra en la tabla y hacen que la alegría no sea total en el seno de la familia granate.
Por un lado, esa dichosa nueva lesión de Barco producida muy pocos minutos después de su salida al césped en la segunda parte al sufrir un pinchazo en la cara posterior de su muslo izquierdo bastante cerca, por cierto, del lugar que ocupa en las gradas este atribulado y otra vez preocupado bloguero.
El ¡ayy! pronunciado por el "9" acompañado de su frenazo en seco al intentar una de sus arrancadas dejaron claro desde un principio que la "cosa" no iba a tener remedio y que habría que pasarse otras cuarenta y ocho horas "rezando" hasta conocer mañana Martes si hay rotura o sólo contractura y de haber la primera si resulta lo más pequeña posible.

El otro aspecto menos positivo de la tarde es casi más doloroso y viene protagonizado por la escasa afluencia de público al Estadio Municipal de Pasarón. En un partido tan importante como el de ayer en el que tanto se jugaba el equipo la única razón que se puede argumentar para justificar el poco aforo cubierto en el ex vetusto es desgraciadamente que la afición granate (quizá por las continuas humillaciones sufridas en el "lustro negro" del descenso y la trayectoria tan larga en Tercera o por cualquier otra razón que habría que empezar a desentrañar) se ha convertido en minoritaria a lo largo de la Liga regular vaya como vaya el equipo y sólo numerosa cuando más interesa "subirse al carro" en aquellas fechas en las que puede "olerse" algún éxito. Esta aseveración que tristemente parece ir confirmándose desde la pasada temporada la escribe este bloguero con grandes dosis de tristeza y gigantescos deseos de que no se ajuste a la realidad y se recupere el ambiente durante la Liga que el Pontevedra CF está mereciendo sobradamente.

Sea como fuere, lo cierto es que el conjunto granate salió a disputar un partido crucial con alguna pequeña novedad no de hombres pero sí de posicionamiento. Así, la ubicación de los tres hombres del medio (Abel, Kevin y Trigo) no era la más habitual a lo largo de la temporada pues fue el jugador canario el que se colocó en el vértice superior del triángulo formado por estos tres futbolistas actuando más retrasado y muy pendiente por cierto de uno de los mejores hombres del rival, Higinio, al que vigiló muy de cerca durante toda la primera parte. Kevin y Trigo actuaron, por tanto, con algo más de libertad para desplegarse en ataque y Eneko y Añón ejercían de interiores ofensivos escoltando a Mateu Ferrer que volvía a acaparar la punta de ataque.

Y el partido se puso de cara muy pronto cuando en el minuto 8 Kevin Presa golpeaba desde la frontal una pelota que tras rebotar en un contrario adquiría una dirección venenosa para el portero vallisoletano que nada pudo hacer para impedir el gol granate.

Lo cierto es que ese tempranero tanto lejos de aplomar el juego pontevedrés y dotar de seguridad a las acciones del los jugadores, provocó el efecto contrario y dio paso a unos treinta y cinco minutos siguientes en los que el Pontevedra lo único que transmitió sobre el césped fue incomodidad, imprecisión y un abuso del "pelotazo" sin sentido que llegó a desesperar al público asistente que se contagió un poco de ese estado de nervios en la que cayeron sus jugadores.

Tras el gol, el Pontevedra decidió otorgarle la posesión al Valladolid B (circunstancia que no tendría que ser negativa ni mucho menos) pero se "olvidó" de jugar el balón con criterio una vez recuperado y se limitó a sacudirse el esférico desde atrás hasta convertir esa parte del encuentro en una de las más feas disputadas en toda la temporada en casa.
Es verdad que el Valladolid tocaba y tocaba pero apenas llegaba con peligro al área de Edu pero la sensación transmitida por el Pontevedra durante esa fase del partido no era ni mucho menos la más deseable y recordó un poquito a esos minutos malos disputados ante el Guijuelo hace unas semanas.

Pero todo cambió al filo del descanso. Justo cuando la tensión parecía mayor, Kevin Presa logró hacerse con un balón en "tres cuartos" y tras una conducción magnífica envió un zapatazo no menos extraordinario que se alojó en las mallas pucelanas para poner más tierra de por medio en el marcador y poder marcharse al vestuario entre aplausos por el golazo conseguido y no con esa sensación extraña que minutos antes reinaba en el campo.

Y llegó la segunda parte y con ella un primer cuarto de hora en el que pasó de todo.

Lo primero es que el Pontevedra salió mejor y lejos de protagonizar esas "empanadas" a las que a veces nos acostumbra tras los descansos, consiguió dominar mucho más la situación en los primeros minutos.
Fruto de ello fue la gran ocasión para logar el tercero disfrutada  en primera instancia por Bruno que le dio al aire casi en boca de gol y luego por Eneko en el segundo palo cuyo remate fue despejado en última instancia por un defensa cuando ya se colaba.

Pero he aquí que en la siguiente acción del partido Bruno, que se reintegraba a su zona tras la ocasión citada, comete una entrada más peligrosa que voluntaria colocando su bota muy cerca de la cara de un contrario. El árbitro no lo duda y decide expulsar al central pontevedrés cuando todavía quedaban más de treinta y cinco minutos por delante.  
Sin solución de continuidad, en la jugada siguiente Barco que había suplido a Mateu muy poco antes se lesiona en la acción ya descrita al comienzo de este escrito y hace variar por completo los planes de Luisito que ya preparaba el segundo cambio en la banda.

Justo antes de la lesión, Alex González se preparaba ya para salir y todo hacía indicar que Eneko o Añon serían los jugadores elegidos para el cambio pero ese maldito pinchazo muscular provocó que la salida de Alex tuviera que ser por fuerza en lugar del "9" riojano.

A partir de ahí, el Pontevedra decide reorganizarse con Trigo oficiando de central junto a Portela y Añón moviendo su posición de la derecha a la punta y en ese instante apareció ese Pontevedra ordenado, solidario y estajanovista que tanto nos gusta y en el que tanto confiamos.

El Valladolid, como no podía ser de otra forma, volvió a hacerse con el balón ante un Pontevedra replegado pero sólo creó peligro de verdad en un lanzamiento que encontró la gran intervención de un Edu Sousa que volvió a ser ese portero seguro y de garantías que el equipo granate necesita.

Pero a diferencia de lo ocurrido en la primera mitad y sin que jugar con un jugador menos resultara obstáculo para ello, el Pontevedra logró recuperar más veces la pelota e hilvanar contras interesantes que no sólo creaban inquietud en la defensa castellana sino que desahogaban al equipo para obtener ese oxígeno imprescindible para anular los intentos ofensivos del Valladolid.
En esa faceta del juego, la velocidad al contragolpe, volvió a destacar Alex González que protagonizo de nuevo dos o tres jugadas extraordinarias de regate y velocidad que encandilaron al público granate. 
También Eizmendi que hasta ahora había pasado ciertamente desapercibido disputó una buena segunda parte hasta que fue sustituido por Mouriño y empezó a mostrar algunas cosas que quizá llevaron al club a propiciar su incorporación.
No se pude olvidar el trabajo de Añon que acabó exhausto el partido y que no estuvo nada bien por la derecha pero que creció exponencialmente desde la delantera y que incluso provocó una jugada en la que un central contrario debió ser expulsado. El colegiado decidió saldar la acción con una amarilla.      

Pero si en ataque estos jugadores redoblaron esfuerzos y ayudaron al equipo que decir de los encargados más directamente de parar el juego del equipo rival.  
Por encima de todos Kevin Presa. 
A  su habitual trabajo de desgaste, presión y equilibrio táctico de su equipo, adjuntó dos goles que decidieron el partido y recordó e incluso superó a ese jugador que conocemos y que esta temporada estaba quizá un puntito por debajo a la hora de ofrecer todo lo que lleva dentro.
Al lado de Kevin, Abel se desempeñó bien en una labor más fajadora que exigían las circunstancias del partido y robó igualmente un buen número de balones en la medular y atrás Portela respondió mucho mejor que en la primera parte, Trigo fue un valladar y los laterales un ejemplo de esfuerzo físico extremadamente útil para el colectivo.

Fue una segunda parte, en definitiva, disputada con mucha más seguridad y aplomo que la primera y en la que ni la expulsión ni la lesión de Barco consiguieron minar la determinación de un Pontevedra que acabó siendo superior al Valladolid B que ya se aleja nueve puntos más el golaverage en la clasificación. 

Volvemos a hora, por desgracia, a tener que jugar sin Mario Barco. No sabemos todavía si dos, tres, cuatro o más jornadas tendremos que afrontar de nuevo los encuentros sin ese aire fresco que el de Calahorra proporciona a nuestro juego de ataque además de la atención extrema que su presencia exige a las defensas contrarias.

Ya he opinado en más de una ocasión que su ausencia me preocupa mucho más fuera (lleva el 50% de los escasos ocho goles marcados a domicilio por el equipo) que en casa. Ayer logramos dos goles sin él, Contra el Guijuelo lo mismo y al Osasuna B le metimos en su día tres sin su concurso. Se notará en Pasarón pero algo menos. 
Fuera es otra cosa y no se descubre nada si se dice que el Pontevedra no puede permitirse de nuevo el lujo de acumular no ya seis sino dos o tres partidos sin marcar.

Una opción a estudiar en busca de soluciones a este problema podría estar en colocar a David Añón en la punta de ataque. Por un lado, Añón ha jugado bastantes veces a lo largo de su carrera como delantero y también es verdad que no sólo ayer sino más veces este año ha rendido bien en ese lugar. Por otro lado, esta posibilidad (y no la de alinear desde el principio a David y Mateu) nos proporcionaría la posibilidad de contar en el banquillo con un delantero de repuesto que podría dotar de alegría y fuerza si las cosas no marchan bien a la parte de arriba del equipo. Si juegan los dos de inicio no habría opciones verdaderamente ofensivas por utilizar de refresco en el transcurso de los choques. 

No tengo dudas de que Luisito estrujará su mente para evitar que la nefasta racha sin marcar no se repita pero bueno es que se utilice la polivalencia de algunos de los jugadores de la plantilla en aras de disimular lo máximo posible esta tremenda baja para el equipo.

En Pamplona saldremos de dudas y ojalá el Pontevedra logre lejos de casa demostrar a aquellos que lo pensamos que esa Barcodependencia fuera es sólo una invención absurda.
      

martes, 7 de marzo de 2017

Diez partidos, diez finales

He de reconocer que segundos antes del cabezazo letal de Mario Barco estaba ya firmando el punto que hasta ese instante tenía en el zurrón el Pontevedra CF.

Después de una primera parte insulsa y sin apenas mordiente ofensiva y de una segunda en la que se llegó algo más sobre la portería contraria pero sin la suficiente continuidad o intensidad para que se pudiera adivinar la llegada de un gol salvador, todo indicaba que el equipo acumularía su octava salida sin marcar un tanto y que el empate acabaría por reinar en el marcador de Villaviciosa.

Había sido un partido parecido al disputado en Ferrol hace unas semanas. En el primer tiempo el Pontevedra controlaba el encuentro atrás con solvencia y no daba apenas opciones a su rival para generar peligro ante Edu Sousa. Pero en ataque no se conseguía profundizar con verdadero peligro y solo en una acción de Añón justo antes del descanso pudo el Pontevedra crear algo de inquietud a la defensa asturiana.

Es verdad que en la segunda parte se mejoró algo y se dotó al juego de más intención en ataque. Barco, que había salido en el minuto 50 de encuentro llegó tarde por muy poco a un venenoso centro desde la izquierda, Abel pateó con cierto peligro una pelota desde fuera del área que no se fue demasiado por encima del larguero y Alex Fernández gozó de la mejor ocasión tras bonita jugada creada entre el propio Abel y Kevin Presa que no pudo embocar el ex del Ourense cuando estaba en una gran posición para transformar la acción en gol.

Por contra, el Lealtad también tuvo su ocasión en un mano a mano algo lateral de uno de sus hombres con Edu resolviendo el portero con acierto el lance rechazando la pelota que acabó fuera.

Con esa sensación de que se había neutralizado al rival sin demasiados problemas a base de un buen trabajo colectivo pero que otra vez se había desaprovechado la oportunidad de vencer fuera por no dotar a nuestra labor ofensiva de la suficiente calidad o agresividad , se llegaba a ese minuto 88 en el que el partido saltó por los aires.
Centro llovido de Eneko Eizmendi desde la izquierda y tremendo salto de Barco para no solo ganarle la partida a un defensa que no sabía de donde había salido esa cabeza sino también para imprimir una notable fuerza a la pelota que salió disparada para alojarse cerca del palo izquierdo de la portería local sin que el arquero pudiera hacer nada para evitarlo.

Golazo que aunaba la potencia de piernas para el salto y la fuerza en el cuello para golpear un esférico que no venía demasiado fuerte para convertirlo en remate inapelable.

Y golazo por la importancia. Significaba esa gran acción del "9" granate hacerse a última hora con tres puntos de oro como visitantes teniendo en cuenta la tremenda dificultad que está encontrando el equipo para conseguir victorias fuera.

Ya lo he dicho en más de una ocasión pero creo que la presencia de Mario Barco en el campo (resultando siempre importantísima) se hace todavía más trascendental lejos de Pasarón.
El riojano ha resultado clave en las únicas tres victorias obtenidas a domicilio y acumula la mitad de los goles logrados por toda la plantilla actuando como visitante.

Es fútbol ficción, sí, pero creo que si bien la presencia de Barco quizá no hubiera cambiado demasiado los partidos jugados aquí frente a Racing y Celta B (especialmente ante este último equipo en el que se trabajó muy mal en defensa) sí hubiera resultado determinante en esa serie de cuatro encuentros jugados fuera (Mutilva, Palencia, Izarra y Ferrol) en los que el Pontevedra CF no fue capaz de marcar ni un solo tanto.

Sea como fuere, tras la victoria en Lealtad y los resultados de Ponferradina y Valladolid de esta misma jornada, el Pontevedra se encuentra ante la posibilidad de meterle nueve puntos al filial pucelano si es capaz de doblegarle en el encuentro que disputará el próximo Domingo a la ribera del Lérez.
El filial vallisoletano que perdió su duelo frente al Celta B en la última jugada del choque, ha anunciado a principios de semana la cesión al UCAM Murcia de su jugador Mayoral, uno de los principales referentes hasta este momento del filial y parece por tanto que su apuesta por jugar el play off de ascenso pierde enteros.

Aún así, el partido será harto complicado y bueno es recordar que la pasada temporada este equipo derrotó aquí al Pontevedra por 1-2.

Han llegado los diez últimos partidos de la Liga regular que como tantos y tantos técnicos del fútbol recuerdan constituyen el tramo decisivo de las campañas y en los que sacar adelante los puntos resulta todavía más complicado.
Si fuéramos capaces de ganar al Valladolid B casi descartaríamos a los blanquivioletas y nuestra mayor referencia y casi única pasaría a ser la Ponferradina que este mismo fin de semana tiene una batalla muy dura en El Sardinero.

Dentro de la indiscutible dificultad de todos los partidos y más a estas alturas, los bercianos no solo tendrán que rendir visita a los santanderinos sino que deberán viajar también, entre otras visitas, a Barreiro  y al estadio de un Racing de Ferrol que ha vuelto a complicarse algo su clasificación por abajo y que no estará dispuesto a regalar nada. 

Nosotros también enfrentaremos rivales de alta alcurnia como el propio filial del Domingo o la Cultural Leonesa que nos visitará dentro de unas semanas.
Pero en el horizonte ya se vislumbra esa "final entre las finales" que deberemos disputar en el campo de El Toralín dentro de cuatro jornadas.

Que importante resultaría llegar allí al menos con los cuatro puntos de margen con los que contamos actualmente y que nos posibilitarían en caso de ganar darles casi la puntilla en ese enfrenamiento directo.

Pero para eso queda más o menos un mes y como bien dice y recalca Diego Pablo Simeone debemos ir partido a partido.
Lo más inmediato, el Valladolid B. Lo más importante ganar ese encuentro. Si después el Racing de Santander ayuda algo, miel sobre hojuelas.

Sería también importante que las gradas del Estadio de Pasarón, demasiado vacáis durante toda la temporada en comparación con la labor del equipo, se poblaran en mayor número el próximo Domingo. 
El equipo ha hecho méritos más que suficientes para que su afición responda de manera más mayoritaria y el papel que debe jugar Pasarón en ayuda del equipo para estos últimos partidos es trascendente y muy necesario.