lunes, 9 de enero de 2017

Tres puntos de oro, brote bacteriano y lesión preocupante

Había que ganar por lo civil o por lo criminal.
Esta frase tópica del fútbol la utilizaba a menudo Luis Aragonés. Ganar un encuentro de Liga siempre comporta una recompensa en forma de tres puntos pero hay fases en una campaña en la que las victorias se hacen más trascendentales y contribuyen a consolidar posiciones en momentos clave de la competición.

La decisión organizativa de paralizar la Liga durante tres semanas unido al hecho de que en el último partido del año el Caudal consiguiera quebrar la serie de partidos ganados en casa añadía incertidumbre a un choque en el que resultaba crucial volver a reencontrarse con el triunfo como local y seguir llenando la mochila de unos puntos que a estas alturas ya empiezan a parecer fundamentales.
Y para añadir algo más de inquietud al choque de ayer, el rival. 

Un Guijuelo con buenos jugadores pero en una situación clasificatoria muy complicada visitaba Pasarón con la idea de comenzar el año tomando aire y consiguiendo resultados más acordes a los objetivos con los que parecía partir en el mes de Agosto.
Confieso que nada más sentarme en la grada me llevé una buena sorpresa. Acostumbro siempre a observar al equipo en el calentamiento para conocer la alineación titular de cada encuentro y en un principio creí que estaba equivocado. Conté incluso a los jugadores que evolucionaban junto al preparador físico para comprobar si lo hacían más de diez pero no, las cuentas no engañaban. Mientras Edu hacía trabajo específico en la portería los otros diez compañeros que iban a compartir titularidad se preparaban para el encuentro y entre ellos estaba Miki.

Vaya por delante para evitar confusiones que el joven jugador granate lo dejó todo sobre el césped. Peleó, luchó y trabajó como el resto por defender la camiseta pero no sería sincero si no dijera que su presencia en el "once" me retrotrajo a algún partido de la pasada temporada en la que experimentos inesperados y vacíos de resultado permitieron que me acordara del Profesor Bacterio.
Ni las molestias de Añón, ni la ausencia por gripe de Jacobo parecen motivos suficientes para otorgarle la titularidad a un chico que hasta ayer había disputado escasísimos minutos en Liga y siempre en los últimos minutos de juego de algún partido aislado. 
Utilizando de nuevo la parodia, entiendo esta decisión como un leve "brote bacteriano" que espero y deseo se quede sólo en eso y no se apodere más veces y con más intensidad de un técnico que parecía totalmente curado de dicha afección desde que en algunos partidos de la segunda vuelta del año pasado sorprendiera a propios y extraños en más de una ocasión.

Sea como fuere, el Pontevedra CF saltó al césped con una disposición de 4-1-4-1. Con Kevin de mediocentro posicional, Abel y Trigo moviéndose por delante a la altura del citado Miki que caía a la derecha y Alex González que lo hacía a la izquierda. Barco ejercía de punta en solitario y demostraba que tenía ganas de fútbol acertando en casi todas las acciones en las que participó en los escasos diez minutos en los que pudo jugar antes de caer lesionado.

Esos primeros minutos fueron bastante buenos y la pelota circulaba con cierta velocidad apareciendo Trigo en área contraria por sorpresa en varias ocasiones y dotando como ya se ha dicho Mario Barco de picante al ataque granate con su calidad y sus movimientos.
Pero todo se truncó al filo del minuto diez. Un centro desde la derecha, el salto de Barco junto a un compañero en el primer palo para rematar y un desafortunado apoyo en el suelo del calagurritano que veía como uno de sus tobillos se doblaba de manera escalofriante al caer produciendo evidentes muestras de dolor en el pichichi granate.
Desde el primer instante se vio que la cosa pintaba mal y que el cambio iba a ser obligado. La preocupación se extendió por el ex vetusto ante el infortunio del "9" y más de uno empezó a hacer cábalas sobre el periodo de tiempo en el que el equipo iba a tener que estar sin una de sus piezas básicas y los efectos que dicha circunstancia podría acarrear en el futuro.

Lo cierto es que la lesión de Barco no solo motivó la entrada de Mateu sino que también conllevó el fundido a negro en el juego de ataque pontevedrés.
Las ideas ofensivas dejaron de fluir como si el equipo fuera consciente de la trascendencia de la lesión de Mario Barco y el Guijuelo tomó confianza y se hizo con la posesión de la pelota apagando los plomos del conjunto granate.
Fueron minutos en los que no se sufrió demasiado atrás pues el rival se dedicaba a mantener el balón en zonas no demasiado calientes del campo pero en los que la impotencia a la hora de buscar brechas en el sistema defensivo salmantino se hizo evidente.
Ni Alex lograba desbordar por la izquierda ni Miki por la derecha. Trigo dejó de encontrar los caminos hacia el área contraria y Abel jugaba demasiado de espaldas bajando de esta forma mucho su contribución al juego.

Luisito se dio cuenta del giro del partido y como en él es habitual se movió para intentar cambiar las cosas. Antes de la media hora ordenó el cambio de sistema para pasar a jugar con tres centrales (Kevin junto a Bruno y Portela), colocar a los laterales junto a Abel y Trigo para hacer una línea de 4 en el medio, jugar con Alex y Miki de medias puntas y dejar arriba a Mateu en un  3-4-2-1.

Es cierto que el Pontevedra con ese cambio impidió que el Guijuelo tuviera tanto la pelota como en los minutos anteriores pero siguió sin encontrar los caminos hacia la portería castellana.
Los minutos pasaban sin que nada interesante pasase sobre el "verde" hasta que en el último minuto del primer tiempo se armó la "marimorena".

Es verdad que a lo largo de ese primer tiempo el árbitro madrileño había dado muestras de un cierto carácter hogareño al sacar tres amonestaciones a jugadores jamoneros  por ninguna a los granates a pesar de la existencia de alguna acción en la que bien pudo enseñar alguna. 
Pero en esa última acción antes del descanso tomó una decisión vital para el desarrollo del partido. Balón largo dentro del área para Miki que pugna con un defensa rival que le arrebata la pelota desviándola hacia la banda derecha. Tras el cruce, ambos jugadores caen al suelo y quizá el defensor visitante en la caída realiza un leve agarrón de camiseta al ex del Rápido de Bouzas. Sin dudarlo un instante el colegiado señala el punto de penalti ante las protestas de todo el conjunto salmantino y cierta incredulidad entre los pontevedreses.
El caso es que Bonilla no desaprovecha el obsequio y cambiando la forma habitual de sus lanzamientos engaña al portero provocando su estirada a un lado y mandando el cuero de manera sutil al centro de la portería.
Tras la transformación de la pena máxima, los jugadores visitantes volvieron a rodear al "trencilla" para insistir en sus protestas y dicho error les cuesta la expulsión de uno de sus hombres por doble cartulina amarilla.

1-0 y contra diez para afrontar la segunda parte. La sensación de la parroquia local era de alivio ante el inesperado giro de los acontecimientos que acarreaba el desatascamiento de un partido complicadísimo al que los granates no encontraban la forma de hincarle el diente.  
Pero el encuentro todavía guardaba varias sorpresas.

El Pontevedra volvió a mudar por tercera vez de sistema en el partido. Al verse en superioridad, Luisito decidió volver a a la defensa de 4 adelantando de nuevo al mediocampo a Kevin Presa pero esta vez para hacer pareja con Trigo y colocar tres jugadores ( Alex, Abel y Miki) por detrás de Mateu en un claro 4-2-3-1.
Pero las cosas se torcieron. El equipo granate volvió a salir medio dormido del vestuario. Esa pasividad o excesiva tranquilidad local se dejó ver en un innecesario corner cedido por Portela cuando la jugada de origen debía haberse solventado sin mayores sobresaltos. Y también se tradujo en un despeje de Edu hacia la frontal tras el saque de esquina que encontró solo a Angel que empalmó a la red viéndose beneficiado por un rebote que convirtió en inapelable su disparo.

De forma inesperada el Guijuelo que parecía desesperado y fuera del encuentro al terminar la primera parte se metía de nuevo en el choque y obligaba al Pontevedra a buscar otra vez el resultado.

Por suerte no tardó mucho el conjunto granate en lograr tomar ventaja de nuevo. Poco más de cinco minutos después del empate, un corner sacado desde la derecha acababa con un balón dentro del área golpeado con maestría y calidad por Abel con su pierna izquierda haciendo inútil la estirada del guardameta del Guijuelo.
A continuación llegaron los mejores minutos del Pontevedra en el partido. Conocedores de lo decisivo que resultaría lograr el tercero, los jugadores granates ya con Añón en el campo en sustitución de Miki tocaron con acierto la pelota y merodearon con asiduidad el área jamonera haciendo valer su superioridad numérica y minimizando los intentos del Guijuelo por volver a meterse en campo contrario. Fueron minutos en los que Bonilla percutió por la izquierda y Miguel por la derecha. En los que Abel creció en zona de tres cuartos y en los que Mateu pudo jugar de primeras con sus compañeros creando espacios en la defensa rival. Pero el tercero no llegó y la presión granate fue decayendo paulatinamente.

Y así llegó un último cuarto de hora realmente agobiante en el que el Guijuelo volvió a hacerse con la pelota y amenazó seriamente el triunfo del Pontevedra CF. Si hablamos de ocasiones claras realmente sólo disfrutó de una a falta de doce minutos para el final .Un error incomprensible en el centro de la defensa permitía la llegada de un jugador de refresco salmantino ante Edu Sousa respondiendo este con una parada realmente meritoria que salvaba dos puntos.
Pero aunque oportunidad propiamente dicha sólo hubo la que se acaba de citar, el Pontevedra se alborotó demasiado en esos últimos minutos y cometió demasiadas faltas innecesarias cerca de su propio área que sembraron la inquietud y los nervios en el público asistente que veía como un triunfo tan importante podía escaparse a última hora.
Fueron minutos en los que Luisito cambió por cuarta vez de sistema volviendo a colocar a Kevin Presa de central y en los que buscando mayor posesión de balón dio entrada en el campo a Alex Fernández en sustitución del otro Alex.

Esa intención, lograr tener la pelota, constituía sin duda un acierto pero la verdad es que no se consiguió recuperar el esférico y la presión salmantina no decayó hasta llegar a los tres minutos de prolongación en los que el Pontevedra fue capaz de tener el juego en campo contrario.
Es cierto también que en ese descuento y en los dos o tres minutos finales del tiempo reglamentario se crearon dos contras mortales que debieron acabar en gol. En la primera Añón envió al larguero tras encarar al portero del Guijuelo y en la segunda Mateu no estuvo listo a la hora de mandarle la pelota al mismo Añón para que empujara a puerta vacía y acabó por desaprovechar un clarísimo dos contra uno.
El partido llegó a su fin con una acción protagonizada por Bonilla que con la derecha intentó zanjar un resultado que con el pitido final del árbitro fue recibido con alegría y grandes dosis de alivio por una afición local sabedora de lo importante de esta victoria para inaugurar la segunda vuelta. 

Y de eso, de objetivos, volvió a tratar casi en exclusiva la rueda de prensa posterior al encuentro protagonizada por Luisito.
Como en un discurso Coruxo 2.0, el técnico teense largó por esa boca argumentos ya por todos sabidos y que en este momento resultan redundantes e innecesarios y que incluso podrían en caso de no ser bien digeridos conllevar cierta desestabilización a la entidad.

Lo que dice Luisito es cierto. El Pontevedra no parte con la obligación de clasificarse para el play off. Dicha clasificación es una ilusión producida por el trabajo bien hecho realizado por su cuerpo técnico y su plantilla que provoca que se saque al séptimo clasificado la friolera de catorce puntos además de los siete al sexto y cinco al quinto.
Si el mensaje lanzado ayer con su vehemencia habitual era para la afición que de forma aislada pitó en algún momento al equipo en los últimos diez minutos del partido, clama en el desierto. 

Ninguna afición del mundo que se vea bien clasificada en una categoría por mucho que el equipo supere las expectativas generadas en un principio dejará de contar con un sector más proclive al silbido aunque sólo sea para descargar así sus nervios o inquietud por el resultado de un partido. Dudar de que la afición está con el entrenador y su equipo es absurdo y más si esas dudas vienen del propio entrenador que cuenta incluso con club de fans en nuestra ciudad.

Ahora bien, si el mensaje iba dirigido al Consejo de Administración bien haría el entrenador en dejar de lanzar mensajes en público (sean o no razonables y acertados en su contenido) y arregle lo que tenga que arreglar con los de arriba en un despacho y con las puertas bien cerradas para que el ruido no se apodere de una institución que a estas alturas debería estar hablando sólo de los maravillosos cuarenta "puntazos" que atesora en la tabla y de la manera en la que se va a tener que suplir sobre el césped la dolorosisima baja de un Mario Barco. 
Este bloguero espera que el bravo delantero riojano esté el menor tiempo posible en el dique seco pues la importancia del ariete en el juego granate ha ido creciendo con el paso de las jornadas hasta hacerla realmente casi imprescindible.       

 
   
   

        
    


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