jueves, 21 de diciembre de 2017

Era la única solución posible

"Los últimos resultados deportivos del equipo". 

Esa es la causa esgrimida por el Pontevedra CF en un comunicado ofrecido tarde, mal y a rastras para darle oficialidad al cese de Luisito como entrenador del equipo.
Me gustaría a lo largo de estas líneas manifestar mi posición sobre la noticia tratando en primer lugar el apartado estrictamente futbolístico y a continuación la rueda de prensa del Domingo tras el choque y la de ayer de despedida del cuerpo técnico.

La situación del Pontevedra en la clasificación ha pasado de ser preocupante en las últimas semanas a verdaderamente grave al final de la primera vuelta.
Sólo 19 puntos y sólo cuatro victorias logradas constituyen un bagaje pobre y escaso que va a provocar que la actuación del equipo en la segunda vuelta vaya a tener que ser realmente notable para eludir el drama de otro descenso.
No es difícil prever que serán necesarios del orden de 25 a 27 puntos para salvarnos de la quema y esa cifra es superior por ejemplo a los 23 puntos que el Pontevedra logró en la segunda vuelta de la pasada liga en la que terminamos cuartos. 
No resulta extraño, por tanto, ni aquí ni en ningún otro equipo de fútbol que un entrenador pueda ser destituido cuando su equipo no gana (acumulamos una racha de nueve encuentros sin hacerlo) y además no parece ofrecer un atisbo de reacción sobre el césped. (especialmente en los cuatro últimos encuentros en los que el Pontevedra ha dado una imagen realmente preocupante).

Es cierto también que nadie puede asegurar que con el nuevo entrenador se conseguirá esa reacción deportiva (sería importante en ese sentido que en los movimientos que se hagan en el mercado de invierno próximo a comenzar se intente acertar y compensar todos los errores cometidos en verano) y el relevo en el banquillo usado como revulsivo y toma de conciencia del precipicio por el que nos estamos despeñando no garantiza ya de por sí que el día 7 de Enero el equipo vaya a enseñar otra cara ante su gente en el Estadio de Pasarón.

Ahora bien, el fútbol es y ha sido así siempre y con este panorama en la clasificación y con las sensaciones muy malas experimentadas sobre el campo en el último mes no es una decisión la del Consejo que haya producido demasiada sorpresa.

Sin embargo, entrando ya en la polémica e infausta rueda de prensa del Domingo, mi opinión era ese día y sigue siendo a día de hoy que aunque el equipo estuviera entre los cuatro primeros de la tabla esas declaraciones de Luisito deberían haber conllevado su cese inmediato al frente del club.
Ya en mi última entrada de este blog hablé con profusión de las palabras del técnico tras el partido pero ya que el club a través de ese comunicado expone claramente que su cese se debe a temas solamente deportivos quería simplemente insistir en que ciertas líneas rojas o límites no deberían pasarse nunca y de atravesarse la clasificación no resulta excusa suficiente como para no exigir responsabilidades.

Ayer Luisito acompañado exclusivamente por Pepe Rico (según las propias palabras del entrenador su preparador físico no podía estar y el mismo le pidió a Murillo y Feáns comparecer sólo con su segundo) sí ofreció públicamente unas disculpas por lo ocurrido el Domingo que están a la altura de un entrenador que ha sido inquilino de ese banquillo.

Ojo! Este perdón sincero y sentido de ayer no hace variar mi posición acerca de que un entrenador del Pontevedra no puede seguir siéndolo si no es capaz de contenerse para no soltar públicamente todas las barbaridades que el Domingo derramó en la Sala de Prensa.

No obstante, es cierto que pedir perdón de verdad y además habiendo sido destituido horas antes no es fácil y hacerlo aunque no pueda rehabilitarte en el cargo sí le da la razón a aquellos que conocen al entrenador (no es mi caso) y le describen como una persona humilde, sensible y cercana aún a pesar de sus erupciones volcánicas ocasionales.

Siendo positivas las disculpas ofrecidas en su despedida, el verdadero último servicio que le hace el técnico a la entidad es no exigir económicamente más allá del último día trabajado. 
Esta circunstancia no es habitual ni en el mundo del fútbol ni en otras actividades laborales y ni que decir tiene que para el Pontevedra CF que Luisito perdone el resto de su contrato es una bomba de oxígeno y una muestra de caballerosidad por parte del entrenador que no me duelen prendas en reconoce a pesar de que entiendo que su destitución resultaba inevitable y obligatoria.

Se acaba una etapa marcada por un ascenso (complicado como todos los ascensos) pero obligado para el club en la 14/15; una buena temporada de regreso a la segunda B en la 15/16 y una muy buena campaña la temporada pasada en la que la entidad volvió a experimentar el cosquilleo que provoca estar un poquito más cerca del retorno al fútbol "profesional".
La primera vuelta de la 17/18, sin embargo, no ha salido bien.

En todas esas campañas hemos asistido a algunas ruedas de prensa exageradas o desmedidas que nunca encontraron freno por parte del Consejo de Administración y que encontraron su punto álgido hace cuatro días cuando en un intento de defensa de dicho Consejo Luisito no estuvo a la altura que el cargo que ostentaba sin duda requería.

Muchos más aciertos que errores sobre el "verde" y muchos más errores que aciertos delante del micrófono.
Coherente, eso sí, en su despedida siempre dijo que el día que se fuera no exigiría más que lo que había trabajado y así finalmente lo ha hecho.

Que tenga suerte en el futuro. 

lunes, 18 de diciembre de 2017

Un guardaespaldas patético

Sólo faltó la banda sonora a todo volumen de la película “El guardaespaldas” con Whitney Houston “cantando a todo cantar” y que tras el indecente discurso pronunciado por Luisito este se hubiera convertido como por ensalmo en el atractivo Kevin Costner y hubiera cogido entre sus brazos a su desprotegida princesa para sacarla a codazos y con determinación furibunda de la celda en que se encontraba rodeada de delincuentes peligrosos con garras afiladas en lugar de dedos y miradas inyectadas en sangre deseosas de acabar con la protagonista.

Podría seguir “tirando” de ironía que es lo que quizá convendría para juzgar las actuaciones de un personaje como este pero lo de ayer es tan grave y cubre al Pontevedra CF de tal indecencia que no soy capaz de seguir haciéndolo.

He escrito no hace demasiado tiempo que por cuestiones exclusivamente futbolísticas no pediría jamás la destitución de ningún entrenador.

Podré opinar sobre si me gusta más o menos un partido, una táctica o un fichaje pero quien conoce (o debería conocer) como se encuentra un técnico de fuerzas y como mantiene la relación con su vestuario es el propio club a través de su director deportivo o aquellos miembros que contactan a diario con los integrantes de ese vestuario.

Ahora bien, ayer se han rebasado todas las líneas rojas habidas y por haber y el monólogo protagonizado por este individuo habría comportado su cese al minuto siguiente en cualquier club que pretendiera ostentar una vitola de mínima seriedad.

No encuentro por mucho que busco en mi memoria parangón alguno en lo escuchado ayer en el estadio de Pasarón.

Que un entrenador salga en público a menospreciar, vilipendiar y descalificar a parte de su propia afición es algo tan lamentable, tan grave y tan patético que resulta completamente inexplicable que a día de hoy este caballero continúe en su puesto.

Lo peor, por duro que resulte, no es eso.

Lo peor con diferencia es que esas palabras durísimas y fuera de lugar fueron pronunciadas con el asentimiento y condescendencia de una Presidenta que como ya es habitual le acompañaba en la sala de prensa no se sabe si a modo de princesa descarriada o en calidad de qué para escuchar todo lo que allí se decía y sobre todo se preguntaba.

Es una pena que un Consejo de Administración presidido por Lupe Murillo que había conseguido una credibilidad notable en el aspecto económico e incluso deportivo (la faceta social sigue coja y cada vez con más agujeros) esté perdiendo dicha credibilidad a chorros por consentir esta clase de actitudes a un personaje que ya en ocasiones anteriores había demostrado no estar a la altura de la institución para la que trabaja pero que ayer cubrió de oprobio e indignidad con su discurso a un club con más de 76 años de edad.

Ni invertir en un club cuatrocientos mil, setecientos mil, dos millones o cincuenta millones  de euros puede servir de excusa para tolerarle a este individuo lo que ayer dijo en Pasarón y una persona que no sabe exponer sus argumentos de otra manera y que se permite el lujo de despreciar a su propia gente por el mero hecho de criticar a su Jefa (por muy equivocados que él pueda creer que están) no debería seguir ni un minuto más al frente de un banquillo que hasta hace poco tenía un prestigio que en el último lustro se ha derramado por los suelos.

¿Quiénes serán los siguientes? ¿Otros del fondo Norte? ¿Los de sur? ¿Los de preferencia o Tribuna?
¿De verdad se cree Luis Míguez que es suficiente disculparse con la boca pequeña por la noche en su programa de cabecera y entre las risas cómplices de quienes le rodeaban?

 Con este ejercicio de patetismo y “peloteril” a más no poder (superó en ese sentido a los de aquellos entrenadores elevados al banquillo del Atlético de Madrid por Jesús Gil en su época más dura cuando ni siquiera soñaban con poder entrenar al Puerta Bonita) evitó el todavía (aunque nos pasme) entrenador del Pontevedra CF hablar de un nuevo ridículo de “su” equipo ante un mediocre Atlético B.
La primera parte fue lamentable y sólo el mejor remate de la temporada efectuado por Etxániz (eso sí, en su propia portería) provocó que se moviera el marcador. La segunda fue algo mejor (solo un poquito) y el mismo Etxániz tuvo una pelota a dos metros del arco rival para empujarla y fue incapaz de meterla dentro.
Tras el partido cuyo resultado final empuja un poco más al Pontevedra a Tercera llegó el verdadero espectáculo.
Ese que provoca que cada minuto que Luisito siga como entrenador del Pontevedra le haga mucho más pequeño y le cubra con una tupida capa de indignidad.     



martes, 12 de diciembre de 2017

La Liga de las Ciudades

No sé quien se inventó tal denominación.

Suena a competición con clase, de esas en las que grandes equipos juegan en espectaculares escenarios con céspedes inmaculados y en la que la repercusión de sus resultados abarca todos los rincones de España.

En Pontevedra, sin embargo, ya sabemos que la presunta Liga de las Ciudades también denominada “competición de bronce” del balompié patrio pero cuyo verdadero nombre no es otro que la segunda división B es una categoría olvidada compuesta por nada menos que ochenta equipos y en la que cada vez destacan más los filiales de los equipos que militan en el fútbol “profesional” que utilizan sus presupuestos para colocar arriba a sus “cachorros” (en algunos casos, por cierto, con más barba que los jugadores del primer equipo).   
 
Esta maravillosa “tercera división camuflada” (ya puestos a inventar nombres, este responde algo más a la realidad) lleva muchos años pendiente de una reestructuración que la dote de mayor sentido, atractivo y lógica dentro del organigrama general del fútbol de nuestro país.

El Pontevedra CF(como los fieles seguidores granates saben, uno de los equipos que parece ligado por un hilo de Ariadna a esta 2ªB) la ha conocido con dos grupos de veinte, un solo grupo igualmente de veinte y desde hace ya muchos años con estos cuatro grupos que dividen España (muchas veces de manera caprichosa y aleatoria) y que se nutren de históricos venidos a menos, los filiales ya citados anteriormente y otros conjuntos sin apenas masa social (o con una muy reducida) que aparecen como por ensalmo en el panorama futbolístico y que en su mayoría disputan sus partidos como locales en cajas de cerillas con hierba extraña que convierten a este deporte en un acontecimiento zarandeado por el viento, la lluvia, el “bote” del balón u otras circunstancias no demasiado relacionadas con la esencia misma del juego que se pretende practicar.

Ayer, sin ir más lejos, a las “complicadas” condiciones que entraña siempre jugar en Bouzas se unió la ciclogénesis explosiva llamada Ana y causaba verdadero dolor observar por televisión las evoluciones de Rápido y Talavera sobre el “terreno de juego” del barrio de la ciudad de Vigo.   
Ya se sabe, esto es la segunda división B (la flamante Liga de las Ciudades) y mientras en primera o segunda habría resultado imposible disputar ese encuentro tal y como se hallaba el Baltasar Pujales, en la “categoría de bronce” todo es posible y los sufridos jugadores de ambos equipos completaron el choque con actitud estoica y disciplinada.

El Pontevedra por su parte debía jugar su partido en otro escenario glamuroso y atractivo en pleno corazón de Madrid frente al Unión Adarve.

 Por desgracia, esta temporada los nuestros no juegan “un pimiento” ni en estos campos “insoportables” ni en aquellos otros (que por supuesto los hay) en los que resulta más fácil intuir el bote del esférico, correr sin desequilibrarse y no mecerse por un viento huracanado.
Se preveía un partido feo, insulso y en los que no cometer errores resultaría decisivo para por lo menos no perder y a pesar de que las crónicas dicen que el rival apretó lo suyo sobre el área de Edu Sousa el equipo consiguió salir “vivo” de la coyuntura y sumar un punto que impide que el Adarve (sin duda uno de los cinco conjuntos que debemos colocar por debajo en la tabla) se escape en la clasificación y que evita igualmente que caigamos a posiciones de descenso o play out aunque sea verdaderamente por los pelos.

Resta solo un encuentro para terminar la primera vuelta. El Pontevedra lo jugará aquí frente al Atlético de Madrid B y buscará romper esta serie de partidos ya demasiado larga sin conocer la victoria.
Luego llegará el parón navideño y con él, a primeros de año, la apertura del mercado invernal.
Otros equipos que se codean con nosotros por todo lo bajo de la tabla anuncian movimientos cuantiosos e importantes.
En especial, el Racing de Ferrol prepara al calor de la nueva propiedad (que persigue como objetivo el ascenso a segunda en poco tiempo) una “mini revolución” que los ayude a salir de los puestos de descenso con la mayor celeridad posible.
La Ponferradina, por su parte, parece reaccionar con dos victorias seguidas y cuenta también con recursos más que suficientes para escapar de esa zona tan peligrosa en la que se ha metido.   

¿Y el Pontevedra?

Es evidente que la situación económica de la entidad no permite las alegrías que a buen seguro se darán en la ciudad departamental y en algún otro equipo del grupo (el Toledo puede moverse mucho también).
Habrá que actuar, por tanto, con mucho más acierto del que se ha demostrado tener en el verano pasado. Y ese acierto no sólo debe tenerse a la hora de elegir los hombres que van a venir a formar parte del equipo en la segunda vuelta sino también en la elección de las bajas que se concedan o pretendan conceder.
No hay que volverse locos. No se trata de echar a ocho y que vengan otros ocho sino de detectar en que se ha fallado hace meses y como se puede hacer funcionar la máquina hasta Mayo sin tirar la casa por la ventana.
De ese acierto de la comisión deportiva (sea quien sea quien la forme y sea quien sea quien realmente conoce el mercado y elija los jugadores a traer) depende que esta temporada se quede sólo en decepcionante y no alcance tintes de melodrama.

Como ya he escrito en varias ocasiones en esta tribuna el peligro de descenso es real y tangible.

Para evitarlo hay que reaccionar en el campo pero también en los despachos tratando de moverse con mesura, sí, pero también con inteligencia en el mercado de invierno.   

lunes, 4 de diciembre de 2017

Camino de Tercera División

Me duele titular así el artículo de esta semana.

Algunos me llamarán alarmista o exagerado y recordarán que todavía restan 21 partidos para terminar la Liga 2017/18 y tiempo de sobra para reaccionar.

Quizá tengan razón los que así opinen pero no me resisto a describir en estas líneas una anécdota sucedida en el mes de Enero de 2011, sí, el año en el que terminamos bajando a tercera división tras una temporada dantesca.

Alboreaba la segunda vuelta de aquella campaña cuando en una mañana gélida de Enero el Pontevedra disputaba en casa su partido de Liga contra un Vecindario que todavía se encontraba peor que nosotros en la tabla clasificatoria.
El partido era horroroso y el Pontevedra no daba una a derechas. El rival se puso por delante pero a través de un penalti se empató pronto y a renglón seguido (a la media hora más o menos) los canarios se quedaban con un jugador menos. Tal circunstancia no fue óbice para que el Vecindario consiguiese el 1-2 antes del descanso y pusiera más de los nervios al conjunto granate.
En aquella segunda parte el Pontevedra fue incapaz de conseguir ni siquiera el empate fallando incluso un penalti en los últimos minutos de juego.
Con aquella derrota se entraba en descenso y un muy buen amigo con el que por aquel entonces acudía a Pasarón me miró muy serio y afirmó: “Estamos en tercera”. Yo le devolví la mirada con cierto asombro y le contesté que estuviera tranquilo que quedaba la segunda vuelta por delante y había tiempo. “Ni de coña- insistió- bajamos seguro”.
Y sí. Aunque las palabras de mi compañero me parecieran excesivas en aquella fría mañana invernal el Pontevedra no levantó cabeza  y protagonizó uno de los más negros capítulos de su historia. 

        
Las sensaciones que ayer experimenté en Pasarón viendo al equipo se parecieron mucho a las vividas hace siete años.

La imagen del Pontevedra resultó paupérrima. Parecía difícil hacerlo peor que la semana pasada pero el equipo demostró que todavía podía “superarse” y mostrar más impotencia sobre el terreno de juego.

Podríamos hablar de una nueva defensa de tres durante la primera media hora que parece surgir cada partido de un sorteo al estilo “pito pito gorgorito” efectuado durante la semana por el cuerpo técnico. 
Ayer el papelito de la rifa de central le tocó a Alex Fernández que pasó del medio a la retaguardia. También salió afortunado Adrián León (ayer mejor que los últimos partidos) y el tercero agraciado esta vez fue Goldar en detrimento de Bruno (se desconoce si Mongil participa ya en el sorteo).

Podríamos hablar también de la acumulación de otra semana más sin que exista un solo lateral derecho en la plantilla o de la falta de relevo de Prosi a la hora de encontrar a  alguien que cree un mínimo de fútbol con sentido en medio campo (Carlos Ramos parece perdido para la causa).

Podríamos hablar de que en ataque notamos y mucho el mal día de Alex González que es desde hace tiempo el único camino decente que el Pontevedra encuentra para tratar de desequilibrar a las defensas rivales o de que ayer (no sabemos si por sorteo o no) fuera Iván Martín la primera alternativa en la delantera desde el banquillo y no Berrocal (que por cierto salió después para pasar totalmente desapercibido).

Podríamos discutir igualmente si la presencia de Mouriño en el equipo titular no es ya de por sí indicativo suficiente de la mediocridad del elenco de jugadores que la comisión deportiva ha incorporado este verano al Pontevedra CF.

Podríamos, por último, destacar una vez más al mejor jugador del equipo, Edu Sousa, que se cansó de sacar pelotas segovianas en buenas intervenciones jugándose incluso el físico en alguna de ellas y dotando de un mínimo de orgullo a esa camiseta que porta y que le agradecemos mucho todos aquellos que nos sentimos granates.

Todo lo anterior, en definitiva, responde a cuestiones futbolísticas que a estas alturas no extrañan demasiado a los que siguen habitualmente al equipo y saben ya de sus problemas esta temporada.

Ahora bien, siendo muy preocupante todo lo anterior, las sensaciones a las que aludía anteriormente y que me recordaron a la 2010/11 vienen producidas sobre todo por algo que hasta este momento no había visto en ningún caso en este equipo y que ayer sí pude observar con asombro e indignación, la desidia.

Resultó especialmente penoso que en  los últimos minutos del partido de ayer algún jugador se dedicara a mirar con tranquilidad el balón mientras pasaba a escasos metros de su posición sin hacer el más mínimo ademán de correr a por él.

 Tamaña muestra de desinterés (apreciada por buena parte de la afición que respondió encendida ante lo que veía en el césped) no se puede tolerar y va más allá de la categoría de los jugadores o el acierto que puedan tener a lo largo de un partido.
Actitudes como esa son las que acaban con un equipo destrozado en la lona y denotan el estado en el que ahora mismo se encuentra este Pontevedra CF que coquetea de forma irresponsable con el precipicio del descenso que por lo menos el que esto escribe va observando cada vez más cerca.

Que faltan 21 partidos por jugarse es un hecho.


Que el Pontevedra cava jornada a jornada su fosa para meterse en ella el próximo mes de Mayo, también.

lunes, 27 de noviembre de 2017

Vaciando Pasarón

Ya he comentado en alguna otra ocasión que no es fácil ser incondicional del Pontevedra CF.

Este atribulado bloguero cuenta ya con casi 45 años a sus espaldas y los primeros recuerdos que se acumulan en mi memoria en relación al equipo granate se remontan a la temporada 80/81 en la que se consumó un descenso a tercera división el mismo año en el que Celta y Deportivo que habían jugado esa Liga con nosotros ascendían de manera directa a la segunda división.

El Pontevedra había dado con sus huesos en la recién creada división de bronce en el año 1977 y desde entonces a lo largo de estas cuatro eternas décadas su andadura ha estado unida de forma perenne a esta maldita categoría y a la tercera división con el único oasis salvador de la campaña 2004/2005.
Los que tengan la oportunidad y el tiempo para ello pueden investigar un poco y darse cuenta que nuestro caso no tiene parangón con la inmensa mayoría de los clubes denominados históricos que alguna vez disfrutaron la máxima categoría de nuestro fútbol.
Casi todos esos equipos han disfrutado con más continuidad de la división de plata del balompié español y han podido regenerarse y coger fuerzas para cuando las cosas han venido mal dadas y tocaba fajarse en el barro de la 3ª o la 2ª B.

En nuestro caso no. En nuestro caso tocamos la segunda tras un laborioso y complicadísimo ascenso pero desperdiciamos nuestra presencia en el fútbol profesional cuajando una temporada pésima en todos los sentidos que nos devolvió a un pozo del que no hemos vuelto a salir ni trazas parece de que estemos cerca de hacerlo.

Digo todo lo anterior porque resulta muy difícil encontrar a una afición con estas dosis tan elevadas de paciencia y fidelidad (aunque por desgracia cada día esos fieles son más pocos) con tan poca devolución por parte de un equipo que ha proporcionado en estas cuatro décadas tan exiguos éxitos y tan variadas y numerosas decepciones cuando no fracasos.

Zarandeada desde hace casi diez años por una nueva crisis económica muy grave, la institución se vio en su día sumida en una paupérrima tercera división en la que equipos que jamás podrían haber soñado siquiera con enfrentarse al Pontevedra lo humillaban en el campo a base de resultados que para siempre quedarán en los anales de nuestra historia.
Hace tres años se consiguió abandonar " el subsuelo del sótano" con un ascenso que a pesar de lo que piensan algunos supuso un alivio más que una alegría y que simplemente devolvía al Pontevedra al lugar mínimo en el que tiene que estar por todo lo que rodea el club, una segunda división B formada por nada menos que 80 equipos.

La temporada pasada se trabajó bien en los despachos y sobre el césped y se consiguió una clasificación meritoria para un play off de ascenso a segunda  a pesar de que la misma se logró con una cifra de puntuación, 60, nada habitual para acabar cuartos a final de una campaña.

El trabajo de esa campaña y el de la anterior (en el que manteniendo el bloque de 3ª e incorporando cinco jugadores que dieron un rendimiento importante se realizó una temporada de regreso muy digna)  no justifica, sin embargo, el desbarajuste que acusa el equipo en esta temporada 17/18 y que de no corregirse a la mayor prontitud posible podría devolvernos a una situación de la que muy posiblemente no habría ya ni fuerzas ni posibilidades para recuperarse.

Si es cierto (repito, si es cierto) que este año se han invertido 90.000 € más que el anterior en la composición de la plantilla es que mucho nos hemos equivocado o, utilizando la terminología de un director económico de infausto recuerdo para el club, mucho nos hemos relajado en el diseño del Pontevedra CF actual.

No se trata de pretender que jugadores como Barco cuya continuidad en el club era imposible al estar cedido por un segunda y quedársele claramente pequeña la categoría o Bonilla al que vino a buscar todo un Mallorca de paso transitorio y accidental por la 2ªB, se hubieran quedado un año más a la ribera del Lérez. Eso era imposible y negarlo sería de estúpidos.

Algún matiz más podrían tener las bajas de Trigo y Abel Suárez por el que no se sabe si se hizo el esfuerzo requerido o la gestión en la renovación de un Miguel Loureiro que también es verdad no puso mucho de su parte para renovar por una entidad que le medio recuperó para el fútbol tras marcharse rebotado del Celta.

De lo que si se trata es de saber si se ha elegido bien a los sustitutos de estos jugadores tan importantes para el Pontevedra y desafortunadamente cuando ya agoniza el mes de Noviembre se puede decir que esas elecciones han sido todas ellas equivocadas.

El Pontevedra volvió a jugar ayer sin laterales. El único que había para la derecha no rendía y además ahora se ha marchado por razones que todavía se desconocen dejando esa ubicación o bien para un "casi extremo" como Alvarez o un central como Goldar.  
Por la izquierda la lesión de Jimmi nos ha dejado igualmente cojos ante las dudas sobre el rendimiento de Castro y ayer otra vez fue Alex González (que volvió a ser el único en la segunda parte capaz de hacer trabajar a la defensa contraria) el inquilino del lateral zurdo.
Y digo lateral porque a pesar de que la idea de Luisito ayer era la misma que el día del Navalcarnero, es decir, jugar con tres centrales y adelantar a los carrileros a medio campo cuando el balón fuera nuestro, lo cierto es que al menos en la primera mitad a la hora de defender tanto Alex como Alvarez debían retrasar su posición y ocupar posiciones evidentemente más defensivas, labor para la cual volvieron a tener innumerables dificultades.

Con Alex en esa posición que merma su capacidad ofensiva, con Añón desconocido e incapaz para desbordar en ningún momento y Jorge igualmente "missing" en esa posición excesivamente volcada a la izquierda que ocupó en el primer tiempo, la consecuencia no podía ser otra que la nulidad más absoluta a la hora de no ya de elaborar cierto fútbol por el medio (Prosi tampoco estaba ayer para muchas alegrías) sino de dotar al juego de un mínimo de ritmo o velocidad que pudiera desarbolar a un rival interesante en ataque pero bisoño y vulnerable en su zona de retaguardia.

La primera parte, en fin, resultó descorazonadora y la impotencia exhibida por los nuestros casi infinita. 
La gente que ya empieza a cansarse silbó en diferentes ocasiones a su equipo no sólo por su incapacidad para generar algo en la ofensiva sino también por su endeblez defensiva que no costó algún gol en contra gracias al guardameta granate.

Tras el descanso todo siguió igual hasta que Luisito decidió efectuar el primer cambio. Berrocal entraba al césped y Jorge especialmente ausente ayer salía del terreno de juego.
Realmente con el cambio el Pontevedra no cambió en exceso su sistema. León, Bruno y Presa siguieron hasta el final ocupando una línea de tres centrales (lo que se echa de menos a Kevin en medio campo, por cierto). No obstante, Berrocal pasó a ocupar la delantera junto a Etxániz, Añón oficiaba de media punta y los dos carrileros se dedicaron a partir de ese momento más a atacar que a defender.

Y ahí surgió Alex González y sus constantes arrancadas por banda izquierda que trataron de desarmar a la defensa rival consiguiéndolo en ocasiones como en una internada que terminó en el corner rematado a gol por Etxániz.
Lejos de cerrar el partido con esa ventaja, el Pontevedra fue incapaz de sostenerla ni siquiera durante diez minutos y en la enésima jugada esta temporada en la que nos hacen daño por la parte de derecha de nuestra defensa, el Valladolid encontraba el gol del empate.

De ahí al final, más de Alex González y alguna que otra penetración de Marcos Alvarez desperdiciada por su desquiciante incapacidad para poner un centro en el momento justo o a la altura requerida.
Nervios, precipitación y nulidad de ideas reinaron durante los últimos minutos que por lo menos no trajeron otro "regalo" en forma de mazazo con gol a última hora de un rival que no mereció en ningún caso perder aquí y que logró con merecimiento su segundo punto fuera de casa.

Como ya he dicho en otras ocasiones el Pontevedra CF sigue perdiendo oportunidades para alejarse del abismo y poner tierra de por medio con el precipicio.

Quien se piense que el Racing, el Toledo o la Ponferradina no van a poner encima de la mesa billetes de considerable valor en el mercado de invierno para salir de la quema está equivocado.
A nosotros nos tocará también tomar medidas y tratar de corregir la serie de equivocaciones que se han venido cometiendo desde el final de la pasada temporada y que muchos aficionados granates preveían con sus comentarios tras cada una de las incorporaciones. 

Pintan bastos y a este bloguero le da la impresión que en el club todavía no se han enterado. 

Más vale que lo hagan cuanto antes.
O se toma conciencia de la situación ya o a lo mejor nos acordamos demasiado tarde y no se podrá poner remedio a una clasificación que es muy preocupante desde hace semanas.   



    
   

martes, 21 de noviembre de 2017

Otra puñalada

Reconozco que durante medio segundo, sólo medio segundo, pensé que todo podía irse al traste y el trabajo efectivo de todo un partido explotar destrozado por los aires.
Solo fue ese medio segundo y cuando regresó mi cordura el jugador del Guijuelo destinado a botar el saque de esquina todavía no había llegado al banderín. Apreté la radio un poco más fuerte y esperé a que se lanzase el córner sin consecuencias y se consumase una victoria importante lejos de nuestra casa.
Lo que pasó después ya lo conocen los seguidores granates y constituyó una nueva puñalada trapera para las ilusiones y la confianza de la masa social de la entidad.
Que nos remonten un partido en el que se ganaba cero a tres en el minuto 76 resulta frustrante. Que esa remontada llegue cuando en el 91 todavía se ganaba por un tanto a tres ya pasa a ser desquiciante.
Y después de ver cómo llegan los dos últimos goles del rival, esa frustración y desquiciamiento no puede sino convertirse en perplejidad y enfado ante las facilidades gigantescas proporcionadas por nuestros jugadores para qué esta situación absurda se haya podido producir.
El segundo tanto salmantino llega a consecuencia de un centro desde la izquierda realizado sin oposición que remata el delantero centro del Guijuelo completamente libre de marca cuando a esas alturas deberíamos estar defendiendo nuestro área con uñas, dientes y hasta mordiscos si fuera necesario.
No obstante, las dosis mayores de asombro llegan cuando en el resumen del encuentro podemos ver la forma en que llega el remate que acabó por hundirnos el partido y dejarnos (por lo menos a los aficionados a los que todavía nos importa esto) con esa cara de eso que se imaginan mientras refrenábamos nuestras ganas de estampar la radio contra la pared más cercana.
El centro viene bombeado y muy llovido (más difícil para encontrar un remate dañino) y encuentra la cabeza de Jonathan Martín que supera con dificultades el 1,70 pero que casi no tiene ni que levantar los pies del suelo para conectar la cabeza con el esférico. Su remate sale medio en globo en dirección a la portería y supera a nuestro portero para alojarse en las redes de la portería y colocar un alucinante 3-3 en el marcador que tres o cuatro minutos antes parecía una quimera.
De esta manera tan desastrosa y negligente terminaba un partido en el que el Pontevedra, es cierto, aprovechó en sus dos últimos goles errores graves del rival pero en el que contó con ocasiones más que de sobra para hacer más tantos evitadas por las grandes intervenciones del portero chacinero.
No es ni mucho menos fácil llegar a este campo y ponerse cero a tres arriba de manera contundente e inapelable y resulta incomprensible como se puede tirar por el sumidero una victoria a la que el equipo se había hecho más que merecedor hasta el minuto 91.
No entra en cabeza más o menos racional (al igual que sucedió en Ponferrada donde se defendió de manera penosa el segundo palo la falta que provocó nuestra derrota en la última jugada) como se pueden defender con esa parsimonia, ligereza y falta de agresividad y atención las jugadas que propician los dos últimos goles del Guijuelo.
Son muchas esta temporada las veces que nos hemos mostrado como pajes de los Reyes Magos y Papá Noel regalando goles increíbles y en momentos en los que ya nada se podía rectificar.
Toledo, Ponferradina, Deportivo B e incluso Cerceda o Talavera saben ya de la flojedad granate en los tramos finales de los partidos y su tendencia a cometer errores de parvulario que llevan a la desesperación a la afición pontevedresa pero resulta especialmente dolorosa esta situación en días como ayer en el que el Pontevedra fue mejor y debió ganar el partido sí o sí fruto de su buen trabajo hasta la llegada del descuento.
Se escapan dos dolorosísimos puntos más que aún por encima permanecerán en la “buchaca” mental de los jugadores cada vez más repleta de errores inexplicables en las que han sido incapaces de decir “ aquí estoy yo” para sacar adelante partidos que ya parecían ganados.                
La Liga sigue avanzando y con esta generosidad que desplegamos con nuestros rivales la situación no se alivia para el Pontevedra CF.
Llegan ahora dos partidos seguidos en casa frente a los dos últimos de la clasificación. Habrá que luchar contra ellos evidentemente y tratar de ganar para respirar en la tabla y no complicarnos todavía más la existencia.
Lo peor es que además de pelear y tratar de doblegar la resistencia del contrario, deberemos combatir también contra nuestra impresentable tendencia de sacar una pistola y dispararnos en el pié cuando la meta se encuentra a escasos centímetros.

Lo de ayer fue otra vez lamentable y por mucho que se intente explicar por los protagonistas no tiene justificación plausible. 

lunes, 13 de noviembre de 2017

Una nueva decepción

En los tiempos que corren no ganar a un equipo tan ramplón como por lo menos demostró ser ayer el Navalcarnero no evita que el Pontevedra CF sea despedido con una sentida ovación del Estadio Municipal de Pasarón.
Son los mismos tiempos los que permiten que tras otra segunda parte indefendible fuera de casa y la charlotada posterior con la no dimisión del entrenador, el equipo haya sido recibido con muchos más aplausos que pitos (un par de silbidos a lo sumo) y que el pequeño camino desde el túnel de vestuarios al banquillo realizado por el técnico lo hiciese éste en medio de las alabanzas y entrega de muchos de los ayer presentes en el campo.

Salió el Pontevedra tan decidido y tan alegre como en aquel partido ya de hace bastantes semanas contra el S. Sebastián de los Reyes. 
Con un novedoso sistema de 3-4-3 en ataque que se convertía en 5-4-1 con una especie de cuadrado en medio campo a la hora de defender, el equipo fue inmensamente superior a su rival en la primera mitad y solo la torpeza más infinita a la hora de definir unida a la inspiración de un portero que ayer fue lo único salvable del Navalcarnero evitaron que la "cosa" hubiera quedado finiquitada en la primera media hora de juego.
Con Añón espectacular por la derecha surtiendo de balones a Marcos Álvarez que ejercía de carrilero por dicha banda; con Alex González otra vez incisivo y peligroso por el otro lado; con el otro Alex en medio campo distribuyendo con acierto al lado de Prosi, el Pontevedra hizo el gol muy pronto y creó otras cuatro ocasiones muy buenas para hacer más (especialmente dos manifiestas) que se encontraron con los guantes o las piernas del guardameta madrileño.

En defensa, con una novedosa línea (no por ser tres los centrales) sino por ver a Kevin en esa ubicación junto a León y Bruno no se sufrió mas que en una jugada poco después de marcar en la que León despejo hacia su propia portería en jugada previamente anulada por fuera de juego.
Fue una primera parte esperanzadora, plena de ritmo y convicción granate pero en la que faltó el acierto y se empezaron a poner los cimientos del sufrimiento de la segunda.

Esa segunda mitad no empezó con la clásica "caraja" de los nuestros tras el paso de los vestuarios. Por el contrario, el Pontevedra empezó peligroso e incluso pudo logar el segundo en remate de cabeza de Bruno tras una falta bien sacada por Prosi.
Pero luego llegó un corner en contra y el clásico regalo defensivo que terminó con el gol del empate rival que no se sabe muy bien si llegó de saque directo desde la esquina o si Berrocal llegó a colaborar involuntariamente peinando el balón hacia atrás haciendo imposible la estirada de Edu.

Quedaba tiempo, más de media hora para restañar un marcador injusto hasta ese momento a todas luces.
Sin embargo, muy pronto nos dimos cuenta que el Pontevedra no podía. Faltaban fuerzas en muchos de nuestros jugadores (se corrió mucho en la primera mitad pero es verdad que parece que el físico de algunos jugadores está cogido con alfileres) y puntales del primer tiempo como Jorge, Añón o Alvarez no aparecían por parte alguna.
Luisito reaccionó con un primer cambio que pareció extraño a mucha gente (Jorge fuera y Etxaniz dentro pero no para jugar con dos puntas sino para colocar a Berrocal en una posición similar a la del ex del Alcoyano). 
El propio entrenador debió darse cuenta enseguida que ese no era el camino pues escasos minutos después retiraba al propio Berrocal para darle los primeros minutos en casa de la temporada a Iván Martín.

Pero la sensación de impotencia no cambiaba y ya se veía que solo una acción aislada podría acercarnos una victoria que en el descanso parecía casi segura.
Y esa jugada llegó gracias a la enésima internada de Alex González que fue el único que dio señales de vida ofensiva en el segundo tiempo y que desembocó tras un rebote en un lanzamiento en muy buena posición para marcar de Iván que repelió el portero y tras otro rechace en un cabezazo de Etxániz que parecía infallable pero que encontró a última hora una manopla salvadora del eficiente arquero madrileño.
Con esa jugada parecieron escaparse las últimas opciones para conseguir el triunfo. El gol de este equipo esta temporada, Añón, dejaba su sitio a poco del final a Mouriño haciendo que muchos nos preguntáramos como debe estar físicamente el extremo coruñés para no poder seguir hasta el final sobre el terreno de juego cuando es el máximo goleador del grupo I.

No muchos pero al menos este atribulado bloguero también se preguntaba el motivo de no adelantar al medio campo a un Kevin Presa que como es habitual parecía el jugador más fresco sobre el césped y que quizá desde la zona ancha hubiera podido empujar algo más al equipo en esos minutos de dudas, nervios, cansancio y rabia por no poder llevarse una victoria que nos hubiera dado más aire en la clasificación.

Al final el gol no llegó y el empate resultó inamovible.

Llevamos 15 puntos de 42 posibles y aunque suene duro e incluso decepcionante a día de hoy estamos de lleno metidos en la lucha por no bajar.
La situación es todavía más inquietante si observamos a algunos de los equipos con los que compartimos el vagón de cola y que poca gente creía que podrían viajar en él.
Ponferradina, Racing, Toledo o incluso Guijuelo (siempre muy valorado por Luisito) están ahí abajo mientras equipos llamados a sufrir desde el principio como el Adarve, el Bouzas o el Sanse transitan cómodamente por la parte medio alta de la clasificación.

Sí, es cierto. Hay muchos equipos en un pañuelo de un par de puntos y la situación a día de hoy no es desesperada ni mucho menos pero resulta evidente que si no se reacciona cuanto antes la preocupación y la inquietud que transmite la parte baja de la tabla se hará cada vez mayor y convivir con ella no es fácil ni dentro ni fuera de los terrenos de juego.

Después del partido del próximo Domingo en Guijuelo sobre el que no tengo depositadas demasiadas ilusiones por las razones ya muy comentadas en este blog, contaremos con la ventaja de jugar dos partidos seguidos en casa y además contra Segoviana y Valladolid B.
Importantísimos van a resultar también otros dos partidos seguidos como locales que jugaremos después de viajar a enfrentarnos al Adarve. En el tránsito de la primera a la segunda vuelta pasarán consecutivamente por aquí At.Madrid B y Celta B.

De la capacidad que tengamos para sacar muchos puntos en estos cuatro partidos en casa de los próximos seis estarán buena parte de las opciones de vivir una segunda vuelta más tranquila o una ronda final completamente estresante.       

lunes, 6 de noviembre de 2017

¡¡¡ SE QUEDA !!!!

Ya puede volver el color a las mejillas de los aficionados. Ya la sangre obtiene permiso para circular con normalidad por las arterias granates. Ya, en definitiva, los pulmones pontevedreses recogen aliviados de nuevo el aire para garantizar la paz y estabilidad a esos organismos que se hallaban desequilibrados desde que pasadas las dos de la tarde de ayer Luisito Miguez afirmara que se iba; que lo dejaba todo; que una vez entregado su cuerpo y su alma por la santa cruzada se reconocía muerto en la batalla cruenta a la que se enfrentaba desde hace tres años.

No es fruto de un calentón- proseguía el siempre analítico técnico granate delante de esos micrófonos que muy a menudo lo poseen. Se lo he comunicado al vestuario y a la Presidenta y Director Deportivo y no hay marcha atrás- terminaba el de Teo con una cavernosa voz de derrota inapelable.

Sin embargo, cuando todo parecía perdido para la nave granate y el hundimiento en el pozo de la historia parecía inevitable, la Presidenta comunicaba que nada más regresar a Pontevedra desde la manchega ciudad de Talavera se procedería a celebrar una Junta Extraordinaria del Consejo de Administración para analizar la decisión de Luisito.

En ese momento muchos nos agarramos a ese clavo ardiendo, a esa posibilidad que otorgaba la máxima responsable de la entidad de darle la vuelta a la situación y convencer al inigualable técnico santiagués para que reconsiderase su postura y tuviera a bien realizar el enésimo favor al Pontevedra CF y quedarse a manejar el timón de ese banquillo que con ningún otro técnico podría mantenerse firme (o mejor dicho) enderezarse otra vez para situar la nave en la trayectoria correcta.

Y sí. Efectivamente. Pasadas las doce y media de la noche saltaba la noticia de que el Consejo no aceptaba la dimisión del Luis Míguez y que por el máximo órgano rector de la institución se seguía considerando al de Teo como el hombre idóneo para dirigir desde el banquillo al Pontevedra CF.
Muchos aficionados (insomnes y en espera de las novedades sobre el particular) saltamos alborozados en ese momento en nuestros respectivos hogares ante la perspectiva de que Luisito continuara al frente de nuestras esperanzas y desvelos y ningún extraño pasase a ocupar un puesto para el que nadie está tan capacitado como él.
Se comunicó por el Consejo que a la una de la tarde del día siguiente se desarrollaría una comparecencia en la que se hablaría más extensamente sobre lo sucedido tras el partido contra el Talavera( lo que sucedió durante el mismo y la penosa segunda parte protagonizada por el equipo ya no tocaba, lo importante era confirmar que Luisito seguiría al mando).

Con el corazón en un puño esperamos a que las campanas del Santuario de la Peregrina indicaran la una de la tarde y deseamos en silencio que no se hubiera producido otro giro dramático en los acontecimientos y se confirmara la noticia de que el Domingo podríamos volver a disfrutar de la presencia de nuestro entrenador. Queríamos verle otra vez dirigir con su habitual vehemencia a sus jugadores, quitarse la chaqueta con esa contundencia tan particular o discutir apasionadamente con "Secre" cada vez que el Delegado tuviera que realizar algún movimiento con el diabólico aparatito de los cambios y el descuento.     

Y no hubo novedades.

Luisito seguiría en su cargo pues (siempre según la Presidenta) había participado activamente en cada una de las contrataciones llevadas a cabo esta temporada al igual que en las anteriores y no existe nadie mejor que él para salir de esta situación peligrosa en la que nos hemos metido.
Eso sí, la Presidenta también anunció de forma inequívoca que en Diciembre habrá novedades que costarán dinero a las arcas del club pero que se hacen imperativas dado el panorama que presenta esta plantilla confeccionada por Feáns y el propio Luisito el pasado Verano.
No se sabe cuantos abandonarán el barco. Si serán dos, tres, cuatro "o ciento y la madre" pero que cambios habrá y de sus palabras no resultó difícil colegir que no precisamente pocos. 

Así, el entrenador que nos rescató de la 3ª división tras "cuerpear" fieramente en Liga regular con escuadras como el Bertamiráns, el Silva o el R.Villalbés y "machacar" en las eliminatorias a vida o muerte al Manzanares de Ciudad Real o al siempre temible Haro (circunstancia esta, la del ascenso de 3ªa 2ªB no conseguida por nadie anteriormente en los más de 75 años de historia del club). 
Este técnico que logró jugar de forma muy meritoria un play off de ascenso a segunda (circunstancia tampoco lograda antes por ningún otro entrenador de la historia granate) continuará al frente del Pontevedra CF en una nueva demostración de sacrificio y saber estar que este atribulado bloguero espera sea apreciada por todos aquellos aficionados "tocapelotas" que no acaban de entender ni valorar suficientemente a Luisito como ese entrenador que cambió la historia de la institución de tal forma que el Pontevedra fue otro antes de su llegada y sin duda será también diferente y menos potente el día siguiente de su marcha que espero se produzca dentro de muchísimo tiempo.

A esos amargados y recalcitrantes aficionados granates que piensan de manera anticuada y "viejuna" que por encima de todo debería estar la entidad.  
Que creen que el Pontevedra CF debería estar muy por encima de cualquier jugador, entrenador, directivo o incluso máximo accionista se llame como se llame pues todos acabarán pasando mientras lo que permanece es la Institución. 
A esos, insisto, que valoran y mucho todo lo bueno que ha hecho Luisito en un momento muy complicado para el club (y saben además que la responsabilidad tanto para bien como para mal del éxito de los fichajes es compartida e incluso mayor de los miembros del Consejo con atribuciones en la parcela deportiva) pero que no comparten que el Pontevedra CF se vea envuelto en sesiones circenses y nada edificantes como la de este Domingo ...

A esos, insisto por última vez, les recuerdo una ya famosa frase del controvertido central del Barcelona y de la Selección Española de Fútbol proferida el pasado verano mientras abrazaba efusivamente al tan genial como extravagante Neymar Junior:

SE QUEDA!!! 

   

lunes, 23 de octubre de 2017

Desastre con final feliz

Se disputaba ayer la décima jornada de la Liga 17/18. 
Más de una cuarta parte de la competición ya es pasado y el Pontevedra retrocedió ayer inesperadamente varios enteros en la credibilidad que tan a duras penas había ido consiguiendo en los últimos tres o cuatro partidos jugados.
El equipo ganó y eso siempre constituye una buena noticia pero lo hizo de casualidad y siendo inferior casi todo el tiempo a un Coruxo que gozó de las suficientes ocasiones de gol para llevarse el gato al agua y que anuló el juego ofensivo granate hasta hacerlo simplemente insoportable.

Lusito sacó un equipo con las ausencias en el once titular por diferentes molestias de los dos jugadores más decisivos en ataque en lo que llevamos de temporada, Añón y Alex González, o lo que es lo mismo los únicos jugadores de esta plantilla que a día de hoy pueden desbordar por fuera y lograr superioridad en las bandas para desequilibrar a las defensas contrarias.
Sin estos dos jugadores aptos para comenzar el partido, aparecieron Marcos Alvarez por la derecha y Mouriño por la izquierda para completar el centro del campo con los ya habituales Prosi y Kevin más Jorge por delante tratando de enganchar con otra novedad en la titularidad, Berrocal.

Pronto se vio que el Pontevedra era incapaz de generar ese fútbol por las bandas. En la izquierda era imposible con un Castro cuyas características le impiden desplegarse con velocidad y sorpresa por ahí y un Mouriño que no cuenta entre sus virtudes con la de desequilibrar por banda. Por la derecha, en principio, no debería haber sido tan complicado pues tanto Miguel como Alvarez sí son hombres que cuentan con posibilidades para hacer daño en esa faceta. Sin embargo, el ex del Boiro volvió a decepcionar con su gris actuación y el lateral volvió a parecerse a ese jugador de principio de Liga que tanto nos preocupó por su descolocación y desorientación en el campo.
Como por dentro el equipo tampoco era capaz de desmadejar en ningún momento a su rival y ni Prosi, Kevin, Jorge (o Mouriño cuando se venía más al centro) eran incapaces de trenzar jugada alguna la consecuencia no fue otra que un Pontevedra impotente y completamente maniatado que enseguida empezó a sufrir los rápidos contraataques de su rival.

Porque el problema no era sólo que el equipo no carburaba en el aspecto ofensivo y se hacía pequeño entre la tupida organización defensiva verde (dicha circunstancia puede ser hasta comprensible cuando el contrario te espera en su medio campo y no se tiene el día para combinar y dotar de alegría al juego). Lo realmente preocupante era que el Coruxo salía al contragolpe y encontraba vías de agua en el sistema defensivo pontevedrés con pasmosa facilidad lo que le hizo disfrutar de hasta cinco ocasiones de gol que no encontraron feliz destino por culpa o bien de Edu Sousa o bien de la falta de puntería de los atacantes verdes.
Fue una primera mitad en la que se sufrió arriba, se sufrió atrás y se llegaba siempre tarde a los balones divididos o las segundas pelotas por estar peor colocados que el contrario y por tener menos confianza y fe a la hora de la disputa que un Coruxo que tampoco es un equipo (dicho sea de paso) que se caracteriza por obtener grandes resultados lejos de su campo.

Tras el descanso Luisito consideró que a la defensa de cinco de su rival no se le iba a hacer daño con el juego combinativo para el que al parecer no estaba predispuesta la tarde e introdujo a Etxániz y Añón en lugar de Marcos y Jorge para jugar con dos puntas claras y tratar de obtener ventaja con un juego más directo y frontal que el de la primera parte.

Lejos de funcionar los relevos, el Pontevedra volvió a mostrar su peor versión en los minutos siguientes al paso por los vestuarios. Ya es tradición que salgamos dormidos y como anestesiados tras el descanso y para no variar ayer pasó lo mismo.
Controles fáciles fallados de forma absurda, patadas al aire en vez de al balón y por supuesto gol del contrario y ocasiones para hacer el segundo. 

Esta circunstancia ya se está convirtiendo en un clásico y resulta especialmente molesto que no se logre poner a coto a tanta pasividad y falta de concentración en estos minutos.

En el día de ayer la "caraja" se extendió más tiempo y mediada la segunda parte el Coruxo volvió a fallar lo infallable o Edu a parar lo imparable hasta que el técnico de Teo decidió realizar su último cambio, Alex González por Mouriño.
Dicho cambió conllevó un cambio de sistema más radical al decidir Luisito colocar tres centrales (sumando a esa parcela a David Castro) y colocando a Alex y Miguel como carrileros largos.
Prosi y Kevin seguirían en el medio centro pero Añon pasaría a la posición de enlace con los dos delanteros que hasta ese momento seguían completamente inéditos.

Ahí sí cambio un poquito el partido. 

En ningún caso el Pontevedra arrolló o desbordo al Coruxo pero Alex "tiró" de esa chispa y velocidad que ya conocemos y creó más quebraderos de cabeza la defensa verde. El equipo arriesgó adelantando la defensa muchos metros y entre que el Coruxo no acertaba a dar ese pase que dejara sólo a un par de atacantes frente a Edu y que el Pontevedra con Añón y Alex es un equipo más peligroso en ataque, la balanza pudo por lo menos equilibrarse.

Alex pudo marcar en una volea que se le marchó fuera por poco y Añon fue objeto de un claro penalti convertido por arte de magia en falta en ataque por el colegiado. Pero poco después llegó ese empate del zurdo extremo asturiano y para completar el "suicidio" vigués ese penalti claro pero inocente que el certero " heredero" de Bonilla en ese lance, Añón, consiguió transformar para poner por delante al Pontevedra ante un incrédulo Pasarón.

Aún hubo tiempo para realizar algunas faltas absurdas en campo propio que pusieron algún susto en la grada pero el partido llegó a su final con ese 2-1 en el marcador que nos mantiene en el centro de la tabla y prolonga la racha de victorias en casa pero que vuelve a traer las dudas sobre las verdaderas posibilidades de esta plantilla. 

Ayer colectivamente estuvimos mal e insisto en que eso a veces puede pasar pero en el aspecto individual se vieron algunos detalles de varios jugadores que no invitan precisamente al optimismo.

Algunas reflexiones para terminar.

Que los únicos jugadores que hasta el momento hayan destacado realmente en ataque (a pesar de que Jorge sí ha dejado algún detalle esperanzador) sean Añón y Alex González resulta ciertamente chocante.
Que de los catorce goles a favor solo dos los han marcado alguno de los tres "9" con los que cuenta el equipo (uno Etxániz de penalti y otro Berrocal) resulta significativo.
Que ni siquiera en un día como el de ayer en el que el Pontevedra estuvo realmente atascado y colapsado por el medio no haya tenido Carlos Ramos un minuto de juego llama ciertamente la atención.

Y por último, que tener a algún jugador del filial ocupando ficha del primer equipo de manera meramente testimonial o decorativa ni creo que sea bueno para el club ni mucho menos para los chavales en cuestión.  

       

martes, 10 de octubre de 2017

Pico y pala

El tema no pintaba muy bien al principio. 

Bueno, para que engañarnos, pintaba rematadamente mal después de que el Fuenlabrada nos derrotara en la quinta jornada enviándonos a las catacumbas clasificatorias con un solo punto de quince posibles.
Tres semanas más tarde el panorama ha cambiado ostensiblemente.
 Después de que el equipo se reencontrara asimismo frente al Sanse y rompiera de una vez por todas su nefasta racha fuera de casa en Ferrol, llegaba a Pontevedra (con toda su pompa y glamour) un siempre complicado Real Madrid Castilla.

Y llegó el filial madridista a Pasarón con un equipo joven, inexperto y con mucha calidad técnica en casi todos sus jugadores, es decir, como un filial de toda la vida y no como esos sucedáneos del siglo XXI llenos de veteranos que se las saben todas y que desnaturalizan el concepto de segundo equipo de una entidad hasta el punto de que a veces es el rival el que parece bisoño y el propio filial de turno el que reúne todos los ardides posibles que ofrece el juego para sacar el resultado adelante.
            
No es, insisto, el caso del Castilla que apareció ayer en Pontevedra y que a lo largo de los primeros quince o veinte minutos de juego movió la pelota con soltura y categoría aunque sin una pizca de picante en la punta de ataque y que se fue apagando con el paso de los minutos hasta acabar totalmente controlado por un Pontevedra superior y con las ideas más claras sobre el césped.        

El conjunto granate supo aguantar el arreón inicial de los blancos sin perder la compostura sabedor que de mantenerse firme llegarían las ocasiones ante la meta rival y la posibilidad de ponerse con ventaja en el marcador.
Esas oportunidades llegaron pero no así los goles pues Añón se encontró más de una vez con el portero y Jorge envió fuera la pelota en una jugada precedida de un precioso regate con el cuerpo.

Sí llegaron esos tantos en la segunda mitad en jugadas más “sucias” que las bien trenzadas de la primera parte pero que acabaron en el fondo de la meta blanca que es a fin de cuentas de lo que se trataba.
También controló el juego el Pontevedra en esa segunda parte y no sufrió ni una sola ocasión de gol del Castilla hasta el tiempo de descuento en el que volvió a defenderse mal un saque de esquina y se permitió que un contrario rematara solo de cabeza en buena posición pero fortuna al centro de la portería en la que se encontraba Edu.

Ayer vimos un Pontevedra ordenado y trabajador en la faceta defensiva que empieza con la presión de los delanteros arriba y termina con la autoridad de León en la parte de atrás pasando por el trabajo ya habitual de Kevin Presa que volvió ayer a dar otro recital de ayudas a sus compañeros para terminar con los escasos y tímidos intentos blancos por crear peligro en el área granate.

Vimos también un Pontevedra con sus clásicos problemas a la hora de definir pero que sigue contando con un Añón eléctrico, un Jorge cada vez más asentado e importante en el equipo y a Alex González alcanzando una mayor regularidad que la temporada pasada.
Es cierto, por el contrario, que Etxániz sigue sin encontrar los caminos al gol. De su trabajo e implicación en defensa ya se ha comentado que no hay duda alguna pero en ataque se le nota con un punto de desconfianza que ayer quizá haya alcanzado Berrocal con ese tanto logrado nada más saltar al campo.

La realidad, es que el equipo va claramente a más con el paso de las jornadas tanto en el aspecto puramente físico como en el táctico.

El que esto escribe sigue pensando que la pretemporada realizada por el Pontevedra fue demasiado corta y más con todas incorporaciones que han nutrido al equipo para suplir las numerosas bajas.
Y además de ser corta se diseñó de tal manera que con escasísimos días entrenando nos encontramos jugando en Pasarón con todo un Deportivo que llegó con los titulares y que obligó desde el primer momento a varios jugadores granates a disputar demasiados minutos de juego (no olvidemos que algunos todavía no habían llegado y otros llevaban muy pocos días con el equipo).

Sea como fuere eso ya es pasado y esa pretemporada preñada de problemas en forma de lesiones de jugadores importantes ya ha terminado y es de esperar que sirva de experiencia para el futuro si es que alguien dentro de la entidad cree que algo podría haberse hecho de otra manera.

El presente lo que dice es que el Pontevedra CF a base de pico y pala está tratando de corregir su deficiente comienzo de Liga y lo está haciendo a base de victorias consecutivas y convincentes.
No es fácil ni mucho menos escapar de los puestos de abajo una vez te has sumergido en ellos hasta el mismísimo fondo pero el Pontevedra ha conseguido dar el primer paso.

Con estos nueve puntos el conjunto granate ha emergido hasta mitad de tabla pero sigue teniendo más cerca la zona de descenso que aquella de arriba que ilusiona a todo el mundo.
 Por ello es necesaria la cautela y que todo el mundo sepa que todavía quedan varias sesiones de ese pico y esa pala para salir definitivamente del lío en el que nos hemos metido y comenzar con modestia a mirar para arriba.

Toca viajar ahora a jugar contra el Rayo Majadahonda que la temporada pasada sorprendió a mucha gente clasificándose para el play off de ascenso a segunda.
Esta temporada en su feudo ha goleado al Valladolid B  (6-2) y vencido en ajustado derby al Navalcarnero (2-1). Pero ya ha mordido el polvo de la derrota en dos ocasiones y precisamente frente a equipos gallegos (1-2 frente al Coruxo y 0-1 frente al líder Fabril).

            
Allí, en el Cerro del Espino, tratará el Pontevedra de sumar su cuarta victoria seguida. Habrá que llevarse el instrumental adecuado en forma de trabajo y confianza sin olvidar esos dos utensilios que hemos venido utilizando tanto estas jornadas: el famoso pico y su inseparable pala que resultarán imprescindibles para quebrar la resistencia madrileña.                       

lunes, 2 de octubre de 2017

Por fin

Muchas veces he lamentado la desesperante fragilidad del Pontevedra CF fuera de casa.

En demasiadas ocasiones en los últimos tiempos el equipo ha venido naufragando lejos de Pasarón y escribir algún Lunes unas líneas para hablar de una victoria a domicilio parecía una auténtica quimera.

No se ganaba como visitante desde el 5 de Marzo de este año y no se hacían dos goles en casa ajena en Liga desde mediados de Diciembre de 2016.

Ayer el Pontevedra por fin derribó esa barrera que se iba haciendo cada vez más infranqueable y consiguió una victoria meritoria, trascendente y lo que es aún más importante, convincente.

El entrenador del Racing, Miguel Angel Tena, apuntó en la rueda de prensa posterior al choque la que quizá haya sido clave del partido. Decía el preparador “verde” que como no podía ser de otra manera conocían bien al Pontevedra y sabían que en juego estático era muy difícil que les hicieran daño. Sin embargo, continuaba, se equivocaron en varias ocasiones en el posicionamiento defensivo otorgando unos espacios decisivos al equipo granate que con campo para correr se hacía mucho más peligroso dada la velocidad de algunos de sus jugadores.

Y realmente eso es lo que sucedió.

A lo largo de la primera parte el Pontevedra sólo pasó algún apuro en algunas acciones bien tranzadas por el Racing sobre todo por nuestra banda derecha en la que la espalda de Miguel Angel volvió a sufrir más de la cuenta. Sin embargo, en ataque, no se conseguía generar casi nada de peligro y quien más quien menos ya pensaba en que el guión pudiera terminar con el mismo final que en tantas otras ocasiones en las que se controlaban sin demasiados problemas los partidos que luego se terminaban escapándose por cualquier desconcentración defensiva.
Pero en el tramo final de ese primer tiempo las cosas ya empezaron a cambiar a mejor. Primero por el despertar de un David Añón que tras la primera media hora de encuentro volvió a ser ese jugador punzante, incisivo y peligroso de principio de temporada. Y luego por el aprovechamiento de un lance importantísimo del juego que el conjunto granate apenas ha venido explotando en sus partidos como visitante, el contraataque.
Primero con un robo de Prosi en una acertada presión sobre la salida de pelota del rival que el propio centrocampista asturiano desaprovechó lanzando desde fuera del área cuando contaba con dos compañeros (en especial Alex González) en pintiparada posición para quedarse delante del portero ferrolano.
Y luego en la última jugada de la primera parte en la que tras un córner botado por el Racing se monta una contra en clara superioridad granate (ayer de gris y negro estrenando la segunda equipación) que se queda en agua de borrajas por un mal pase de Alex sobre Añón que sale demasiado largo y desbarata la clara opción de hacer daño.

A pesar del clásico mal comienzo del Pontevedra tras el paso por los vestuarios en los que apareció decisivo Edu Sousa para rechazar un lanzamiento de Pablo Rey que llevaba marchamo de gol, pronto aparece una jugada calcada a la última del primer tiempo en la que el Pontevedra vuelve a aprovecharse de un mal lanzamiento desde la esquina del Racing y trenza un contraataque precioso entre Añón, Jorge y Alex González que una vez plantado ante Makaay consigue batirlo con un buen lanzamiento de zurda.
En una contra de manual, con dos pases precisos, el Pontevedra había obtenido más premio que en todos esos minutos jugados (no ayer, sino tantos otros días) sin profundidad, sin intención y sin generar apenas ocasiones para marcar.
Tras el 0-1 el Pontevedra se replegó y lo hizo bien. Replegarse no es colgarse debajo del larguero y renunciar a todo lo que no sea alejar el balón de tu área de castigo sin ninguna clase contemplación. No, replegarse es permitir que el contrario adquiera la posesión del balón y tú defiendas con orden y tranquilidad acechando esa posibilidad de volver a sorprender aprovechando esos espacios que lógicamente va a tener que dejar el rival al arriesgar en busca del empate.
Y eso lo hizo ayer el Pontevedra muy bien. Ni siquiera la lesión de un Adrián León otra vez imperial atrás y que tuvo que ser sustituido por Mongil cuando todavía quedaban más de veinte minutos para el final alteró el argumento del choque. Es más, fue precisamente el central ex emeritano el que consiguió el 0-2 nada más salir al césped tras una falta sacada al segundo palo por Prosi y que fue deficiéntemente defendida por el Racing de Ferrol.

De ahí al final se controló el partido con eficacia y solo un par de lanzamientos desde la frontal del área causaron algo de inquietud, poca, al Pontevedra CF. El susto final llegó en el 89 por un error otra vez inexplicable de Prosi que cometió un penalti tan claro como absurdo que estrechó el marcador y permitió soñar al Racing en los tres minutos de prolongación decretados por el árbitro.
Es curioso lo de este jugador, Prosi, que ayer volvió a protagonizar un buen partido pero que en ocasiones comete acciones como la de ayer que afean de forma inexplicable un expediente que hasta ese momento acariciaba el notable sin problemas.
De ese tiempo de alargue de partido no puedo dejar de comentar una acción que en ese momento me pareció inexplicable. Como es lógico, tras transformar la pena máxima el Racing intentó echar el resto y conseguir el milagro del empate a dos goles. En un momento dado, el Pontevedra logra zafarse del empuje de los locales y fuerza un córner a favor cuando solo restaba un minuto y unos segundos para el final. Añón y Prosi se dirigen al semicírculo y creo que casi todos pensamos que lo sacarían en corto y buscarían dormir el partido provocando alguna falta o saque de banda en esa zona ofensiva del terreno de juego. 

Pero nada más lejos de la realidad. 
Efectivamente, Prosi saca en corto el saque de esquina pero David Añón en vez de contemporizar saca un centro hacia nadie que recoge el portero del Racing para sacar en largo y proporcionar una última opción a sus compañeros para amargarnos la fiesta.
Es un detalle, sí. Pero hay que cuidar esos detalles pues si en ese último lance nos hacen el empate nos habríamos quedado con un palmo de narices de la forma más absurda posible.       
Al final no pasó nada y el Pontevedra se hizo con una victoria merecida y en mi opinión todavía más importante que la primera lograda en casa hace ocho días ante el SS.de los Reyes. Y lo creo así porque debe significar el punto de partida para que el equipo entienda que puede ganar partidos fuera de casa con más asiduidad y que la velocidad de sus hombres ofensivos es una cualidad a explotar mucho más de lo que se ha hecho hasta este momento a domicilio.

No me gustaría terminar este escrito sin citar a David Castro. No era fácil la papeleta para el chico. A Malata es una plaza siempre complicada y tener que sustituir a un veterano como Jimmy conllevaba una evidente dificultad.

Lo cierto es que Castro cumplió con creces en la labor más importante de un jugador de retaguardia que no es otra que defender y ni siquiera una rigurosa tarjeta amarilla que vio en la primera parte fue óbice para que acabara imponiéndose a su par en la banda izquierda y completara un muy buen partido que le va a venir muy bien de cara los próximos compromisos en los que seguramente seguirá ocupando el lateral zurdo.