viernes, 20 de mayo de 2016

De un conmovedor vintage a las primeras pinceladas de la nueva plantilla

Es "Conexión Vintage" un programa ideal para aquellos aficionados al deporte que gusten de bucear en la historia de entidades deportivas o en la de personajes importantes de este mundo.

He disfrutado mucho con diferentes ediciones de esta maravillosa idea que dirige Paco Grande y especialmente con aquellos que recrean el pasado de clubes históricos de fútbol o de jugadores míticos y que contienen imágenes absolutamente impagables y que en muchas ocasiones veían la luz por vez primera.
Me acuerdo por ejemplo de los programas dedicados a Mario Alberto Kempes, geniales los tres, o últimamente monográficos sobre la trayectoria del Real Valladolid o las diferentes versiones del Burgos.

Ayer por la noche fue nuestro turno. De la mano de Xabier Fortes, Grande presentaba el documental dedicado al Pontevedra y principalmente a los años del Hai que roelo dirigido por el primero.
No es un reportaje nuevo. De hecho fue elaborado hace aproximadamente quince años y ya fue emitido en su día para Galicia por el ente público.
La novedad radicaba en que con la ocasión del 75 aniversario de nuestra entidad que será el 16 de Octubre, TVE pasaba a emitir el reportaje para toda España y además conservando su sonido en gallego lo que no resulta de poca importancia dado el clima actual que por desgracia se respira en nuestro país.
Este atribulado bloguero ya había visto el documental en su momento pero ello no fue óbice para visionarlo ayer con ilusión y volver a recordar imágenes y audios tan significativos para la historia granate a lo largo del siglo XX.    
Lo que me resultó curioso es que la emoción volvió a hacer mella en mi hacia el final del reportaje. Como ya conté en alguna otra ocasión me convertí en socio de la entidad en el año 81 y desde entonces son pocos los encuentros jugados en el otrora vetusto y ahora ex vetusto que me he perdido. Ver de nuevo esas secuencias de la fase de ascenso de la temporada 83/84 jugada en primera instancia frente al Mensajero y en segunda contra el Eibar me ha parecido tan emocionante como la primera vez que tuve acceso a ellas y me han traído a primer plano recuerdos que habitualmente descansan plácidamente en el fondo de la cama de mi cerebro.

Me acuerdo especialmente de una anécdota que me tuvo de morros varios días. Se trataba del partido de ida de la eliminatoria definitiva contra el Eibar. Había que sacar en casa un buen resultado pues todos sabíamos como se las gastaba el Eibar en Ipurúa. No en vano en la temporada anterior, 82/83, nos habían tocado también los armeros esta vez en la primera de las dos eliminatorias que había que superar y también en casa el primer partido. Se había ganado por 2-0 y la cosa pitaba bien pero allí el Eibar igualó el resultado y nos echó del camino del ascenso en la tanda de penaltis.
Por ello, el partido de esa siguiente campaña era difícil y cuanto más holgado resultara el marcador que consiguieran los hombres dirigidos por Fernando Castro Santos (nécora) en Pasarón mejor sería.
La cosa empezó de miedo. En los primeros minutos un zapatazo de un fino centrocampista que teníamos por entonces, Carlos, significaba el uno cero y ese sonido inigualable de un Pasarón enfervorizado celebrando un gol importante agitó las aguas del río Lérez. Pero los vascos son vascos y por ende resistentes y se llegó al descanso con ese solitario tanto. En la segunda parte el Pontevedra siguió apretando y Soneira hizo el dos cero tras bonita jugada por la derecha.Me acuerdo como el delantero vigués lejos de celebrar enfervorizadamente el tanto recogió el balón de las redes y corrió al centro del campo para meter más presión (ya lo había hecho Cal tras el primero) y esa imagen sale en el reportaje.  

Pero ahora viene lo que realmente quería contar. Quedaban pocos, muy pocos minutos para el final y en ese fatídico instante a mi padre se le ocurrió la peregrina idea de salir un par de minutos antes de la grada para evitar aglomeraciones. Confieso que no tengo conciencia de lo que pensé en ese momento pero a buen seguro que a pesar de mis once años debí mirarle con un gesto implorante para tratar de evitar tal desatino pero lo cierto es que a regañadientes obedecí y seguí sus pasos en dirección a uno de los vomitorios de tribuna. Fue acabar de bajar las escasas escaleras que conectaban la grada con el pasillo cubierto que desembocaba en la puerta de salida (y que por aquel entonces todavía tenía aquel característico suelo de tierra) y empezar a escuchar ese gigantesco murmullo del estadio que anticipaba jugada de gol y a renglón seguido el estallido monumental de la gente ante el tercer tanto conseguido por el inolvidable José Emilio.

Fui corriendo hacia un pequeño espacio al aire libre que existía antes de encarar el exterior del campo para ver lo que pudiese pero el gol se había conseguido en la portería de sur y yo estaba en el otro extremo de la grada y sólo atisbe a los jugadores, esta vez sí, haciendo piña celebrando el tanto. La sensación de alegría y alivio por el 3-0 se mezcló con el disgusto de haberme perdido el tanto más importante que en mi corta trayectoria como socio había marcado mi equipo y estuve varios días rumiando en mi casa y jurando que jamás me marcharía del estadio antes del pitido final (algo que creo que he cumplido hasta el día de hoy).
Luego ya sabemos como acabó aquella historia. Se hizo un partido muy serio en Eibar y tras un empate a cero goles empezaría un matrimonio mal avenido del Pontevedra con la 2ªB que duraría nada menos que veintitrés años consecutivos. 

El documental ofrecido ayer por primera vez para toda España acababa con un deje de melancolía y pesimismo provocado por la galopante crisis económica que atravesaba el club en el momento del estreno del trabajo de Fortes. Gerardo Lorenzo ocupaba la presidencia y muy poco tiempo después de ese estreno del reportaje introducía al equipo en un procedimiento de quita y espera (casi pionero en aquella época para un equipo de fútbol pues la ley concursal actual tardaría algunos años en promulgarse) que salió bien y provocó que el Pontevedra pasara una primera década del nuevo siglo siendo un equipo importante en 2ªB y consiguiendo un ascenso a segunda que se dilapidó al año siguiente por una gestión muy mejorable en el año del regreso a la división de plata. Luego ya se sabe. De "club más saneado de España" a "no hay un mísero euro" en tiempo récord, el Alcorconazo (versión granate) y otra vez una crisis brutal que volvió a amenazar la existencia de la entidad que parece ahora desperezarse poco a poco.

A día de hoy, a escasos meses de cumplir 75 años, después de haber pasado por momentos dramáticos y que parecían irremediables todos los que amamos al Pontevedra CF debemos sentirnos contentos y orgullosos por el hecho de que el club pueda llegar a tan venerable edad conservando intacta su historia e incólume su orgullo.
Sólo espero que la comisión nombrada por el club que está preparando todos los actos conmemorativos de la onomástica (creo que el propio Xabier Fortes es miembro de la misma) y que por lo que va apareciendo en los medios planea actos ilusionantes no se olvide de aquellos aficionados más veteranos. Aquellos cuya lealtad al club ha estado por encima de categorías y de circunstancias de todo tipo. Esos que vieron caer al Real Madrid goleado en Pasarón pero que hace dos o tres años veían como el Pontevedra salía derrotado en casa por Estradense, Vilalonga o Sanxenxo.
Esos cuyas retinas observaron a Martín Esperanza, Neme, Fuertes o Cholo y que con el paso de los años han visto a una infinidad de jugadores inferiores pulular por el césped de nuestro estadio.

Esos aficionados, en definitiva, que han constituido el colchón del Pontevedra CF a lo largo de más de siete décadas. Que con su asistencia casi siempre muda a Pasaron han contribuido a que el espíritu granate no desapareciera ni en las más adversas de las circunstancias y esos que han trasmitido a las siguientes generaciones la belleza del sentimiento granate.


La liga 2016/2017 ha terminado y pocos días después del empate cosechado el último día frente al Burgos ya se han empezado a conocer los primeros movimientos del club a la hora de confeccionar la plantilla de la temporada que viene.
Al parecer se ha ofrecido la renovación a Jandrin y Company y se les ha dicho a Bello y Hugo que no se cuenta con su continuidad.
Me gustan las dos propuestas de renovaciones. Company ha enseñado buenas maneras las pocas veces que ha podido actuar y Jandrín es un jugador explosivo, veloz y que ha realizado una gran temporada.
Llama la atención la baja de Hugo y más si se pone en relación a la propuesta de prórroga contractual hecha al jugador asturiano.

Desde la llegada de Hugo, Jandrín o dejó de actuar o tuvo que cambiar de banda bajando un tanto el rendimiento. Sin embargo al jugador que se vio desplazado se le ofrece seguir y al que llegó y jugó casi todo, no.
Respecto a Bello. Me parece un buen jugador. Sin ir más lejos el pase de gol que ofreció a Jandrín en la primera parte frente al Burgos vale media entrada pero su baja no sorprende pues había perdido cada vez más protagonismo para el entrenador.

Estas decisiones que ahora llegan a cuentagotas se harán más numerosas en los próximos días en los que a buen seguro empezará también a hablarse de posibles incorporaciones.

Espero y deseo que el club se mueva con acierto en este siempre azaroso mundo del mercado futbolístico y se construya una plantilla preparada para intentar codearse desde el principio con los de arriba.
Parece que aunque sin prisa pero sin pausa ese es el deseo del Consejo de Administración y espero que se consiga hacer un equipo más potente y fuerte pero sin comprometer la sostenibilidad económica del Pontevedra CF.   


       


   

lunes, 2 de mayo de 2016

Que esto se acabe !!!

Dieciocho son los puntos que ha conseguido sumar el Pontevedra en los diecisiete encuentros que llevamos de segunda vuelta.
A pesar de que para algunos la temporada granate sigue mereciendo adjetivos grandilocuentes como extraordinaria o fabulosa lo cierto es que el desinfle en el segundo tramo de competición ha resultado excesivo y dichos calificativos deberían rebajarse para dejar la campaña en buena o quizá en muy buena si se tiene en cuenta el tiempo que ya lleva salvado el conjunto pontevedrés. No obstante, seguir manteniendo a estas alturas que la temporada es extraordinaria o excelente no se ajusta por desgracia a la realidad.

Ayer el Pontevedra CF volvió a jugar otro partido como local con la misma tónica que los últimos cuatro o cinco, es decir, inseguro y frágil en defensa y discontinuo e inocente en ataque.
El partido se puso más cuesta arriba a la media hora con la expulsión de Campillo pero lo cierto es que hasta ese momento las ocasiones habían sido exclusivamente blanquivioletas y el Pontevedra apenas había creado peligro en el área pucelana.

Es Alberto Campillo (como tantas veces se ha repetido en este blog) un jugador corajudo, comprometido, luchador y que suple sus carencias técnicas y de envergadura a base de entrega y saber estar pero en el día de ayer no estuvo especialmente afortunado en la acción que le costó la expulsión.   
Ni la peligrosidad de la jugada, ni la zona del campo en que se produjo pueden justificar una entrada a una altura demasiado alta y sin posibilidad de jugar la pelota que con un árbitro condescendiente y sin ánimo de ser protagonista le habría costado una tarjeta amarilla (a pesar de ser naranja) pero que con un colegiado como el de ayer (al que se le veía a leguas su vocación artística) le costó la roja directa y ver el camino de los vestuarios mucho antes de lo previsto.

Era el trencilla designado para pitar el partido de ayer uno de esos árbitros con más pinta de marine estadounidense fusil en mano a punto de entrar en una aldea afgana para cargarse cualquier clase de vida humana que se encontrase por delante que de un juez ecuánime dispuesto a interpretar las leyes del juego con flexibilidad y diálogo pero que la acción de Campillo fue absurda y exagerada es algo que no se puede discutir fácilmente.

Sobre la tarjeta roja vista por Campillo otra reflexión.

No le costó nada a Luisito señalar con el dedo a Pablo González en la rueda de prensa posterior al partido de Somozas por según el protagonizar una jugada de infantiles sin tener en cuenta que el central pontevedrés había sufrido una falta evidente por parte del delantero coruñés que luego mandaría el centro del gol del empate.
Ayer para el técnico de Teo toda la culpa recayó en el árbitro y no hubo ni la más mínima referencia a la injustificada acción de Campillo que bien pudo evitarse la entrada de marras. No se trata por supuesto de volver a culpabilizar a un jugador de un resultado. No se equivocó ayer Luisito al obviar la hipotética responsabilidad de Alberto Campillo en su expulsión sino que el error lo cometió hace ocho días al poner a los pies de los caballos a otro jugador que además no pertenece a su "guarda pretoriana".  

Curiosamente, poco después de la expulsión disfrutó el Pontevedra de su única pero pintiparada ocasión del primer tiempo desbaratada por un Borjas que envió por encima del larguero una pelota enviada desde la izquierda que parecía más fácil haberla metido dentro que lejos de los tres palos. 

Y lo cierto es que si se analiza lo sucedido tras el descanso podemos concluir que el Pontevedra no perdió realmente por haberse quedado con un jugador menos.
Y no fue así pues en los primeros minutos de la segunda parte los granates encontraron el gol en una maravillosa falta sacada por Mouriño (que llevaba pocos minutos sobre el césped tras suplir a un acelerado Jacobo que vio la amarilla en otra entrada que no veía a cuento) que colocó literalmente el balón en la cabeza de Capi que sólo tuvo que empujarla para hacer el 1-0.

Fue ahí, después de haber hecho lo más difícil, cuando el Pontevedra comete errores juveniles que cuestan otra vez unos puntos que alejan casi definitivamente el quinto puesto de la tabla.

Primero por desaprovechar una contra de manual de tres contra uno de la manera más lastimosa posible. No es la primera vez que el Pontevedra se encuentra con jugadas de ese estilo y las desbarata por no acertar siquiera con el pase decisivo que deje sólo a un compañero frente al portero. Pero es que a raíz de esa frustrada jugada, los granates permiten que sea el Valladolid quien enlace su contraataque y con una pared por el centro que podría haberse frenado con algo más de concentración se plante solo un delantero castellano frente a Company para batirle sin remisión.

Fue un jarro de agua fría propinado de golpe y sin anestesia en una tarde de mucho calor a la ribera del Lérez. A partir de ahí, lo destacable es el segundo cambio efectuado por Luisito. Adrían se marchó del campo y Anxo ocupó su lugar.
Este relevo supuso que pudiésemos ver a Jandrín en una posición novedosa para él nada menos que en la jornada 36 de Liga. Se ubicó el extremo asturiano en el lateral derecho para perder a partir de se momento la presencia en ataque que había tenido ( no mucha en el día de ayer) y convertir de nuevo nuestra banda derecha defensiva en un autovía ya conocida por estos lares en partidos anteriores.
Lo peor es que su sustituto, Anxo, mantuvo una actitud (en opinión de este bloguero) campechana y saltarina sobre el césped nada comparable a jugadores como el propio Jandrín, Borjas, Kevin, Alex etc que con más o menos acierto se "matan" a correr dignificando la camiseta que llevan.

Por esa banda derecha defensiva vino como no podía ser de otra manera el gol del triunfo vallisoletano en una jugada en la que su delantero efectúa un desmarque desde ese lado hacia el centro sin oposición alguna para definir de manera magistral y estética tras encarar a Company. 

Se hace larga, muy larga la temporada y a base de derrotas como las de ayer ese sabor dulce y almibarado con el que nos obsequió el equipo hasta el mes de Febrero se vuelve cada jornada que pasa un poco más amargo en la boca.

Lo mejor es que por fin esto toca a su fin y en dos semanas los jugadores obtendrán un merecido descanso y en los despachos se intensificarán las gestiones (que quiero creer ya llevan tiempo efectuándose) para conformar la plantilla del año que viene.

Sobre la continuidad o no de los integrantes de la actual es el propio entrenador el que arroja pistas con sus decisiones.
Son sólo eso, rastros que que se pueden seguir si se analizan los últimos partidos de la liga y teniendo en cuenta que sólo son eso (pistas que pudieran resultar falsas) podemos analizar algunas cuestiones. 

Por ejemplo, que de los nuevos llegados en Enero Antonio Bello ha perdido mucho peso específico en el equipo y apostar ahora por su continuidad se hace complicado.
Que Adrián Gómez ha cedido su puesto de titular (ayer lo recuperó) en los últimos encuentros de liga y que ayer fue sustituido mediada la segunda parte por lo que su futuro arroja también alguna duda.

Que después del rapapolvo sufrido por Pablo en Somozas ( y no es el primero) el rubio central no parece contar con muchas papeletas para seguir al igual que un Bruno cuyo protagonismo ha desparecido por completo.

Que el camino de vuelta a A Coruña parece expedito para Alvaro Queijeiro.     
Que parece más fácil que el equipo recupere la quinta plaza en estos dos partidos a que Carnero siga en el equipo.

Y que según las propias palabras de Luisito en una tertulia radiofónica, a Kevin lo quiere un filial de un equipo de primera división (no hace falta discurrir demasiado para pensar que se trata de los dos equipos gallegos que juegan en la máxima categoría con más posibilidades para el que viste de celeste).

Por contra (siempre que el Pontevedra logre convencerlos para que se queden en caso de que tengan otras ofertas) parece cantada la continuidad de los porteros, Verdú, Campillo, Alex, Mouriño, Jandrín, Borjas e incluso Jacobo y también Capi aunque el estado físico del veterano central pueda acarrear alguna duda.

Son sólo especulaciones que no responden en ningún caso a información sino sólo a opinión (salvo en el caso de Kevin cuyas ofertas han sido reconocidas por el técnico) pero sobre todo ello iremos saliendo de dudas en las próximas semanas en las que ese proyecto más ambicioso anunciado el día de la renovación de Luisito tiene que ir empezando a coger forma y a ilusionar a una afición que ayer una vez más se reunió en escaso número en el estadio municipal de Pasarón.