lunes, 26 de octubre de 2015

De un equipo encabritado, un colega ilusionado y un chófer muy aliviado

Hace apenas cuatro jornadas de liga o lo que es lo mismo un mes de competición, el Pontevedra CF terminaba su partido en A Malata derrotado, triste y apesadumbrado después de disputar otro partido feo pero igualado lejos de Pasaron y que dejaba al equipo muy abajo en la tabla clasificatoria.

Lo peor de aquel encuentro, a mi juicio, fueron los últimos diez o quince minutos. Aún siendo casi desastrosa la primera parte jugada en Ferrol, ese último tramo del encuentro ya con el marcador en contra en el que pudimos ver a un Pontevedra incapaz siquiera de aproximarse al área me causó (además de mucha preocupación)  una impotencia considerable al presenciar por la pequeña pantalla un conjunto granate sin capacidad de reacción y resignado ante los acontecimientos.

Pero como ya decía a finales de los setenta el ya desaparecido Vujadin Boskov "fútbol es fútbol", o lo que es lo mismo, tratar de analizar o futurizar sobre este maravilloso deporte puede resultar interesante y atractivo para aquellos a los que nos gusta el balompié pero lo que resulta cada vez más claro es que esos análisis no podrán jamás con el componente de impredecibilidad y sorpresa que sin lugar a dudas contiene este juego.

Sí es verdad que en los partidos de casa el Pontevedra CF desde que esta liga ha comenzado se ha mostrado como un equipo agresivo, decidido y hasta valiente en casi todos los partidos. Pero tan claro resulta eso como que lejos de Pasarón nos habíamos mostrado casi siempre algo timoratos y como encogidos ante la sucesión de derrotas que se nos venía encima y que ya comenzara en los partidos de play off de ascenso de la pasada campaña.

Tras el "derby" de A Malata, llegó el Coruxo y el Pontevedra no sólo continuó bien en casa sino que en la segunda parte disputó muchos minutos a un gran nivel futbolístico y de acierto que encandiló a su gente. Y dos semanas más tarde trastabilló en la primera parte frente al At Astorga pero volvió a mostrarse semi arrollador en esa segunda mitad en la que remontó al final el choque.

Esos dos duelos en casa quizá sorprendió para bien el equipo no por la fortaleza o esa decisión antes aludida que ya había mostrado en su debut frente al Guijuelo sino por conseguir hilvanar grandes y bastantes minutos de buen juego que no fueron demasiado habituales la temporada anterior y que al combinarse con el acierto de cara al marco no pudieron sino traducirse en puntos valiosos para el casillero.

Ahora bien, lo que sí ha sorprendido y mucho a casi todo el mundo fueron esos dos encuentros disputados fuera de casa en este mes de competición y que también han terminado con victorias que completan una serie de cuatro seguidas y que han provocado que el Pontevedra se haya situado quinto en la clasificación.

Del partido jugado en Santander ya se ha hablado suficientemente. El Pontevedra ganó y ganó bien logrando por fin ese equilibrio entre un buen sistema defensivo que ha exhibido casi siempre y un poder ofensivo como visitante que hasta ese día parecía haberse evaporado en torno al conjunto granate.

Y así llegó el partido frente al Arandina disputado ayer y del que (siempre con el componente temerario que sin duda contiene el hablar de un encuentro del que sólo se ha seguido la retransmisión radiofónica) parece que el Pontevedra volvió a sorprender para bien en ataque pero también para mal en defensa lo que realmente constituye noticia.

Tengo que reconocer que cuando en la última jugada antes del descanso se consiguió el 0-2 me relamí ante la certeza de haber conseguido una nueva victoria. Ese Pontevedra seguro y concentrado atrás creí que en ningún caso dejaría escapar esa ventaja y aunque sufriendo, faltaría más, esos dos goles bastarían para ganar en Aranda.

Pero "fútbol es fútbol" y me equivoqué o me caí con todo el equipo. Ese gol al principio de la segunda parte en un balón parado apretó el partido pero tras la expulsión del jugador local volví a verme  "dueño" de los tres puntos sin discusión. El jarro de agua fría con ese empate a dos en otra jugada de estrategia fue un mazazo y me extrañó mucho. Es cierto que el Pontevedra no es un equipo con mucha envergadura y que en algún partido en casa (Tudelano, sobre todo, e incluso Astorga) ya se sufrió algo en se lance del juego pero a fuer de ser sinceros no esperaba encajar dos goles de esa forma.

Pero he aquí que el equipo al parecer se recompuso y supongo que ayudado por la superioridad numérica y la medio lesión de otro jugador burgalés se fue arriba algo encabritado para intentar ganar el partido. Bien es verdad que por lo menos por lo escuchado por la radio también se pudo perder pero lo cierto es que en ese último instante se produjo otra arrancada de fuerza de ese motor desbocado que se llama Kevin Presa y que casi sobre la línea de gol remachó Carnero en el 2-3. Si hubiera estado en el campo estoy seguro que tras tocar el delantero vigués la pelota mi mirada se dirigiría de inmediato al portador del fatídico banderín y al ver que tras un leve frenazo cambiaba de dirección y corría hasta medio campo el grito de júbilo habría sido el mismo que no pude evitar en el salón de mi casa y que sobresaltó a mi pequeño hijo que me miró con una expresión de susto que propicio que le abrazara con fuerza y le dijera que no se preocupara que su padre está como una cabra de monte.

Pero no podemos olvidar tampoco otro efecto secundario de esa victoria (o mejor dicho de esa"no derrota") en la villa de Aranda.
Luisito que raro es el día que no deja un par de titulares en sala de prensa reconoció ni corto ni perezoso que de haber perdido el partido se "habría tirado en marcha del autobús " en el viaje de vuelta. Ante esa afirmación pronunciada con la rotundidad clásica del técnico de Teo me cuentan que el chófer del vehículo enterado de la circunstancia demoró diez minutos la salida para tomarse un par de tilas y dar las gracias a lo que exista allá arriba tras las nubes( si es que existe algo, no se me enfaden los ateos) por verse liberado de tal "embolado" pues conociendo la terquedad y perseverancia del entrenador habría resultado harto complicado permanecer con las puertas cerradas durante todo el camino.

Y con estas victorias seguidas y este ascenso imparable en la clasificación que sólo puede venir acompañada por la prudencia y la moderación dentro del grupo pero que disparan la ilusión y la esperanza fuera del mismo (eso no sólo pasa aquí sino en todas partes) ya se ha puesto en contacto conmigo un querido amigo para anunciarme que el Sábado tendré el honor de contar con su compañía en la grada de Tribuna. Ese amigo que por cierto celebra hoy su cumpleaños y al que felicito nuevamente a través de este escrito es un fiel diapasón de la ilusión que el equipo despierta en la ciudad. Si se queda en casa y ve los partidos por la tele o los escucha por la radio es que su ánimo está acorde con el del equipo, bajo y destemplado. Si acude a Pasarón pero a preferencia, como hace quince días, es que la cosa mejora y ve que existe equipo y que algo se puede conseguir pero es que si ya viene a Tribuna es que sus ojos ya han cogido esa ola de ilusión y sus dientes han adquirido el afilamiento necesario para que el Pontevedra destroce a su rival (en este caso el Logroñés) y vuelva a darnos una alegría de las buenas.

Ojalá muchas más personas como mi amigo coincidan en el diagnóstico y acudan al estadio el Sábado a las 20.30 h para dotar de un mayor colorido al ex vetusto que ya frente al At. Astorga recobró algo de color en sus mejillas.       

    

               

lunes, 19 de octubre de 2015

Empuje, garra y Mouriño desencadenado

Se disputaba el minuto 89 de encuentro y un balón largo es recogido dentro del área por Borjas Martín. El canario cede a Pedro García que a trompicones elude a un rival y observa la llegada desde atrás de Adrián Mouriño a quien pasa la pelota para que el vigués conecte un derechazo pleno de calidad y colocación ante el que el portero rival sólo puede hacer la estatua.

Era el 2-1 y la culminación de una remontada a la que el Pontevedra CF se hizo acreedor tras protagonizar una muy buena segunda parte repleta de garra, ganas y buen juego que en nada se pareció al primer tiempo mediocre de los granates y en el que los castellano leoneses pudieron hacer incluso más sangre en el marcador.

Fue esa primera parte, al menos en sus treinta minutos iniciales, sorprendente por la actitud tomada por el equipo visitante. Lejos de plantear un partido ultra defensivo y ceder el balón a su rival, el At. Astorga se plantó sobre el césped adelantando a sus laterales para dotarlos de una gran proyección ofensiva y centrando un tanto a los interiores para que aquellos tuviesen suficiente recorrido por delante. Si a eso le unimos la presencia amenazante en ataque de un triángulo formado por Bandera, Vales y Puente, los leoneses se hicieron dueños y señores del juego y gozaron en esa primera mitad de hasta tres claras ocasiones para marcar además del gol logrado por su delantero centro.
Ya en la primera jugada del encuentro llegó la primera de esas oportunidades pero Vales se encontró con un buen Edu que despejo el disparo ejecutado en buena posición pero más adelante también Bandera envió fuera una pelota peligrosa y minutos antes del tanto el mismo Puente que luego marcaría marró otra ocasión tras ganar por velocidad a Campillo por banda derecha en un lance en que Adrián estaba desaparecido.

Es cierto que cuando llegó ese gol que ponía en ventaja al At. Astorga, el equipo visitante ya no enseñaba tanto a esos laterales ni monopolizaba la posesión del cuero sino que había dado un paso atrás para tratar de buscar las cosquillas a la defensa local con balones largos a la espalda. Así llegó esa ocasión de Puente y así también lo hizo el 0-1.

Hasta entonces el Pontevedra apenas había existido en ataque más que en un disparo de Alex detenido en innecesaria palomita por el portero leonés si bien es cierto que logró en varias ocasiones acercamientos peligrosos gracias sobre todo a las combinaciones rápidas y al primer toque de Jacobo y Mouriño.
Pero ese gol pareció cerrar la espita de la abulia granate y lo cierto es que en los últimos minutos del primer tiempo se produjeron dos jugadas que pudieron cambiar el marcador. La primera tuvo como protagonista a Jandrín que fue objeto de uno de los penaltis más claros que se hayan podido ver por estos andurriales en los últimos tiempos. Su jugada con reverso incluido dentro del área fue muy rápida y  un defensa verde le barrió con total nitidez sin que el colegiado tuviera a bien señalar el punto fatídico. En la otra jugada justo antes del descanso Jacobo se encontró con un balón de oro en el corazón del área pero ante la duda de pensar si estaba en posición correcta golpeó de primeras mandando el balón por encima del larguero cuando tenía tiempo de controlar, mirar y colocar la pelota en el lugar de la portería que hubiese escogido.

En los primeros minutos tras la reanudación se produce una jugada que incitaría a Luisito a realizar el primer cambio con todo lo que ello significó para la mejoría del juego granate.

En dicha jugada Capi (con una tarjeta amarilla desde los primeros minutos del choque) es superado por velocidad por Puente aún a pesar de tener ventaja en esa acción y el técnico de Teo decide reemplazar al espigado central (que corría riesgo de verse expulsado) por Pablo Carnero.
Este relevo supuso que Kevin pasase a desempeñar funciones de central; Mouriño (que empezó de media punta pero que mediado el primer tiempo se colocó en la izquierda) ocupase junto a Alex el medio centro; Borjas pasase a la izquierda y Carnero se situara en la posición de nueve por delante de Jacobo. Si a este cambio le unimos que escasos minutos después el Pontevedra consiguió el gol del empate gracias a un trallazo desde fuera del área de Mouriño en el que quizá el guardameta pudo hacer algo más, lo que sucedió es que el Pontevedra volvió a generar ese fútbol alegre y dinámico que ya pudimos ver en la segunda parte frente al Coruxo.    

El Astorga que antes de ese cambio aludido tuvo otra ocasión pintaparada para hacer el 0-2 en un cabezazo de Bandera que se fue fuera dejó de existir en ataque y los locales pasaron a dominar por completo el partido y a gozar de ocasiones desaprovechadas hasta que en ese minuto 89 llegó el premio del gol del triunfo.

Carnero pudo marcar antes pero su lanzamiento se fue por encima del larguero; Mouriño tuvo otra llegando de nuevo desde atrás pero su disparo se fue fuera; aprovechando un precioso pase de Carnero, Borjas se plantó ante el portero visitante pero un mal control provocó que este pudiese echar la pelota a corner; Kevín envió una falta al poste...

Fueron minutos en definitiva en los que el Pontevedra volvió a encontrar el fútbol y además dotó a sus acciones de ese empuje y garra que tanto gusta en las gradas de cualquier campo y que acabaron por derribar la muralla castellano leonesa.
Una jugada que puede servir de ejemplo de la concentración y el esfuerzo del equipo se produjo pocos minutos antes del 2-1. El At. Astorga  que lo fiaba casi todo a mandar algún balón largo que pudiese alcanzar un delantero, consiguió conectar un pelotazo tras un balón parado granate que Adrián Gómez se traga lastimosamente en banda derecha dejando una situación muy peligrosa para la retaguardia granate. En ese momento y llegando desde muchos metros atrás aparece Kevin Presa que arrebata el balón al delantero visitante y sale con aquel controlado para enviarlo de nuevo a campo contrario e iniciar una nueva jugada de ataque. 
La fuerza y el motor de este chaval resultan importantisimos para el equipo y acciones como esa dan seguridad a cualquier conjunto.

Ya con Pedro García sobre el césped en lugar de Jacobo (volvió Pedro a ocupar una posición un tanto más adelantada pro primera vez en casa como ya pasó en Santander) el equipo siguió presionando y casi al final se produjo esa jugada ya descrita al principio que acabó por desembocar en gol de Mouriño y el 2-1 final.

Justo es reconocer la extraordinaria segunda parte del menudo centrocampista granate. Ya he dicho en algunas ocasiones que este hombre apunta muchas cosas pero casi nunca acaba por materializar esas hipotéticas condiciones que le hicieron venir aquí y que mucha gente dice que esconde. En mi opinión, fue ayer en la segunda parte en la que se pudo ver a un Mouriño sobresaliente y lo que es más importante, continuo. No sólo fueron los dos goles sino que en esa segunda parte condujo cuando tenía que conducir, pasó de primeras cuando tenía que hacerlo y apareció continuamente para convertirse en el galvanizador del juego ofensivo de su equipo. Este sí es el Mouriño del que nos hablaron y espero que su actuación de ayer pueda convertirse en lo habitual y no en la excepción a la regla.      

Todavía quedaba el detalle final del colegiado del partido al decidir añadir la friolera de cinco minutos al tiempo reglamentario cuando no había habido motivos ni de lejos para ello. Aún así, el Pontevedra no sufrió en ese descuento y pudo materializarse la tercera victoria consecutiva que nos catapulta a la zona media de una clasificación en la que tan solo existe la diferencia de ¡5 puntos! entre el descenso y el cuarto clasificado.

La próxima parada, Aranda de Duero. Los burgaleses cuentan también con 13 puntos y tras ganar en Gijón es de suponer que tendrán la moral por las nubes. 

Allí llegará el Pontevedra el fin de semana para tratar de prolongar esta racha de victorias que tanta ilusión nos está haciendo. A buen seguro algunos aficionados granates querrán organizar viaje para no dejar solo al equipo e insisto en que sería no bueno sino obligatorio algún gesto de empatía por parte de la entidad. 
¿Se producirá? Ya lo veremos aunque he de reconocer que no soy muy optimista.
  



   

  

martes, 13 de octubre de 2015

De una prestigiosa victoria; una afición olvidada y un encuentro afortunado

Rompió el Pontevedra CF la racha de derrotas consecutivas fuera de casa y fue a conseguirlo en uno de los escenarios que a priori parecía menos propicio para ello.

Entró el equipo granate al Sardinero decidido a dar un toque de atención a todo el grupo Primero y salió del césped santanderino no sólo con tres puntos bajo el brazo sino con una actuación convincente en la que además de ese equipo rocoso e incómodo que suele ser consiguió por fin dotar de profundidad y veneno a su juego ofensivo.

Porque no hay que olvidar que antes de que llegasen los dos goles pontevedreses mediada la segunda mitad, en la primera parte Jacobo ya había disfrutado de una ocasión muy clara, Borjas de otra fabricada por él mismo con un disparo tan bonito como potente que a duras penas sacó el portero e incluso otra jugada de mucho peligro fue abortada por un defensa local casi debajo de los palos con el guardameta fuera de sitio.
También en la segunda parte antes de los tantos pudimos ver como Campillo enviaba un balón al poste desde fuera del área. 
En definitiva, el Pontevedra no solo fue en Santander un equipo serio y organizado en defensa sino que esa presión agobiante y bastante arriba practicada sobre los jugadores racinguistas provocó robos de balón en zonas comprometidas que ayudaron a generar ocasiones claras de gol y a hacernos claramente acreedores a la victoria.

Son dos victorias seguidas en Liga que nos acomodan en una zona más tranquila de la tabla y lo que es más importante hacen que esa dichosa serie de partidos perdidos 1-0 fuera pase a formar parte del pasado con el empujón psicológico que a buen seguro este dato proporcionará a la plantilla. No podemos olvidar que este equipo que tanto se parece al del año pasado en tercera resultaba más peligroso fuera que en casa y que fue ese infausto partido jugado en la isla de La Palma el que introdujo unas dudas como visitante absurdas y exageradas al Pontevedra que quizá se hayan disipado con esta victoria justa y merecida conseguida en Santander.   

Ojo. Ahora es el momento de la calma y de la cautela. Es posible que algunos tras estos seis puntos entiendan que ya todo va a ir sobre ruedas y que el play off de ascenso está a tres puntos. No exagero. Debemos reconocer que somos un club algo ciclotímico y que pasamos en muy poco tiempo a vernos de nuevo en tercera a creer que podemos ir al Ramón de Carranza a darle un disgusto al gran Kichi.

No. El que está a tres puntos es el descenso y el Domingo viene el At. Astorga, rival de nuestra liga, que llegará con tres puntos menos en la clasificación. A buen seguro planteará un partido "perro" en el que costará Dios y ayuda penetrar en su entramado defensivo y habrá que remar y apartar mucha agua del camino. Si ahora nos creemos más por vencer en El Sardinero estaremos dando el primer paso para estamparnos contra el suelo el próximo Domingo. 
El partido debe afrontarse con humildad y con la capacidad de esfuerzo que este equipo suele exponer sobre el terreno de juego. Habrá que sacar además del remo el pico y la pala para ganar. Sería importante, no cabe duda. Vencer en casa debe ser la prioridad para cualquier equipo que no quiera complicarse la vida por abajo y meterle seis puntos a los castellano- leoneses estaría fenomenal. Pero se conseguirá a base del mismo trabajo que se ha desplegado frente al Coruxo y al Racing. Ese es el camino a seguir para alcanzar otra victoria.


Acudieron a Santander varias decenas de aficionados granates. Organizaron el desplazamiento como Juan Palomo:"ellos lo guisaron y ellos se lo comieron". Por lo menos esta vez obtuvieron el mejor premio a su esfuerzo, ver a su equipo luchar como siempre y jugar como casi nunca para ganar por vez primera en un campo histórico de nuestro fútbol. A ellos va mi más sincero agradecimiento.

De porqué el Pontevedra vive hace tiempo de espaldas a su gente es algo que se resiste a mis entendederas.
Una afición que ha aguantado "carros y carretas" el año del descenso con los jugadores de rodillas sobre el césped en el tramo crucial de aquella campaña en señal de protesta por los impagos. Que ha resistido cual 300 espartanos "la travesía del desierto" de la tercera división con más problemas de impagos y con derrotas tan sonrojantes como un 1-2 frente al Estradense o un 0-1 con el Vilalonga o con el Sanxenxo, dicho esto último con todo mi respeto hacia estos modestos equipos que lo único que hicieron fue mostrarse superiores al Pontevedra. Esa afición que a pesar de todo pobló en gran número las gradas de Pasarón en el play off de hace dos temporadas y que lo llenó hasta los topes el pasado año frente al Mensajero y Haro y acudió en masa también frente al Manzanares.

Esa afición (habló ahora de los "irreductibles") que paga con religiosidad su abono sin importarle su alto precio en relación a los objetivos marcados y lo que es más importante sin importarle tampoco los argumentos falaces esgrimidos por el club a la hora de justificar dichos precios.

Esa afición, en definitiva, que no se merece ni de lejos los desplantes de un Consejo de Administración que debe entender que aún siendo muy meritorio conseguir tener a la entidad al día en los pagos en la situación en la que se encuentra, eso no debe ser óbice para tratar con un poco más de cariño a aquellos que se van los Domingos por la noche a la cama orgullosos e ilusionados con las victorias y dolidos o cabreados con las derrotas de su equipo.

El año que viene nuestro club celebrará sus 75 maravillosos años de existencia. Se organizarán actos, se sacarán multitud de instantáneas y un sinfín de autoridades políticas y "personalidades relevantes"de la ciudad aparecerán en dichas fotografías con sus mejores galas. 
Me temo que los grandes olvidados una vez más serán los mismos. Los aficionados de a pié. Los que acuden a Pasarón a ver al Dorneda o al At. Astorga ya haga frío o calor o aquellos que por su cuenta y sin ningún tipo de ayuda o reconocimiento posterior se meten en un autobús de madrugada para ver jugar a su equipo.

No querría terminar este escrito sin referirme a uno de esos aficionados incondicionales del Pontevedra. A un grande entre los grandes, Severino Penelas. Es "Seve" historia viva de esta entidad de la que es socio desde que aquella vio la luz en 1941. 
Diario de Pontevedra tuvo la gran iniciativa la pasada semana de reunir a "Seve" con el actual entrenador de la primera plantilla para hablar un poco sobre el pasado y el presente de la entidad.

Este encuentro propiciado con acierto por el Diario me lleva a reflexionar sobre lo necesario y útil que podría ser una charla de aficionados de este tipo a principios de temporada con los jugadores, técnicos y a lo que se ve directivos del Pontevedra.

Creo firmemente que con tan solo tres cuartos de hora de conversación con Seve o con otros veteranos aficionados del club sería mucho más sencillo que todos los miembros de la entidad entendieran lo que significa vestir la camiseta y portar en el pecho el escudo del Pontevedra. Sólo con ver como los pequeños ojos de Seve, refugiados tras sus ya características gafas de aumento, se emocionan a hablar sobre su equipo podrían entenderse casi 75 años de historia preñados de dificultades pero también de grandes alegrías y sueños labrados en granate.                 


  

lunes, 5 de octubre de 2015

Tres goles, tres, como tres soles de grandes.

Ganó el Pontevedra y ganó bien. Disputando una primera parte decente con buena circulación de balón pero sin culminar arriba y una segunda pletórica en la que ofreció fútbol, ocasiones y nada menos que tres goles como tres soles que alivian algo la situación clasificatoria del equipo. Por la importancia del triunfo y por la forma de conseguirlo debemos alegrarnos y mucho.

Pero antes del partido pudimos comprobar los sufridos abonados de tribuna que a poco que caiga agua de lluvia en la ciudad en semana de partido en casa resulta bien necesario acudir al ¿ex? vetusto con "katiuskas" a media pierna para sortear las lagunas acumuladas en los accesos a la grada (dentro y fuera de la misma) así como en los pasillos inmediatamente anteriores a las filas de butacas. Hubo valientes (evidentemente almas impasibles e indómitas que se crecen con el castigo) que decidieron quedarse en la fila inferior de la parte superior de tribuna aún cuando sus pies descansaran en medio de una de esas intolerables lagunas una vez comprobada la ausencia de vida marina o de otro tipo en el interior de ese agua estancada.

Sea como fuere, el ánimo un tanto turbado por la enésima constatación de las chapuzas llevadas a cabo en la construcción del estadio tornó a mejorar en cuanto el pentacampeón del mundo de triatlón, Javier Gómez Noya, hizo acto de aparición sobre el césped para recibir el merecido homenaje de la parroquia granate que en mayor número que en otras ocasiones (se notó el reparto de invitaciones infantiles efectuado a lo largo de la semana) pobló las gradas del estadio de Pasarón.

Y como contagiado por el carácter luchador e inasequible al desaliento del campeón, salió el Pontevedra enrabietado protagonizando cinco minutos iniciales de agobio y presión sobre el conjunto verde. Fue una primera parte en la que los granates buscaron y encontraron en muchas ocasiones caminos por las dos bandas para sembrar el peligro en el área rival pero sin conseguir fruto alguno por ese desacierto en los metros finales que impedían que ese último pase fuera ofrecido en buenas condiciones. Adrían Gómez (ayer bastante mejor que otros días tanto arriba como abajo) y Jandrín por la derecha penetraban aprovechando la no demasiada experiencia defensiva de un Rafa Mella que ocupó el lateral derecho hasta el 3-0 local. Por la izquierda Jacobo (como se nota cuando está bien) combinaba casi siempre bien y de primeras y facilitaba las entradas de Verdú al meterse un tanto al centro y provocar los espacios para el catalán.

Aún así, las llegadas granates se quedaban en los centros la mayor parte de las veces mal ejecutados y en las ocasiones en las que se pudo rematar a portería volvió a ponerse de manifiesto esa dificultad que tanto preocupa a orillas del río Lérez.

Por su parte, el Coruxo se limitaba a esperar el paso de los minutos con pérdidas de tiempo cada vez más exageradas fiándolo todo al debilitamiento del estado nervioso de los locales ante la ausencia de un ventaja en el marcador. Se acercaron, no obstante, en dos ocasiones al borde del área pontevedresa pero los lanzamientos de Antúnez y sobre todo Comesaña se marcharon por encima del larguero de Edu.        
No se había jugado mal en la primera mitad pero ese 0-0 en el marcador y la mala clasificación granate cernían las dudas sobre una afición que minutos antes, sobre el 40 del primer tiempo, había pedido insistentemente penalti en una acción de Borjas que dejó el esférico a Jandrín que estuvo un tanto lento en el control y que cuando se disponía a rematar cayó al suelo ante la entrada por detrás de un defensa coruxista. La jugada ofrecía dudas pero el desplazamiento existió y de haberse señalado la pena máxima nadie podría haber dicho que fuese una decisión injusta.

Pero ese lance del juego (que a buen seguro hubiera desatado las iras del técnico de no haber ganado el partido) se quedó en una anécdota debido a la excelente media hora que el Pontevedra iba a protagonizar tras la reanudación.
Todo empezó pronto, sobre el minuto 5, cuando un desacertado en el primer tiempo Mouriño acertó a vislumbrar otro desajuste defensivo visitante esta vez en su banda derecha para filtrar un gran pase a Verdú que con toda la banda abierta tuvo tiempo para avanzar, mirar y centrar al segundo palo para que Borjas volease con la izquierda y la pelota acabase entrando en la portería tras rebotar en el cuerpo del portero. 

Esa fue las espita que abrió el fútbol pontevedrés pues a renglón seguido el propio Borjas se plantó solo delante del arquero aunque algo escorado y en vez de ceder atrás para que un compañero remachase lanzó a portería rechazando aquel una gran ocasión granate.

Pero es que antes de llegar al quince Mouriño en buena posición vuelve a conducir en vez de soltar rápido y el balón rechazado por un defensa le llega a Jandrín justo en el semicírculo del área y el asturiano conecta un derechazo violento y seco que hizo inútil la estirada del portero del Coruxo.

Había sido un primer cuarto de hora explosivo en el que el Pontevedra encontró los caminos para crear peligro y sobre todo contó con el acierto a la hora de materializar.

Poco después, mediada ya la segunda parte, un agotado Jacobo dejaba su puesto a Tubo. Es este jugador, Jacobo, un hombre importante a la hora de que el equipo logre jugar combinativo y al primer toque. Es cierto que acusa una cierta irregularidad pero cuando está inspirado su presencia se nota muchísimo sobre la hierba y partidos como el de ayer hacen que su protagonismo sea muy importante para el equipo.
Poquísimo tiempo después de ese cambio, Campillo envió un balón largo hacia el área que un defensa vigués se traga lastimosamente para que Borjas encare al portero, le supere por velocidad e introduzca el balón en las mallas a pesar de su posición forzada. Era el 3-0 en el marcador que todavía pudo aumentar sino fuera porque Mouriño otra vez solo delante del portero rematase al muñeco en vez de ceder el balón al corazón del área donde un par de compañeros se encontraban en buena posición para rematar a placer. 

Había transcurrido la primera media hora de juego del segundo tiempo y el Pontevedra había conseguido tres goles y gozado de dos o tres oportunidades de gol clarísimas ( esta vez sí, Luisito, clarísimas) para haber conseguido una goleada mayor. Fueron treinta minutos muy buenos, jugados con ritmo, con intensidad y con acierto dando una imagen más que notable con la que ningún aficionado granate puede estar descontento.

Los últimos diez minutos (ya con Tomás también en el campo por Jandrín) fueron diferentes. El Coruxo encontró su gol en el 80 tras un error dificilmente entendible de Verdú. Gol conseguido, por cierto, por Rafa Mella que pasó de jugar hasta el 75 de lateral izquierdo a hacerlo ese último cuarto de hora casi de extremo derecho.

Los minutos siguientes fueron de desconcierto por parte de los granates que con el tres a cero y con esa borrachera de juego bajaron un poco el pistón anímico. Tampoco se acoplaron nada bien al partido ni Tubo ni Tomás que anduvieron bastante perdidos y Luisito se vio obligado a efectuar el tercer cambio dando a entrada a Bruno por Mouriño y pasar a jugar con defensa de cinco esos últimos minutos en los que el Coruxo trato de hacer deprisa y corriendo en diez lo que no quiso o no pudo en los primeros ochenta de juego.

Victoria, pues, importantísima para el Pontevedra que sale provisionalmente de puestos de descenso y promoción. Y son trascendentes los tres puntos pues sacar los partidos de casa se antoja decisivo para la consecución del objetivo marcado.         

Tras el pitido final, sin embargo, se volvió a asistir en Pasarón a la ya habitual invasión de campo de niños y adolescentes para dar ese toque de tercera regional o incluso de veteranos al partido. No acabo de entender como de una vez por todas no se pone coto a esto tanto en los descansos como en los finales de los encuentros y más teniendo en cuenta los agujeros con los que cuentan los bolsillos de la entidad.

El Domingo que viene partido "grande" en El Sardinero. Acaba la sanción de Carnero y tendremos más opciones ofensivas. Es un buen escenario para salir y jugar un buen partido que imponga respeto al resto de los equipos del grupo. 
Esperaremos ansiosos que versión del Pontevedra CF nos encontraremos en la preciosa ciudad capital de Cantabria.