viernes, 4 de diciembre de 2015

La copa llevaba "garrafón"

Sí. 
A pesar de la copiosa lluvia que caía hacia las ocho sobre la ciudad de Pontevedra decidí atravesar el puente de Santiago y acercarme al Estadio Municipal de Pasarón para presenciar el debut del equipo granate en la controvertida Copa Federación.
Al llegar a la calle de acceso a la grada de Tribuna volví a recriminarme mentalmente por haber olvidado la piragua en casa (o en su defecto unas imponentes "katiuskas") que habrían evitado el deterioro tanto de mis zapatos como de los pantalones hasta más arriba de la rodilla al atravesar esos metros finales antes de alcanzar la puerta de entrada cuyo lamentable estado (el del camino que no el de la puerta) debería pintarle la cara de rojo a cualquiera que tanga alguna responsabilidad en tal circunstancia.

Medio envenenado por la humedad que sin recato había invadido mis pies a través de los calcetines, me senté en mi lugar habitual poco antes del comienzo del choque y comprobé que tanto solo trescientas o trescientas cincuenta personas más habían compartido esa tarde noche la singular idea de acudir a ver este encuentro de tan respetada competición.

"Ellos se lo pierden. Seguro que sale un buen partido" me dije henchido de orgullo en el mismo instante en el que los jugadores granates y del Marino de Luanco hacían su aparición en el demasiado encharcado estadio de Pasarón para la no tanta cantidad de agua que había caído en los prolegómenos.

De un tirón comprobé la alineación del equipo e imaginé que con LLoves en la portería jugarían Loureiro, Bruno, Capi y Anxo en defensa; Queijeiro y Pedro por el medio con Tubo en la derecha y Jacobo en la izquierda; completando el "once" Miki y Carnero en punta.
Pero nada más sacarse de centro ya se pudo constatar que Jacobo se movería con libertad detrás del "9" y que sería el joven Miki el inquilino de la banda izquierda.

En teoría tres eran los presuntos titulares para el Domingo que el entrenador había decidido colocar sobre la hierba: Capi, Jacobo y Carnero y sorprendió sobremanera la presencia en el banquillo de Mouriño que no podrá ser de la partida por sanción frente al Somozas.
"Posiblemente cuente con Pablo y Campillo de inicio para el Domingo y a Jacobo y Carnero les dé 45 minutos y los sustituya en el descanso", me dije convencido sin sospechar que algunas de esas premisas no estaban en la cabeza de Luisito.

Tuvieron que pasar pocos minutos, muy pocos, para que ese orgullo citado anteriormente fuera sustituido por un lamento interior del estilo "por qué habré venido si podría estar en casa viendo al Gran Wyoming con una mantita en el sofá de casa".
Porque enseguida pudo comprobarse como aquella copa lejos de estar compuesta por licor original y del bueno llevaba en su interior cantidades considerables de "garrafón". 
La primera parte fue literalmente "imbebible" o para los que fuman "infumable". Sin ritmo, sin motivación y sin sustancia los dos equipos se movieron acompasadamente por el césped en esa atmósfera tan rara por silenciosa en un estadio de fútbol en la que las órdenes de los entrenadores y las consignas de los jugadores entre sí se oían como si se estuvieran exclamando en la silla de al lado. En esa faceta, la de los gritos, sabemos que ganamos por goleada y esa voz carcelaria de Luisito que haría palidecer hasta el más rudo de los presos de un penal de máxima seguridad se escuchó a los cuatro vientos en todas las esquinas del estadio dando un toque (siquiera mínimo) de colorido al partido.
En lo que respecta a los nuestros, Loureiro cumplía más o menos en banda derecha aunque con timidez y algo de ingenuidad en algunas de sus acciones, Anxo volvía a demostrar que no conoce la palabra temeridad a la hora de jugar de lateral y arriesgar balones cerca de su área en regates incomprensibles, Queijeiro volvía a desaprovechar otra oportunidad de empezar a demostrar aquellas virtudes que le llevaron en su día a la casa deportivista, Tubo no lograba desbordar apenas por derecha y Miki se perdía en la izquierda sin apenas entrar en la dinámica de juego.
Sólo la sobriedad de los dos centrales y algún detallito de Jacobo sacaron al encuentro de un tedio profundo que alimentaba los argumentos de aquellos que no entienden muy bien la utilidad de este torneo.
Una ocasión tuvo el Marino ( en el que no viajaron ni Geni, ni Boris ni Omar Sampedro) y otra el Pontevedra en las botas de Capi que envió fuera un balón tras una jugada de estrategia cuando lo más fácil habría sido meterla dentro.      

Pero las sorpresas llegarían tras el descanso. Lo primero que me llamó la atención al reaparecer los jugadores es que Luisito había optado por no hacer ningún cambio.Pero mi asombro aumentó cuando en el minuto 55 entró Mouriño en el campo pero el sustituido fue Loureiro. Mi sorpresa no obedecía a cuestiones tácticas de el "garrafonazo" que se estaba presenciando sino con la permanencia en el campo de dos hombres que en teoría suenan a titulares el fin de semana (Carnero y Jacobo) por la ausencia del pequeño mediapunta vigués por tarjetas.
En cuanto a Capi razoné de nuevo que con dos centrales de garantías como Pablo y Campillo quizá el técnico de Teo estaba usando el choque contra los asturianos para rodar al veterano central y hacerle descansar el día del Somozas.

Pero que Luisito no estaba por la labor de tranquilizarme y dosificar a la pareja anteriormente mencionada se constató claramente en el segundo cambio efectuado ya mediado el segundo tiempo pues el jugador que se marchó para que entrará Tomás no fue otro que Queijeiro.

Ya faltando sólo quince minutos para el final sí se fue Jacobo (lesionado hace no demasiado tiempo) para que Borjas entrara en el campo ese cuarto de hora en la que se notó bastante su presencia.

Por tanto, los 75 minutos jugados por el medio izquierda buenense y el partido entero disputado por Carnero (que dicho sea de paso estuvo muy apagado y gris durante todo el choque) me hacen albergar dudas acerca de los planes de Luisito para remediar la baja de Mouriño aunque también puede ser que el que esto escribe sobredimensione el esfuerzo que ha supuesto para estos jugadores el partido de ayer y ambos aparezcan más frescos que una lechuga el Domingo al as 17.00 sobre el césped de Pasaron.

Lo cierto es que esta segunda parte de la "copa garrafón" discurrió de la misma forma que la primera, es decir, aburrida y desesperante hasta los últimos trece minutos.
Es en ese instante en el que el "ladrillo" que estábamos viendo se rompíó y apareció entre los cachitos algo parecido a un partido de fútbol.
Se desencadenó este "tsunami" con el gol logrado por el Pontevedra tras jugada de Anxo por la izquierda y un balón centrado que superó a defensa y portero para que Miki (que se había cambiado de banda ya desde el primer cambio para que Tubo bajase al lateral) lo empujara a puerta vacía colocando el único gol del partido.
Como si tocaran a arrebato al Marino le entraron prisas y al Pontevedra "la torrija" y en los siguientes dos o tres minutos los asturianos entraron sobre todo por la derecha como cuchillo afilado en mantequilla y disfrutaron de tres ocasiones pintiparadas para empatar que desaprovecharon lastimosamente. A su vez, el Pontevedra encontró más espacios para contraatacar y pudo aumentar la ventaja en alguna otra ocasión. Entre esas oportunidades destacó una falta botada desde la media luna por Borjas que estrelló el balón en el larguero botando este no demasiado lejos de la línea de gol.

Y así, entre imprecaciones y más imprecaciones de Luisito que se desgañitaba con sus hombres, su delegado, el asistente de su banda y con alguna gaviota que volaba a ras de suelo buscando el origen de esa fuente sonora se acabó un partido que no pasará a la historia ni al recuerdo de ninguno de los asistentes y que permitirá al Pontevedra acudir a Luanco con una ventaja mínima que en caso de defender con éxito provocará que se juegue al menos una ronda más de esta competición en la que esperamos el licor sea de una calidad mucho más elevada que el "garrafón" de la primera fase.     

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